Ser ¡®caddie¡¯: cu¨¢ndo hablar y cu¨¢ndo callar
El desacuerdo puntual entre Jon Rahm y su ayudante en el pasado The Players alimenta el debate sobre cu¨¢l debe ser el papel del porteador
Se trata de caminar unos ocho kil¨®metros por jornada, con calor o lluvia, cargando con una bolsa de palos que pesa unos 20 kilos, sin saber exactamente cu¨¢nto vas a cobrar y sin reconocimiento p¨²blico ni fama. A priori no parece el puesto m¨¢s deseado en el mundo del deporte. El rol de mero porteador ha acompa?ado a la figura del caddie desde sus or¨ªgenes. As¨ª se llamaba en Edimburgo a quienes ejerc¨ªan las labores m¨¢s simples y peor pagadas: mozos, barrenderos... Incluso la vestimenta, como esos monos blancos del Masters de Augusta, les ha se?alado como simples acompa?antes de los golfistas.
As¨ª se mantiene esa relaci¨®n en algunos casos. Hay jugadores que no quieren ni o¨ªr hablar a su caddie, como mucho para darles la distancia en yardas. Otros consultan cuando dudan sobre qu¨¦ palo utilizar o la lectura del green. Y est¨¢n los que necesitan de su pareja una labor psicol¨®gica.
Lo sucedido hace una semana en la ¨²ltima jornada de The Players entre Jon Rahm y su caddie, el estadounidense Adam Hayes, alimenta ese debate sobre cu¨¢l debe ser el papel del ayudante. En el hoyo 11, con Rahm jug¨¢ndose el torneo, Hayes aconsej¨® al vasco que fuera conservador en la salida de un b¨²nker. Rahm, impulsivo por naturaleza, jug¨® otro golpe, el que sent¨ªa, y su bola acab¨® en el agua. El bogey le descabalg¨® de un liderato que ya no recuperar¨ªa. ¡°Adam solo estaba haciendo su trabajo y dando su opini¨®n. Siempre trabajamos abiertamente, con honestidad. Decimos lo que pensamos, guste o no. Y yo tom¨¦ la decisi¨®n¡±, zanj¨® Rahm d¨ªas despu¨¦s.
¡°El caddie es el consejero de una empresa. Asesora, pero la ¨²ltima palabra la tiene el gran jefe¡±, dice el golfista Gonzalo Fern¨¢ndez-Casta?o; ¡°por lo general, falla m¨¢s el jugador. Si uno le pregunta al caddie, es porque es una situaci¨®n delicada. No es un trabajo f¨¢cil. En el caso de Rahm, creo que Adam estuvo muy bien, muy fr¨ªo. Lo que pasa es que a Jon le gusta atacar y puede que el caddie le hiciera dudar¡±.
Pello Iguaran es el ¨²nico caddie espa?ol que ha ganado un grande, el Open Brit¨¢nico de 2018 llevando la bolsa de Francesco Molinari. Con el italiano tiene muy claro su papel: ¡°Fran y yo vemos un golpe cada uno. Si ¨¦l lo tiene claro, me dice: ¡®Lo tengo¡¯. Y yo me callo. Si no, lo hablamos. Si veo que va a dar un golpe muy arriesgado, intento convencerle. Eso es lo dif¨ªcil. Se trata de conocer el estado de ¨¢nimo donde el jugador rinde mejor e intentas que est¨¦ en ese estado, equilibrado. Es como un matrimonio, es conocerse¡±, afirma Iguaran, que considera que Rahm arriesg¨® m¨¢s de la cuenta en ese golpe. Aquello gener¨® una tensi¨®n de la que no siempre es f¨¢cil salir. ¡°Una herramienta muy buena es el humor. Una broma puede romper el hielo¡±, dice Iguaran. ¡°En un torneo, tras un doble bogey vi que Francesco se encend¨ªa. En lugar de darle el botell¨ªn de agua, se lo puse en el suelo como si fuera una pelota de rugby para que le diera una patada. Se rio y tuvo el efecto bueno¡±, recuerda.
La relaci¨®n entre jugador y caddie es tan cercana que muchos acaban siendo grandes amigos. Rahm y Adam Hayes tienen una estupenda sinton¨ªa, y el propio golfista admite que lo sucedido en The Players fue su primera desavenencia en tres a?os juntos. Fue Jim Bones MacKay, excaddie de Phil Mickelson, quien sugiri¨® a Rahm el nombre de tres colegas. El vasco entrevist¨® a los tres y se qued¨® con Hayes, a quien hace unos meses invit¨® a Barrika. ¡°Yo nunca le digo lo que tengo que hacer, tengo muy claro mi papel. Le doy opciones, le abro puertas y Jon decide. Me gusta una relaci¨®n en la que en todo momento sepa que ¨¦l es el jefe, y la regla n¨²mero uno es que el jefe siempre tiene raz¨®n¡±, contaba Hayes a El Correo el pasado julio.
