No es fascismo para gordos
Mussolini promovi¨® en su r¨¦gimen su obsesi¨®n por el deporte hasta crear una revista dedicada a consagrarlo (a ¨¦l): Lo Sport Fascista
Dos Turati coincidieron en el tiempo en la Italia de principios del siglo XX. Uno, Filippo, fund¨® el Partido Socialista y otro, Augusto, fue secretario general del Partido Nacional Fascista. Sobre los hombros de este ¨²ltimo, Augusto Turati, recay¨® el peso de una de las grandes obsesiones de Benito Mussolini: convertir la exhibici¨®n del f¨ªsico en una de los orgullos del fascismo. El propio Duce, como es sabido, acostumbraba a pasearse sin camiseta con el pecho bronceado (costumbre que, sin bronceado por cuestiones culturales, ha continuado el presidente ruso Vlad¨ªmir Putin; de tener ambos pelos en el pecho podr¨ªan encabezar la muy gallega categor¨ªa de peitolobos). Adem¨¢s de ser fascista, Turati ten¨ªa otro rasgo que no le iba a la zaga: era periodista y lleg¨® a ser jefe de La Stampa. Pero de ¨¦l, Mussolini admiraba su tercera vocaci¨®n: la de deportista. Lo fue much¨ªsimo, tambi¨¦n en los despachos. Turati fue presidente de la Federaci¨®n Italiana de Tenis, presidente de la Federaci¨®n Italiana de Atletismo y presidente del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Italiano, pr¨¢cticamente el triatl¨®n del canap¨¦.
En verano de 1928, impelido por el Duce, Augusto Turati consigui¨® conjugar sus tres pasiones. Lo hizo en una revista: Lo Sport Fascista. Se trataba de difundir "el car¨¢cter romano del deporte para educar a las masas". Se filtr¨® casi un programa pol¨ªtico entre ni?os, adolescentes y j¨®venes, as¨ª como cargos de partido y del gobierno, en el que el deporte era no ya una exigencia con uno mismo sino como una obligaci¨®n patri¨®tica inherente al hecho fascista. No era fascismo para gordos. Todo ello girando alrededor de la figura fuertota, siempre a una napolitana de empezar a sospechar, de Benito Mussolini. Uno de sus bardos m¨¢s atentos, Lando Ferreti, proclam¨® en el primer n¨²mero de la revista: "Es un ejemplo vivo e insuperable de un deportista de raza pura. No tememos la acusaci¨®n de tributo servil si decimos que Mussolini es el primer y m¨¢s completo deportista de Italia". No tem¨ªa, Ferreti, la acusaci¨®n de servilismo por decir que un se?or bajito de 50 a?os sin hechuras era el primer y m¨¢s completo deportista italiano. "Qu¨¦ ocultos e inagotables tesoros de potencia posee para ser cada vez m¨¢s ¨¢gil y fuerte", remata. Ah¨ª ya pod¨ªa temer un poco.
Lo Sport Fascista se cre¨® despu¨¦s de los Juegos de ?msterdam en un atm¨®sfera exquisitamente mussoliniana que hac¨ªa proclamar a sus deportistas antes de las pruebas: "Luchar¨¦ para pasar todas las pruebas para conquistar a todos los primates con el vigor en los campos ag¨®nicos [...], luchar¨¦ para ganar en nombre de Italia. As¨ª que pelear¨¦ como lo ordena el Duce. ?Lo juro!". Y de recuerdo, adem¨¢s de lo que consiguiesen, un bello adorno en forma de M, inicial de vete t¨² a saber qu¨¦ pol¨ªtico italiano de entonces. Los deportes m¨¢s fascistas, aquellos a los cuales el Estado daba m¨¢s honores, eran aquellos v¨¢lidos para el combate. Gimnasia, tiro, esgrima, pruebas de resistencia, remo, atletismo y todo aquello que necesitase emplear desde bicicleta hasta moto o coche, por ser "deportes de coraje en el que el conductor a menudo tiene que tomar una decisi¨®n de vida o muerte". "Mussolini hace bien en tener a los j¨®venes, es decir, a Italia, a alta temperatura porque sabe que en el mundo no hay tregua ni piedad para los que se dejan sorprender¡±, citan Alejandro Viuda-Serrano y Teresa Gonz¨¢lez-Aja a Varale en el trabajo universitario H¨¦roes de papel. El deporte y la prensa como herramientas de propaganda pol¨ªtica del fascismo y el franquismo.
En El fascismo de los italianos. Una historia social, la profesora Patrizia Dogliani relata el resorte psicol¨®gico que actuaba en la ¨¦poca para privilegiar tanto la educaci¨®n f¨ªsica. Hab¨ªa un deseo de venganza hacia el mundo anglo-americano que consideraba a los italianos "un pueblo disperso de emigrantes pobres y d¨¦biles", resorte parecido al que a?os despu¨¦s provoc¨® la aparici¨®n del catenaccio con otro objetivo: el de asimilar esa realidad y explotarla. Antes de los Juegos de M¨²nich, Ferreti despidi¨® a los atletas llam¨¢ndolos a competir por "el honor de los muertos [de la Gran Guerra] y la gloria de los vivos". Como dej¨® dicho el Duce dos a?os antes, cuando el Mundial se celebr¨® en Italia, en una frase que resum¨ªa su concepci¨®n del deporte: "Hay que ganar". "Eso intentaremos, descuide". "No me ha entendido: es una orden". Ganaron, eso s¨ª.
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