Un penalti terap¨¦utico alivia al Bar?a
Los azulgrana derrotan al Valladolid en un partido mal jugado y resuelto con un tiro desde los once metros de Messi
Hay victorias que se esperan, se necesitan y, una vez alcanzadas, hasta se celebran, incluso cuando son de penalti, aburridas y discutidas, como la de ayer en el Camp Nou. Ante un rival que flota sobre la zona de descenso, el l¨ªder sud¨® la gota gorda cuando se preparaba para una jornada de recreo despu¨¦s de una semana limpia de partidos, camino de una serie de cuatro salidas de a¨²pa: Lyon, Sevilla y una doble a Madrid.
No encuentra el Barcelona el tono ni el ritmo de juego, demasiado estresado, resumido para mal en el f¨²tbol alborotador de Arturo Vidal y para bien en la lucidez de Messi, finalmente negado por un extraordinario Masip. El meta le par¨® uno de los dos penaltis que le tir¨® el 10, el segundo cometido por Kiko Olivas sobre Coutinho. No pudo el arquero en cambio con el que pit¨® el ¨¢rbitro por una sospechosa ca¨ªda de Piqu¨¦ ante M¨ªchel. Y cuando no se marca la diferencia con el juego y las ocasiones, las decisiones de los colegiados y el VAR cobran una capital importancia en LaLiga.
El gol fue muy festejado porque al Bar?a no solo se le hab¨ªa olvidado jugar sino tambi¨¦n ganar desde el empacho de goles con el Sevilla. Hab¨ªa quedado clavado en el empate ¡ªtres consecutivos¡ª hasta el tanto de penalti de Messi provocado por el coloso Piqu¨¦. El central, que cumpl¨ªa su partido 300 en el torneo, es el santo y se?a del plantel por m¨¢s que ahora mismo no hay un futbolista azulgrana m¨¢s refrescante y controvertido que Demb¨¦l¨¦.
El franc¨¦s es el ¨²nico que no necesita del pase para jugar sino que regatea y conduce sin reparar en si est¨¢ en campo propio o contrario, ajeno incluso a la presencia de Messi. El equipo se dispara con Demb¨¦l¨¦ para desespero de Busquets. Al mediocentro le interesa que las l¨ªneas est¨¦n muy juntas, el f¨²tbol corto y paciente, los espacios bien ocupados, un paisaje antes muy familiar y hoy extra?o en el Camp Nou. Los barcelonistas no le toman el pulso a los partidos, atropellados tambi¨¦n ante un Valladolid que defend¨ªa y atacaba, parapetado en tres centrales y dos puntas y medio, dispuesto a que la suerte se disputara en las ¨¢reas, un plan que disgusta mucho al Bar?a.
Messi tard¨® en intervenir, desinteresado con aquel descontrolado encuentro que Demb¨¦l¨¦ quer¨ªa resolver por su cuenta ante el organizado Valladolid. El Bar?a no sab¨ªa atacar como equipo, falto de extremos y de f¨²tbol por fuera, extraviado Boateng, debutante en el estadio y en LaLiga, sin m¨¢s recurso que las aceleraciones de Messi y las carreras de Demb¨¦l¨¦. Aunque el escenario era el Camp Nou y el entrenador aplic¨® la pol¨ªtica de rotaciones, la noche remit¨ªa al f¨²tbol pesaroso de San Mam¨¦s. Ofuscado ofensivamente, sin fluidez ni velocidad en la circulaci¨®n, tampoco defend¨ªa bien, reiterativo en las p¨¦rdidas, negado en la elaboraci¨®n y la presi¨®n. El equipo no tiene ritmo, las jugadas no se mastican, la bola no llega en condiciones a los delanteros y los partidos discurren como una pesadilla. Los rivales se aplican en la marca sobre Messi, le invitan a jug¨¢rsela en el dos y hasta tres contra uno y por norma el bal¨®n sale rebotado, preparado para la transici¨®n del rival. Los equipos se batieron a partir del contragolpe y del debate sali¨® ganador Piqu¨¦. El central sinti¨® que le agarraban y, ante el desplome, el ¨¢rbitro se?al¨® penalti para la sorpresa general del Camp Nou.
El tanto acentu¨® la locura. Ambos equipos alternaron las idas y venidas. El exazulgrana Masip, compa?ero de entrenamiento de Messi durante mucho tiempo, le sac¨® hasta tres remates de gol al 10 y uno a Luis Su¨¢rez. El problema del equipo de Sergio Gonz¨¢lez no es de portero ni de juego sino de remate: es el menos goleador (19). Valverde, en cambio, apur¨® con los cambios en favor de los titulares para cerrar el partido, convencido de que con los espacios que ced¨ªa el rival, dispondr¨ªa de una segunda bala para cantar victoria. As¨ª lleg¨® el penalti a Coutinho, el tiro de Messi y el parad¨®n de Masip.
El mano a mano continuo del meta con el 10 levant¨® un partido muerto, especialmente preocupante para un Bar?a tan impreciso y desnortado que hoy no se sabe muy bien hacia d¨®nde va: si en direcci¨®n a la tumba o directo a la gloria, diga lo que diga la clasificaci¨®n. El Bar?a es un nudo.
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