Harto de todo
En su peor momento de la temporada, a Isco le dio la espalda hasta el lenguaje
Qui¨¦n no se harta alguna vez de todo, como Isco. No existe todav¨ªa una receta definitiva para sobrellevar con alegr¨ªa una mala racha, as¨ª que antes o despu¨¦s explotas. En su peor momento de la temporada, al centrocampista del Madrid le dio la espalda hasta el lenguaje, haciendo que incluso una frase como ¡°?Qu¨¦ quer¨¦is, hijos de puta!¡±, que dirigi¨® a sus propios aficionados durante el partido contra el CSKA, sonase mal. En ese momento, arrojado a una crisis de confianza y juego, no se resisti¨® a la tentaci¨®n de creer que ochenta mil personas, o las que fueran que le silbaron antes de explotar, no pod¨ªan tener m¨¢s raz¨®n que una sola: ¨¦l. ?Qu¨¦ sabr¨¢n los abonados del Madrid de f¨²tbol, y de cualquier cosa?, debi¨® de pensar. La proporci¨®n ¨Cmiles contra uno¨C desprend¨ªa el aire ¨¦pico de las batallas imposibles de ganar, y que a veces se ganan. Hasta cierto punto se trat¨® de una reacci¨®n natural, como la que experimentabas en la adolescencia, cuando eras lo bastante joven para saberlo todo, y te parec¨ªa que padres y profesores no ten¨ªan, a tu lado, ni idea de lo que es la vida.
Hay d¨ªas que todo se reduce a una lucha del mundo contra ti, sin guantes. Es f¨¢cil pensar, cuando quiz¨¢ a¨²n debes madurar, que el universo vive equivocado. Y que estar solo ante ¨¦l es lo que te hace fuerte. Las rebeliones juveniles y absurdas, como la de Isco, no conducen a ninguna parte, pero ?y qu¨¦? Caminar con gran determinaci¨®n, a pasos enormes, seguros, y no saber a d¨®nde se va, posee cierto encanto. ?Sirvi¨® de algo su reacci¨®n? Naturalmente no, pero algunas personas nunca desaprovechan una buena ocasi¨®n de equivocarse, como cuando disfrutas, al abrir una botella de champ¨¢n, dejando que una parte se derrame sobre la nada.
Pocos jugadores como Isco regresan con tanta terquedad, casi pasi¨®n, a ese punto del c¨ªrculo, ya conocido, en el que se cuestiona si su destino es tener futuro en el Madrid. Sus grandes momentos desembocan peri¨®dicamente en la suplencia. Hay talentos a los que les cuesta encontrar su sitio. Se pasan la vida dejando muestras de su brillo, que lleva consigo el castigo de la intermitencia. La carrera del malague?o empieza a ser pr¨®diga en entrenadores que descubren que su destreza parpadea, igual que esos tubos fluorescentes que iluminan una habitaci¨®n, pero est¨¢n a punto de dejar de funcionar. En su esplendor se agazapa un peligro para los intereses del propio equipo, as¨ª que el entrenador lo va conduciendo al banquillo. Es como si su calidad llevase incorporado un mecanismo de autodestrucci¨®n, que garantiza que cuando al fin las cosas van bien, empiezan a ir mal de nuevo. Buscar tu lugar en el mundo te lleva muchas veces casi toda la vida. Y a¨²n as¨ª no lo encuentras. En los momentos m¨¢s desesperantes te hartas de que las cosas no salgan como quieres, y que al parecer todos menos t¨² sepan lo que hay que hacer en cada momento para que las cosas encajen.
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