El equ¨ªvoco relato sobre Messi en Europa
La tentaci¨®n es blindar al 10, exonerarle de cualquier otra responsabilidad porque su influencia positiva ha sido descomunal
Es un error de juicio tomar el desastre de Anfield como un accidente inexplicable del Bar?a, cuando todo parec¨ªa dispuesto para el triplete. La barrida del Liverpool fue de tal calibre que persiste la conmoci¨®n en la hinchada y en el equipo. La directiva guarda silencio mientras escampa, si eso es posible. Anfield aparece en el imaginario barcelonista como un punto sin retorno en el discurrir del equipo y quiz¨¢ del club. Mientras tanto, la figura de Messi convoca al afecto y la l¨¢stima. Vuelve un t¨®pico que se repite con una extra?a regularidad: Messi dejar¨¢ el f¨²tbol con muchas menos Copas de Europa de las que merece su carrera.
Esta postura, cada vez m¨¢s difundida por el periodismo y mejor recibida por los aficionados, pretende instalar un relato maniqueo: los ¨¦xitos son de Messi y las decepciones del equipo, que no est¨¢ a altura de sus merecimientos. Es un relato que le santifica y absuelve a partir de un ventajista punto de partida. La figura del jugador argentino es tan grandiosa que no cabe el menor reproche. ?Qui¨¦n se atreve a cuestionar al mejor futbolista del Bar?a m¨¢s aclamado de la historia? La tentaci¨®n es blindarlo, exonerarle de cualquier otra responsabilidad porque su influencia positiva ha sido descomunal y derivar las cr¨ªticas hacia la directiva ¡ªno ha sido capaz de arroparle con futbolistas competentes¡ª, el entrenador ¡ªno articula el modelo adecuado¡ª y el equipo ¡ªno preserva a Messi de los fracasos que le impiden alcanzar los t¨ªtulos que exige su incomparable talento¡ª.
Como narrativa exculpatoria funciona. Como tesis es simplona y falsa. Surge de la admiraci¨®n que produce Messi y del deseo constante de individualizarle. Es c¨®modo atribuirle en exclusiva los ¨¦xitos del Bar?a y culpar al equipo de los fracasos. De ninguna manera se puede cuestionar su trascendental importancia, pero no se puede olvidar que Anfield (4-0) es el ¨²ltimo de una larga cadena de destrozos: 4-0 en M¨²nich (semifinales, 2013), Par¨ªs (4-0, octavos de final, 2017), Tur¨ªn (3-0, cuartos de final, 2017) y Roma (3-0, octavos de final, 2018). Desde el trompazo con el Bayern hace seis a?os, han pasado cuatro entrenadores (Vilanova-Rouras, Martino, Luis Enrique y Valverde), dos presidentes (Rosell y Bartomeu) y un granado racimo de delanteros, algunos de gran magnitud, caso de Luis Su¨¢rez, Neymar, Villa y el nunca bien ponderado Pedro, y otros decepcionantes, como Coutinho y el fr¨¢gil Demb¨¦l¨¦, adem¨¢s de los suplentes destinados a no molestar. O sea, a la inexistencia. En todas las masacres estuvo Messi, pero el Bar?a nunca logr¨® marcar un gol. Todos los partidos fueron Anfield. Ignorar esta cuesti¨®n como si no hubiera ocurrido y establecer relatos exculpatorios no es otra cosa que esquivar la realidad, por dolorosa que resulte.
No se justifica, por lo tanto, explicar la derrota con el Liverpool como un fiasco insospechado. El Bar?a ha sufrido tantos y tan graves accidentes en Europa que invita a un cuidadoso an¨¢lisis, donde se examine el escaso margen de maniobra de los entrenadores en un modelo predeterminado por el peso de sus figuras ¡ªMessi, Luis Su¨¢rez, Piqu¨¦ y Busquets no tienen alternativa real en la plantilla desde hace a?os¡ª, los repetidos fracasos frente a rivales ofensivos, en¨¦rgicos y solidarios en el esfuerzo, la sensaci¨®n de insuperable melancol¨ªa cuando los partidos se juegan como el Bar?a no quiere que se jueguen, incluido el sufrid¨ªsimo enfrentamiento con el Liverpool en el Camp Nou y, entre otros problemas, la fragmentada respuesta de un equipo que en Espa?a se bandea de maravilla sin la aportaci¨®n defensiva de sus delanteros, pero lo paga muy caro en Europa desde hace muchos a?os.
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