Cristiano condena al Atl¨¦tico m¨¢s r¨¢cano

Con Cristiano en su versi¨®n m¨¢s demoledora, en una de esas noches que le siguen encumbrando como el goleador m¨¢s voraz y letal de la historia, la Juventus pas¨® por encima del Atl¨¦tico. El equipo de Simeone cay¨® a la italiana. Solo quiso jugar a defender el 2-0 de la ida y se encontr¨® un varapalo hist¨®rico. La fidelidad extrema a su idea le conden¨® a una tunda de ¨¦poca liderada por un futbolista escogido para citas como la de este martes. El foco estaba en ¨¦l y no defraud¨®. Cristiano ense?¨® esa pegada mortal con puntualidad y precisi¨®n de cirujano en dos cabezazos majestuosos y un penalti imparable. En el coraz¨®n del calcio, al Atl¨¦tico su italianismo le arrastr¨® a un costalazo tremendo. Defendi¨® mal y atac¨® peor. Szczesny no tuvo que hacer una parada al equipo que aspiraba a jugar la final en su estadio.

Sin Thomas, Simeone no se aferr¨® al ultrablindaje del cuatrivote sumando a Gim¨¦nez, Rodrigo, Koke y Sa¨²l. Meti¨® a Lemar, seda para tratar de deshilachar a la Juve con alguna acci¨®n que pusiera en ¨®rbita a Morata o a Griezmann ante la conveniencia de marcar un gol para anestesiar la furia de la Juve y el caldero de las gradas. Nada de eso sucedi¨®. Para el Atl¨¦tico y Simeone, el combate fue una prueba en la que puso en juego su apostolado del arte de defender.

Para la Juve, se trataba de desatar una tormenta ofensiva capaz de destartalar todo ese forraje t¨¢ctico y esforzado, con Cristiano Ronaldo como prima donna exigida a exhibir todo su repertorio en una noche de esas en las que no se discute su condici¨®n de cabeza de cartel.

Si la Juve ten¨ªa claro que necesitaba una descarga torrencial, el Atl¨¦tico le dio todos los elementos para la tormenta perfecta que pretend¨ªa de arranque. Le entreg¨® la pelota, mucho campo y se venci¨® en todos los duelos; regates, rechaces, pases y la ocupaci¨®n de los espacios. Solo le qued¨® el acongojado amurallamiento como respuesta. A los tres minutos el Atl¨¦tico recibi¨® el primer aviso serio. Un barullo en un c¨®rner lo remach¨® Chiellini. El tanto fue anulado porque Cristiano arroll¨® a Oblak en el intento de este de embolsar la pelota. Aquel fue el primer golpe en los 20 minutos de asedio, sin reacci¨®n alguna de los chicos de Simeone.

Desnortados en defensa por esa posici¨®n de falso tercer central de Emre Can en la salida de la pelota, con Cancelo y Spinazzola volando por los costados y Bernardeschi burbujeando por dentro, el Atl¨¦tico ni ligaba juego ni parec¨ªa dispuesto a ello. Fue significativo que todos los saques de Oblak durante el primer tiempo fueran en largo. Siempre con Morata como destino perdedor, ya m¨¢s por una cuesti¨®n de previsibilidad que por f¨ªsico. No generaba ocasiones la Juve, pero su insultante presencia en campo contrario destilaba que el gol era una cuesti¨®n de tiempo. Lleg¨® cuando parec¨ªa que el Atl¨¦tico hab¨ªa encontrado cierta calma y cierto respiro con el bal¨®n. Griezmann par¨® un contragolpe en el que era ¨¦l contra el mundo e invit¨® a sus compa?eros a jugar a eso que se llama pelota, de la que hab¨ªa renegado su entrenador en su planteamiento. De un ataque largo y sesudo sali¨® un disparo de Koke alto.

Hab¨ªa aparecido algo Rodrigo, asomado Lemar y experimentado algo de libertad Arias subiendo, cuando una pelota cruzada de Bernardeschi a la espalda de Juanfran la caz¨® Cristiano de cabeza. Apareci¨® puntual y certero al borde de la media hora, cumpliendo con el rol de castigador que se le esperaba. El tanto ya convirti¨® el Juventus Stadium en un hervidero. Una chilena de Bernardeschi, un cabezazo de Chiellini que manote¨® Oblak y otro limpio de Cristiano mal direccionado aumentaron la congoja atl¨¦tica. Solo en el tramo final del primer tiempo volvi¨® a sacar el pescuezo con un par de circulaciones que le aliviaron antes de marcharse a la caseta con el rictus aterrorizado de sus futbolistas.

Ojo de halc¨®n

Ese semblante miedoso se acentu¨® nada m¨¢s iniciarse el segundo acto. Una rosca templada de Cancelo propici¨® que Cristiano desplegara imperial su poderoso salto. Levit¨® autoritario sobre Gim¨¦nez y God¨ªn y su testarazo tom¨® el camino de la escuadra. El vuelo y el manotazo de Oblak parecieron aspirar a la parada de la temporada, pero el ojo de halc¨®n decret¨® que la pelota hab¨ªa rebasado la l¨ªnea. En 48 minutos, la Juve hab¨ªa igualado la eliminatoria y desfigurado al Atl¨¦tico, irreconocible, zarandeado y puesto al borde de la eliminaci¨®n mucho antes de lo que esperaba.

La pr¨®rroga ya pod¨ªa ser una realidad. La reacci¨®n de Simone ante la que se le ven¨ªa a ¨¦l y a su equipo fue sentar a Lemar, que no peg¨® dos pases, y meter a Correa. La Juve, ya con la eliminatoria igualada, sigui¨® mandando, pero ya m¨¢s controlada. Gestionando el tiempo y el marcador. Incluso le dej¨® hacer al Atl¨¦tico, ahora el equipo italiano era el italiano de verdad. Chiellini jug¨® con Morata simulando una agresi¨®n. El lance obvi¨® que el partido estaba donde la Juve pretend¨ªa. Exhausto Spinazzola, que agujere¨® a Arias, el t¨¦cnico italiano le reemplaz¨® por Dybala. Chisposo por chisposo para continuar amenazante con el gobierno del partido.

La respuesta de Simeone para el ¨²ltimo cuarto de hora fue tratar de reordenarse sentando a Arias por Vitolo. Juanfran volvi¨® al lateral derecho y Sa¨²l ocup¨® la izquierda. De nada vali¨®. Correa reflej¨® en un penalti absurdo el aturdimiento del Atl¨¦tico y su descomposici¨®n. Impotente para sostener la carrera con Bernardeschi le solt¨® un empuj¨®n infantil cuando este pis¨® ¨¢rea. Cristiano termin¨® de culminar su gran noche. La que el Atl¨¦tico cay¨® a la italiana.