Valencia, ¡®Ciudad de baloncesto¡¯

Apreciado Juan*:

Me sent¨¦ a estudiar para este exigente lunes qu¨¦ nos espera en Valencia con la visita del Alba Berl¨ªn (Final de la Eurocup, 20.30, Tdp) y, buscando datos sobre el presente del equipo, me top¨¦ con la maqueta del futuro pabell¨®n para m¨¢s de 15.000 espectadores que pens¨¢is construir. Lamentablemente, vuestra ambiciosa declaraci¨®n de intenciones no ser¨¢ suficiente para acobardar a A¨ªto Garc¨ªa Reneses, el chaval del Ramiro de Maeztu al que un d¨ªa pusieron un bal¨®n de baloncesto en las manos y se crey¨® con el derecho a escribir su propio cap¨ªtulo hist¨®rico; cap¨ªtulo que cuenta con m¨¢s de medio siglo de vigencia y, l¨®gicamente, tiene muy fidelizada a la audiencia.

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Lo que probablemente s¨ª pueda intimidarlo sea la capacidad que ya ha demostrado Jaume Ponsarnau, vuestro entrenador, para combinar de forma precisa unas piezas sobre el tablero que, jugador por jugador, re¨²nen m¨¢s calidad, m¨¢s veteran¨ªa, y que adem¨¢s contar¨¢n de nuevo con la energ¨ªa de una ciudad entera detr¨¢s. Esa sensaci¨®n de Ciudad de baloncesto, trascendiendo a los 9.000 que caben ahora en La Fonteta, me la explic¨® un empresario de la zona en los proleg¨®menos del primer partido de esta final. ¡°Pablo, lo que se ha conseguido con el baloncesto en Valencia es que disfrutemos m¨¢s que en cualquier otro evento deportivo y nos resulte m¨¢s interesante a todos los niveles¡±.

Como ni t¨² ni yo, ni los fans que llenar¨¢n la instalaci¨®n podremos salir a la cancha a ayudar a Van Rossom y Matt Thomas en el triple, o a mejorar el juego al poste bajo de Will Thomas o de Bojan Dubljevic; ni tampoco a parar las penetraciones de Siva y Hermannsson, o la intensidad de Luke Sikma, ocupemos las horas previas hablando del pasado y el futuro, y dejando a los protagonistas que nos regalen 40 minutos de otro gran partido europeo.

Se ha escrito que la inspiraci¨®n te vino a mediados de los 80. La medalla de plata de la selecci¨®n en Los ?ngeles '84 nos marc¨® a todos mucho, pero por lo visto result¨® especialmente relevante para ciertos perfiles como el vuestro; j¨®venes empresarios capaces de imaginar y de liderar exitosas aventuras profesionales. Estaba naciendo en aquel tiempo la ACB (me vienen desordenadamente a la cabeza nombres importantes de aquellos d¨ªas como Juan Fern¨¢ndez ¡ªOAR Ferrol¡ª, Jos¨¦ Luis Rubio ¡ªCAI Zaragoza¡ª, Alejandro Varona ¡ªEstudiantes¡ª, adem¨¢s de Salvador Alemany y Mariano Jaquotot liderando al Barcelona y al Madrid), cuya compleja visi¨®n pasaba por combinar lo mejor de dos culturas; la franquicia profesional norteamericana y el club deportivo europeo. A las im¨¢genes de la invasi¨®n de campo tras la victoria de aquel Pamesa Valencia frente a Santa Coloma, con el consiguiente ascenso a ACB de 1988 vestidos de blanco, s¨®lo le falta una voz algo m¨¢s rota del comentarista, imitando al m¨ªtico narrador de Boston Celtics en celebraciones todav¨ªa por civilizar.

Hay mucha gente que defiende la necesidad tan europea de ganarse el puesto en las competiciones ¨²nicamente por criterios de resultados en la pista. Pero entonces uno vuelve la mirada hacia la cara de felicidad del due?o de los Dallas Mavericks en la despedida a su ejecutivo m¨¢s rentable de los ¨²ltimos 20 a?os, Dirk Nowitzky, y piensa que todo el dinero invertido por los due?os de los equipos quiz¨¢ no debiera depender tanto de 40 ag¨®nicos minutos, y s¨ª m¨¢s de ese ¡°inter¨¦s a todos los niveles¡± que una ciudad ha sido capaz de ir adquiriendo con su equipo de baloncesto. A la creciente cultura del baloncesto, y al evidente esfuerzo de los que pon¨¦is el dinero habr¨¢ que seguir a?adiendo la necesaria rentabilidad de las competiciones. Que no haya que jug¨¢rselo todo en 40 minutos, para que no exista nada mejor que 40 minutos de una gran fiesta europea de baloncesto.

*Juan Roig es el mecenas del Valencia Basket desde hace tres d¨¦cadas, y m¨¢ximo accionista de Mercadona.