La ¡®bestia¡¯ es Brooks Koepka
El estadounidense, que ha ganado m¨¢s grandes que otros torneos, impresiona con -7 en un dur¨ªsimo PGA. Rahm, al par, y Tiger, +2
Que el Bethpage Black Course de Nueva York es cosa seria tard¨® en descubrirlo Tiger Woods un golpe. El primero de este Campeonato de la PGA, el segundo grande de la temporada. La bola del Tigre vol¨® ladeada desde el tee del 10 ¡ªel primero que le toc¨® jugar¡ª y aterriz¨® en el rough, lo que en este campo significa caer en la casilla de peligro. El pierde turno est¨¢ garantizado, y ya prob¨® Tiger que en ocasiones el castigo se multiplica hasta llegar a green y dar dos putts: doble bogey.
Woods arranc¨® en primera y cuesta arriba el camino que pretende recorrer hacia su 16? grande. Bethpage no es Augusta, el campo que podr¨ªa jugar con los ojos cerrados. Este es un recorrido largo y duro con trincheras a los lados y que no hace prisioneros. Woods tuvo que apretarse el cintur¨®n primero para escapar vivo y luego para intentar un golpe sobre la mesa que se qued¨® en un amago. Cuando parec¨ªa que retomaba el camino (birdie en el 15), se hund¨ªa otro poco con un nuevo y doloroso doble bogey (?dos en ocho hoyos!) en el par tres del 17.
Con tres arriba acab¨® Woods la primera vuelta. ?Hundido? ?Derrotado? No si es Tiger, y menos este que ha vuelto de las tinieblas. ¡®Aqu¨ª estoy yo¡¯, vino a decir. Con 43 a?os y a la caza del r¨¦cord de 18 grandes de Jack Nicklaus, no est¨¢ para perder ni un segundo. Y ah¨ª fue: birdie, birdie, par y eagle con un putt largo fue la secuencia entre los hoyos 1 y 4, los primeros de su segunda vuelta, para bajar del par y asomar la cabeza. Era Tiger contra el monstruo del campo, pero este no hab¨ªa dicho su ¨²ltima palabra. Ah¨ª esperaba el temible par cuatro del hoyo siete, 524 yardas, 479 metros, que obliga a sacar el driver. Por ah¨ª pas¨® Tiger mareado de tanta curva y carg¨® con otro bogey, tres en los cinco ¨²ltimos hoyos para cerrar el d¨ªa con +2.
La misma medicina la prob¨® de sopet¨®n Sergio Garc¨ªa. Bogeys en el dos y en el tres para comenzar con mal pie el que deb¨ªa de ser el grande del borr¨®n y cuenta nueva. En Nueva York cumple 80 torneos del Grand Slam consecutivos, una medalla a la regularidad. Ni una lesi¨®n ni un baj¨®n de juego ni una p¨¦rdida de apetito han privado al castellonense de estar en la salida de un grande en 20 a?os. A las buenas y a las malas, como es el caso. Despu¨¦s de seis cortes fallados consecutivos, su peor racha, tendr¨¢ que sudar para no llevarse un s¨¦ptimo suspenso porque acab¨® con +4, el ¨²ltimo bogey con el ¨²ltimo golpe. Esos eran los cad¨¢veres que dejaba Bethpage...
Tiger, en su yate Privacy; Rahm duerme en una autocaravana
Unos d¨ªas antes de que comenzara este PGA de Nueva York, un lujoso yate atrac¨® en el puerto de la ciudad, a 13 millas del campo de Bethpage. Privacy, se llama, y es el yate de Tiger Woods, de 47 metros de eslora y valorado en unos 20 millones de d¨®lares. Ah¨ª es donde el Tigre ha establecido su base de operaciones durante el torneo, como ya hiciera en otras ocasiones en las que la cita neoyorquina ha sido sede de un grande. Ni hotel ni casa de alquiler. Woods se refugia en el Privacy, nombre significativo para quien est¨¢ en el centro de todas las miradas y persigue algo de paz.
La misma comodidad, aunque de manera muy diferente, busca Jon Rahm, que tambi¨¦n ha decidido mont¨¢rselo por su cuenta. En su caso, viviendo con su novia, Kelley, en una autocaravana, seg¨²n public¨® El Correo y cont¨® Rahm en su blog. Este tipo de hospedaje le permite, cuenta, descansar mejor, porque puede llevar el colch¨®n y la almohada a los que est¨¢ acostumbrado, y no se arriesga, como explica que le ha pasado otras veces, a un dolor de cuello o espalda por dormir mal. La pareja se las arregla mejor con la dieta, al cocinar ellos, un aspecto en el que Rahm ha puesto el foco dentro de su preparaci¨®n f¨ªsica. Adem¨¢s, est¨¢ cerca del campo, no ha de preocuparse por las reservas de hotel, se evita atascos¡ y recuerda cuando de ni?o iba con sus padres y su hermano de viaje por Europa.
Quien no entiende de campos duros ni da un paso atr¨¢s es Brooks Koepka. El caso de este estadounidense de 29 a?os es para hac¨¦rselo mirar. El chico tiene m¨¢s grandes en su palmar¨¦s (tres: dos US Open y el PGA del a?o pasado) que otros torneos del circuito estadounidense (dos). ¡°A veces es m¨¢s f¨¢cil ganar un grande que una prueba de la PGA¡±, dice como si nada quien se propone como meta llegar a los 10 majors. Es presentarse el cartel del Grand Slam y ah¨ª est¨¢ Koepka como un valor seguro, con tal confianza que a veces parece que ya sepa que va a ganar, como si fuera el mism¨ªsimo Nicklaus. En la apertura de este PGA que m¨¢s bien parece un US Open por su dureza (solo 16 bajaron del par), y mientras muchos golfistas se encog¨ªan, Koepka fue un gigante: ni un bogey y siete birdies que le dieron el liderato con un golpe sobre el neozeland¨¦s Danny Lee (-6) y cuatro sobre el ingl¨¦s Tommy Fleetwood (-3).
Los 63 impactos de Koepka (en un par 70) son el d¨ªgito m¨¢s bajo en un grande igualando las dos ocasiones que lo consiguieron Greg Norman (Brit¨¢nico 86 y Masters 96) y Vijay Singh (PGA 93 y US Open 2003) y empatan el r¨¦cord del campo. Y eso que no hizo birdie en ninguno de los dos pares cinco. La magia la sac¨® con unos putts de cirujano: de 12 metros en el hoyo 10, de 10 metros en el nueve... ¡°Ha sido la mejor ronda de golf que he jugado como profesional¡±, zanj¨® el l¨ªder.
Entre los mortales asom¨® Jon Rahm. El vasco empez¨® con un birdie, y aunque tuvo como todos alg¨²n altibajo, acab¨® de menos a m¨¢s, con un birdie en el 16 y otra oportunidad en el 18 que se le escap¨® con un putt asequible. El de Barrika firm¨® el par, 70, un buen resultado vista la escabechina. Ya lo aprendi¨® de Tiger en Augusta. Un grande no se gana el primer d¨ªa, pero s¨ª se puede perder.
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