C¨¦sar Menotti y Oscar Ruggeri reinician la vieja guerra civil del f¨²tbol argentino
El exentrenador de la selecci¨®n campeona del 78 y el defensor de la albiceleste en M¨¦xico 86 disputan una agria pelea en los medios
Incapaz de aprender de sus errores, el f¨²tbol argentino solo parece tener inventiva para complicarse la existencia. Por si no le alcanzaran el andar renqueante de su selecci¨®n, la falta de seriedad organizativa en los torneos locales, la fuga constante de jugadores, las sospechas de corrupci¨®n interna y dem¨¢s patolog¨ªas cr¨®nicas, dos de sus voces m¨¢s escuchadas reabrieron de manera imprevista la vieja ¡°guerra civil¡± entre menottistas y bilardistas.
Apenas horas antes de que el equipo liderado por Lionel Messi disputase su encuentro de cuartos de final de Copa Am¨¦rica ante Venezuela en el estadio Maracan¨¢, el propio C¨¦sar Luis Menotti, actual director de Selecciones Nacionales, y?Oscar Ruggeri, el temperamental y verborr¨¢gico zaguero de los campeones mundiales de 1986 se enzarzaron en una discusi¨®n medi¨¢tica que alter¨® la vigilia de un equipo acuciado por la urgencia de ganar un t¨ªtulo.
El exjugador del Real Madrid inici¨® las hostilidades en la noche del mi¨¦rcoles criticando con dureza la actuaci¨®n de Menotti en su nuevo puesto (fue nombrado en enero de este a?o), sobre todo por el hecho de no estar en Brasil junto al plantel. A continuaci¨®n se postul¨® sin tapujos para sucederle en el cargo. ¡°Muero por trabajar en la selecci¨®n¡±, dijo el popular Cabez¨®n en el programa de televisi¨®n del que es panelista habitual.
Tras su retiro como jugador, en 1998, y luego de algunos intentos muy poco afortunados como director t¨¦cnico, Ruggeri se convirti¨® en uno de los personajes m¨¢s populares de los medios audiovisuales. Buen contador de an¨¦cdotas, su estilo frontal y agresivo conecta con un p¨²blico mucho m¨¢s permeable a los discursos demag¨®gicos que a escuchar argumentos de fondo.
La respuesta de Menotti lleg¨® el jueves, tambi¨¦n por televisi¨®n. El entrenador campe¨®n del mundo de 1978 desestim¨® las cr¨ªticas ¨C¡°No es tan importante que yo est¨¦ en Brasil¡±, se?al¨®- y carg¨® contra Ruggeri. Como prueba de su ambici¨®n por buscar un puesto en la albiceleste lo acus¨® de llevar diez a?os ¡°comiendo asados en el predio de Ezeiza¡± [la casa de la selecci¨®n argentina en Buenos Aires], puso en duda su nivel cultural al decir que ¡°de vez en cuando est¨¢ bien agarrar y leer un librito¡±, afirm¨® que ¡°hasta para ser c¨®mico hay que prepararse¡± y rest¨® trascendencia a sus opiniones: ¡°Lo que diga no tiene ning¨²n peso¡±.
El exmarcador central no se qued¨® atr¨¢s. Pr¨¢cticamente en simult¨¢neo y por otro canal comenz¨® a contestar fiel a sus formas. ¡°Vago, dej¨¢ de versear [no cumplir con lo que se habla, en dialecto porte?o] y renunci¨¢¡±, exclam¨® frente a las c¨¢maras. En un largo mon¨®logo desafi¨® a Menotti a debatir frente a frente, lo acus¨® de tenerle miedo y por supuesto mencion¨® a Carlos Bilardo, durante d¨¦cadas el enemigo p¨²blico n¨²mero uno del Flaco. ¡°Gracias a Dios que lo tuve de entrenador [en M¨¦xico 86]. ?l me ense?¨® a decir la verdad y mirar a la cara¡±, sentenci¨® Ruggeri para reabrir la mayor grieta que haya dividido al f¨²tbol argentino.
Bilardistas y menottistas
En 1982, y luego de la mala actuaci¨®n de la selecci¨®n en el Mundial de Espa?a, Menotti dej¨® su cargo como t¨¦cnico. Bilardo fue su reemplazante. Situados en las ant¨ªpodas, tanto futbol¨ªstica como en su modo de ver y entender la vida, el enfrentamiento fue inevitable. El ¨¦xito del Narig¨®n en M¨¦xico 86 agudiz¨® la divisi¨®n.
Como una derivaci¨®n de aquella conquista, el sector del periodismo vern¨¢culo que apoyaba a Bilardo, y a su exaltaci¨®n del triunfo como ¨²nico y exclusivo fin m¨¢s all¨¢ de los medios, fue ocupando los lugares preferenciales en radios y canales televisivos. El resultado fue la creaci¨®n de un discurso unidireccional que anid¨® en la mente de la mayor parte del p¨²blico y tuvo continuidad en las nuevas hornadas de comunicadores. Las ideas de Ruggeri -apoyadas por abrumadora mayor¨ªa en las redes sociales- fueron moldeadas con ese barro y el regreso del Flaco a la primera l¨ªnea lo devolvieron a la vieja trinchera.
¡°La relaci¨®n con Menotti es muy buena, est¨¢ intacta y tenemos un di¨¢logo permanente¡±, indic¨® por el contrario Lionel Scaloni, el t¨¦cnico albiceleste, durante la rueda de prensa previa al partido ante Venezuela, adem¨¢s de aclarar que conoce ¡°el problema f¨ªsico que tiene Menotti¡±. La suya fue la ¨²nica voz oficial que se refiri¨® al asunto. Ni Claudio Tapia, presidente de AFA, ni ning¨²n otro dirigente sali¨® en respaldo de su empleado. Tampoco nadie se ocup¨® de aclarar que el Flaco, de 80 a?os, no est¨¢ en Brasil porque los m¨¦dicos le aconsejaron no viajar debido a sus recientes problemas de salud.
En sus primeros meses de gesti¨®n, Menotti se limit¨® a respetar los contratos de los t¨¦cnicos de las diversas categor¨ªas nacionales, hablar con ellos y trazar un diagn¨®stico de situaci¨®n, aclarando que su proyecto empezar¨ªa ¡°despu¨¦s de la Copa Am¨¦rica¡±. Sin embargo, y aprovechando el discreto rendimiento del equipo hasta el momento, Ruggeri decidi¨® apurar los tiempos para intentar hacerse un lugar en el combinado nacional. Se trata de un viejo sue?o personal. Al hacerse cargo del equipo en 2009, Diego Maradona quiso llevarlo como ayudante, pero Julio Grondona, presidente de la AFA, se opuso de manera tajante.
En sus habitaciones del hotel de concentraci¨®n en Barra de Tijuca, los jugadores albicelestes fueron enter¨¢ndose de la trifulca a medida que se despertaban de la siesta. Posiblemente no se habr¨¢n sorprendido. Ya est¨¢n acostumbrados a esta insana costumbre que en los ¨²ltimos tiempos ha adquirido el f¨²tbol argentino: la de inventarse obst¨¢culos para seguir hundi¨¦ndose.
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