Amigos, s¨ª, ¡°amiguitos¡±, no, opina Nacho Gerv¨¢s, director t¨¦cnico de la Federaci¨®n Espa?ola. Una excesiva confianza puede ser letal. ¡°Le pas¨® a Sergio Garc¨ªa con Glen Murray. Ten¨ªa que haberlo cambiado hace tiempo. Y tambi¨¦n le ha pasado a Rory McIlroy, que ha estado dos a?os perdido por llevar al amiguito de casa, alguien que no est¨¢ a su altura. De caddie no vale cualquiera. Te ha de quitar golpes. Hay que saber cu¨¢ndo callar, no imponer, sugerir de manera sutil. Si un jugador sigue en sus trece, d¨¦jale o le generas dudas. En el caso de Rahm, creo que el caddie insisti¨® demasiado. Jon ve¨ªa ese golpe heroico¡±.
Gerv¨¢s s¨ª ve con buenos ojos otro tipo de alianza que ¨²ltimamente es frecuente: el caddie hermano. V¨ªctor Garc¨ªa lleva la bolsa de Sergio; Tim Mickelson (que dej¨® por eso de ser el m¨¢nager de Rahm) la de Phil; y Austin Johnson la de Dustin. ¡°El hermano puede darte un toque y lo vas a aceptar mejor. Funciona porque nadie conoce emocionalmente mejor al jugador, aunque tambi¨¦n pone mucha presi¨®n en la relaci¨®n¡±, opina Gerv¨¢s.
Uno de esos hermanos caddies es V¨ªctor Garc¨ªa, que ve as¨ª ese doble juego: ¡°Que sea su hermano no hace m¨¢s f¨¢cil decirle cosas. Al final, la confianza caddie jugador hay que gan¨¢rsela. Sergio prefiere tomar sus propias decisiones ya sean para bien o para mal. As¨ª consigue que cualquier decisi¨®n que tome sea al 100% de convicci¨®n por su parte. Yo entro en juego en los momentos en los que tiene dudas y en el green ayud¨¢ndole en la lectura de algunos putts¡±.
El caddie se hace. No hay una escuela, sino que la mayor¨ªa son exprofesionales. A su favor cuenta que ven la jugada muy bien. En contra, que la ven como si jugaran ellos. Manolo Pi?ero, que tuvo 18 a?os en la bolsa a Jimmy Causins, se lo ten¨ªa bien dicho: ¡°Le ten¨ªa prohibido que si yo hab¨ªa elegido el palo, me diese su opini¨®n. Era como de mi familia, pero a veces ten¨ªa que echarle la bronca porque se met¨ªa a opinar. Hoy se pregunta en exceso al caddie¡±. Como Pi?ero, tambi¨¦n Seve era un verso libre que sent¨ªa cada golpe. Igual que Rahm.
Lo que cobran: un 10% de las ganancias
¡°Este no es un trabajo normal. Como caddie, yo nunca hab¨ªa tenido un contrato hasta que empec¨¦ con Molinari. No es lo habitual¡±, resume Pello Iguaran sobre otro de los aspectos que hacen diferente a esta profesi¨®n. No todos los caddies, en efecto, tienen una relaci¨®n contractual s¨®lida. Lo com¨²n es llevarse un porcentaje en torno al 10% de las ganancias del golfista en cada torneo. As¨ª que los hay muy ricos y otros no tanto, seg¨²n la bolSa de palos que lleven. El neozeland¨¦s Steve Williams, por ejemplo, era el deportista m¨¢s rico de su pa¨ªs gracias a trabajar durante 12 a?os para Tiger Woods. Y J.P. Fitzgerald no olvida cuando en 2016 recibi¨® un ingreso de un mill¨®n de euros en su cuenta despu¨¦s de que su jefe, Rory McIlroy, compartiera con ¨¦l no solo los beneficios de ganar el Tour Championship, sino tambi¨¦n el jugoso cheque de la FedEx Cup, algo con lo que no contaba el empleado.
Tambi¨¦n hay alguna pol¨¦mica. El estadounidense Matt Kuchar contrat¨® como caddie para el ¨²ltimo Mayakoba Classic al mexicano David Giral Ortiz de manera eventual. Kuchar gan¨® y se embols¨® 1,15 millones de euros, pero Ortiz solo recibi¨®, seg¨²n ¨¦l, menos de 3.000. Despu¨¦s de airear p¨²blicamente el conflicto, parece que el asunto se cerr¨® con un pago de 44.000, muy lejos de ese 10% habitual.
El porcentaje ha crecido con los a?os. Manolo Pi?ero recuerda que su caddie, Jimmy, ten¨ªa un fijo a la semana y un porcentaje variable: el 7% de las ganancias si ¨¦l quedaba entre los 15 primeros, y el 5% a partir de ese puesto.
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