El Giro se despide de los sprints en la casa de Fausto Coppi
Segunda victoria de Caleb Ewan la v¨ªspera del comienzo de la monta?a
El ciclismo necesita como el aire de sus h¨¦roes, que le legitiman y le dan sentido, y cuentan la historia de la sociedad en la que nacen.
Necesita rememorar a Coppi, que este 2019 habr¨ªa cumplido 100 a?os, y a su vecino y ancestro Girardengo, que naci¨® en Novi Ligure, donde termina la etapa, premonitoriamente la noche de marzo de 1893 en la que la ciudad del Piamonte inaugur¨® sus primeras farolas y dej¨® de estar iluminada solo por la luna. El Giro se acuerda de ellos, sus primeros campionissimi, y les homenajea y en la cena del Movistar los ciclistas comparten charla con Adriano Malori, su h¨¦roe privado, que les ha visitado como hace siempre que el Giro pasa cerca de su casa. Malori era uno de ellos, ayud¨® a Nairo a ganar su Giro y hasta un d¨ªa de enero de 2016 en el que una ca¨ªda pavorosa, en la que se golpe¨® fuerte la cabeza, le dej¨® en coma varios d¨ªas y con secuelas en el habla y en los movimientos de su cuerpo para el resto de su vida, y tiene 31 a?os. ¡°Est¨¢s fino como un pincel¡±, le dicen, y ¨¦l sonr¨ªe y contesta que sigue saliendo en bici y ayuda a personas que sufren accidentes neurol¨®gicos como el suyo y les motiva para que nunca se rindan. Los compa?eros padecen con ¨¦l y conviven con la idea de que ellos tambi¨¦n pueden ser v¨ªctimas tambi¨¦n, pero se la quitan r¨¢pidamente de la cabeza, prefieren pasar por inconscientes que juegan con el riesgo, y se suben a la bici para sentirse Coppi y Girardengo a la vez, miembros de una especie ¨²nica.
As¨ª sobreviven, enga?¨¢ndose, cuando se lanzan a la carretera lisa, lisa, 220 kil¨®metros, infinita por la orilla sur del padre Po que se desliza perezoso por la llanura padana f¨¦rtil al ritmo de la canci¨®n de Paolo Conte, y lo remontan hacia sus fuentes, hacia las fuentes del ciclismo tambi¨¦n. Est¨¢n a mitad de camino del Giro, la etapa 11?, 10 pasadas, 10 por llegar, por una carretera que recorre de este a oeste el paralelo 45, la l¨ªnea que coarta la tierra a mitad de camino de ecuador y polo norte. Al norte est¨¢n las monta?as, donde nace el Po, donde el Giro dibujar¨¢ por fin recorridos dignos de su leyenda. Entre aprensivos y ansiosos, deseando y temiendo, los corredores miran a las monta?as, al primer primera, el Montoso (1.248m), que ascender¨¢n hoy poco antes de pelearse en Pinerolo en una cuesta de 500m al 20%, y de piedras. Pero antes hay que llegar a Novi Ligure, donde el ciclismo es un museo, donde Coppi se hizo ciclista repartiendo en bicicleta los pedidos de la charcuter¨ªa en la que trabajaba de aprendiz junto a una f¨¢brica de chocolate.
Han salido de Carpi, donde les cuentan que Dorando Pietri era camarero que corr¨ªa entre las mesas de la terraza sirviendo caf¨¦s antes de ser el h¨¦roe ins¨®lito del marat¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos de Londres de 1908, descalificado despu¨¦s de terminar primero porque le ayudaron a levantarse cuando se cay¨® agotado, y Cima, Frapporti y Maestri tienen ante s¨ª un desaf¨ªo ¨¦pico. Los tres modestos italianos se disputan el premio de la Fuga, 4.000 euros que recibir¨¢ el que m¨¢s kil¨®metros recorra escapado el Giro, y cuando se va uno, los otros est¨¢n obligados a seguirle. Suman 195 kil¨®metros m¨¢s en una clasificaci¨®n que Frapporti (815 kil¨®metros fugado en las 11 etapas disputadas) lidera con holgura. Y una vez absorbidos, a 25 kil¨®metros de la llegada, deben seguir vigil¨¢ndose; el que termine primero la etapa se llevar¨¢ 150 euros.
Tampoco le falta esp¨ªritu (y algo de mala leche) al duelo entre D¨¦mare y el vendado Ackermann por el maillot ciclamen que comienza en una meta volante y termina en el sprint final, y el viento de cara. All¨ª gana Ewan, su segunda victoria, y aumenta la depresi¨®n de Viviani, cuarto tras D¨¦mare (ahora vestido de ciclamen) y Ackermann. El campe¨®n italiano, ganador de cuatro etapas el pasado Giro, cree que se le ha olvidado esprintar.
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