El gol solidario de las futbolistas de Canad¨¢
La selecci¨®n femenina, que juega el Mundial, se une a Common Goal y donar¨¢ el 1% de su salario
La primera aproximaci¨®n con Erin McLeod, portera de la selecci¨®n de Canad¨¢, con 119 internacionalidades y medalla de bronce en los Juegos de Londres, fue alucinante. Ya se esperaban algo parecido en Common Goal, organizaci¨®n ben¨¦fica que quiere regularizar que el 1% de lo que produce la industria del f¨²tbol vaya a los m¨¢s desfavorecidos. "Como portera es fabulosa, pero tambi¨¦n nos interes¨® como persona porque fuera del f¨²tbol tiene tantas pasiones e intereses, como ser artista gr¨¢fica, adem¨¢s de tener el valor de hablar de la sexualidad y de los derechos de los homosexuales en p¨²blico", cuenta Ben Miller, responsable del ¨¢rea de alianzas y comunicaci¨®n de Common Goal; "y en la primera charla ya nos dijo que se unir¨ªa a nosotros". McLeod interviene: "Me gusta el concepto de las personas que ayudan con el uno por ciento de sus salarios y que esto signifique que una peque?a cantidad pueda hacer una diferencia tan grande". Pero la cosa no se qued¨® ah¨ª.
El segundo encuentro fue en Murcia, en el complejo deportivo de Pinatar Arena, donde se concentr¨® la selecci¨®n -quinta en el r¨¢nking- antes del Mundial absoluto que se disputa ahora en Francia. "?Y si intentamos un once internacional de Common Goal?", le sugiri¨® Miller a McLeod, viendo el liderazgo y la influencia que ten¨ªa sobre sus compa?eras. Horas m¨¢s tarde, le lleg¨® un correo a Miller con las jugadoras que estaban interesadas en unirse. "Es impresionante que sea casi una selecci¨®n al completo y que 14 de ellas est¨¦n en el Mundial", se congratula J¨¹rgen Griesbeck, fundador de Common Goal; "adem¨¢s, es una selecci¨®n que lucha contra la desigualdad y al mismo tiempo interpreta su situaci¨®n de privilegio y entiende su poder de inspiraci¨®n. Es lo que buscamos; comprender que los mayores cambios requieren de juego en equipo y que un poco de todos se a traduce en un impacto para muchos". Quiz¨¢ ese juego de equipo hizo que Pinatar Arena se adhiriera al movimiento unos d¨ªas m¨¢s tarde.
La incorporaci¨®n de Canad¨¢ es un nuevo hito para Common Goal. "El primer jugador fue Juan Mata; las primeras mujeres fueron Alex Morgan (Lyon) y Megan Rapinoe (Seattle Reing); el primer equipo, el FC Nordsjaelland dan¨¦s; m¨¢s tarde se uni¨® el primer administrador de f¨²tbol, Aleksander Ceferin, presidente de la UEFA; y ahora, la primera selecci¨®n", se?ala Miller, que remarca que son 101 jugadores en total, de ellos 51 mujeres.
La australiana Alexandra Chidiac, del Atl¨¦tico, ejemplific¨® por qu¨¦.
- "Me gusta. Me apunto", le dijo Chidiac a Miller al escucharle.
- "?Pero no quieres hablar con tu agente?", le cuestion¨®.
- No, no hace falta.
"Las mujeres tienen m¨¢s apetito para liderar un cambio porque el sistema las tiene marginadas. Y, aunque solo es un mecanismo, el 1% es un aporte real de dinero, lo que requiere una relaci¨®n de confianza y contacto directo. Y ese contacto es mucho m¨¢s dif¨ªcil con los hombres por lo herm¨¦tico que es su entorno", dice Griesbeck. As¨ª lo ve Miller: "Las mujeres entienden perfectamente el poder del colectivo y su necesidad de cambiar el mundo". Por eso, cuando Chidiac se cay¨® de la lista del Mundial, llam¨® a Aivi Luik (Levante) para que se uniera al movimiento. "He intentado dar a conocer Common Goal porque cuantas m¨¢s personas, m¨¢s posible ser¨¢ el cambio. Queremos tener un gran impacto", dice McLeod.
Por ahora, la organizaci¨®n ha recaudado 1,4 millones y el 90% va directamente a las organizaciones ben¨¦ficas apoyadas por el movimiento, cuando normalmente las administraciones suelen quedarse un 35%. Y m¨¢s de la mitad ya se ha enviado a diferentes organizaciones -coordinado por streetfootballworld, red global de unas 130 organizaciones locales que usan el f¨²tbol para la transformaci¨®n social- como Oscar Foundation de Mumbai o en Tiempo de Juego de Bogot¨¢.
"Necesitamos que esto sea imparable. Hay que entender que tenemos un solo planeta y que somos una sola humanidad global, que el futuro va a depender de todos nosotros, de lo que hagamos o dejemos de hacer", reivindica Griesbeck. La selecci¨®n femenina de Canad¨¢ lo tiene claro.
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