El hambre de Larkin; la magia del Chacho
En este tipo de formato, vivir o morir en 40 minutos, los bases tienen en muchas ocasiones la sart¨¦n por el mango

Mucho se seguir¨¢ discutiendo siempre sobre los mejores formatos de competici¨®n. En la eliminaci¨®n de Fenerbace, de forma clara, se puede argumentar que el mejor equipo regular ha tenido que jugarse todo a una carta en vez de seguir con la ventaja de nuevas series de playoff con el factor cancha a favor. La vieja Copa de Europa, hoy flamante Euroliga, siempre fue as¨ª. Gustar¨¢ m¨¢s o menos, pero a nadie enga?a la gen¨¦tica de su trofeo. Y en otras ocasiones Obradovic se vio beneficiado. Por ejemplo aquella primera Final Four que gan¨® con Partiz¨¢n en 1992 cuando lleg¨® c¨®mo peor clasificado de los cuatro en liza.
Aquel a?o ten¨ªa a un tipo como Djordjevic en su equipo, con mirada intensa y juego asesino por su capacidad de manejar los ritmos, y en esta ocasi¨®n ese jugador estaba enfrente. Shane Larkin fue el absoluto dominador de un partido que encar¨® con ese hambre atrasada tan necesaria en estos acontecimientos. Escuch¨¢bamos los d¨ªas previos el podcast entre Larkin y Joe Arlauckas y el hijo de Barry Larkin, un mito del Baseball en Estados Unidos, no ofrec¨ªa dudas: quer¨ªa dejar su sello en esta ¨²ltima parte de la temporada, primero en el dif¨ªcil playoff frente al Barcelona y ahora en el asalto al t¨ªtulo que tanto se ha resistido a ese equipo previamente.
En este tipo de formato, vivir o morir en 40 minutos, los bases tienen en muchas ocasiones la sart¨¦n por el mango. Si repasamos los mvp?s hist¨®ricos de la Final Four, nos encontramos jugadores norteamericanos capaces de domar a los gigantes durante todo un fin de semana. En los noventa fueron el Olympiakos de David Rivers o el Zalgiris de Tyus Edney. Y hace apenas un lustro, y absolutamente contra pron¨®stico, aquel Maccabi de Tyrese Rice. Llega ahora a la final el hambriento Efes de Shane Larkin.
Todo apuntaba a que se enfrentar¨ªa al Real Madrid de Walter Tavares, dado el espectacular inicio del p¨ªvot madridista en el primer cuarto frente a Cska. Esa capacidad de intimidaci¨®n que se ha ido construyendo con tanto esfuerzo por parte del jugador y tanta cabeza desde el banquillo, era la potente carta de presentaci¨®n hacia el?back to back madridista. Uno se transportaba sin querer, durante esos minutos tan dominantes de Tavares en defensa, al viejo pabell¨®n de la Ciudad Deportiva de la Castellana, cuando el equipo del ej¨¦rcito que cada Navidad llegaban desde la Uni¨®n Sovi¨¦tica nos dejaban sin habla al salir por el tunel de vestuarios. La mirada de un ni?o desde las primeras filas los ve¨ªa a todos al menos 20 cent¨ªmetros m¨¢s altos que sus pares. ?Qu¨¦ pod¨ªan hacer los enanos Corbal¨¢n, Iturriaga, Jackson, Robinson y Mart¨ªn frente a eso? S¨®lo les quedaba una opci¨®n; encomendarse al juego a campo abierto y a toda pastilla. La foto fija de Hines sujetando con su antebrazo el culo de Tavares, era el negativo id¨¦ntico de la de Wayne Robinson frente a Tachenko 35 a?os antes. Pero aquellos bajitos vestidos de blanco, y sobradamente preparados, siempre acababan compitiendo. Y uno se tem¨ªa que estos de rojo tambi¨¦n. Al final del primer cuarto, la c¨¢mara nos meti¨® en el tiempo muerto de Itoudis, y lo ¨²nico que fuimos capaces de escuchar n¨ªtidamente y varias veces fue un concepto baloncest¨ªstico, ¡®chacho this¡¯, ¡®chacho that¡¯, que apenas ha cambiado de sentido en 15 a?os, s¨®lo de acento.
Sergio Rodr¨ªguez, en baloncesto internacional de primer nivel quiere decir luz al final del t¨²nel. Ya lo intuy¨® as¨ª en 2006 Pepu Hern¨¢ndez, cuando los argentinos nos pasaban por encima en la semifinal del Mundial. El concepto Chacho, en partidos de esta relevancia, a veces puede con rivales en perfecto estado de revista. El Madrid segu¨ªa dominando. Y jugaba bien. Al equipo no se le pod¨ªa poner casi ning¨²n pero. Al dominio de Tavares lo siguieron buenos minutos en general de todos menos Ay¨®n, extra?amente gris. Y nada hac¨ªa presagiar con 16 puntos de ventaja en el tercer cuarto que la final se pudiera escapar de las manos. La ¨²nica posibilidad para Itoudis segu¨ªa pasando por aferrarse al talento de sus jugadores y por alguna v¨ªa de agua que se le abriese al Madrid. Ese momento bocinazo-t¨¦cnica-p¨¦rdida de concentraci¨®n, signific¨® para Itoudis la necesaria calada previa a la invocaci¨®n final; Chacho this y De Colo that. El final del sue?o del back to back.
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