Argentina juega mejor que Messi
El 10 no est¨¢ fino ni a gusto de momento, le incomoda la cancha, conduce mal y remata peor, incluso los golpes francos, su suerte favorita en el Camp Nou

Argentina busca un punto de inflexi¨®n ante la secuencia de derrotas que se han sucedido desde que en 1993 ganara la Copa Am¨¦rica. La desesperaci¨®n ha sido tanta que ha tenido hasta nueve seleccionadores en 14 a?os a partir de la salida de Bielsa en 2004: P¨¦kerman, Basile, Maradona, Batista, Martino, Bauza, Sampaoli y Scaloni, nombrado en 2108. Hab¨ªa la sensaci¨®n de que el problema consist¨ªa en dar con un entrenador que entendiera a Messi, debutante en 2005, cuando el t¨¦cnico era P¨¦kerman. No era una deducci¨®n tan simplista si se recuerda que la Albiceleste sali¨® campeona mundial con Maradona. Tener al mejor jugador del mundo no garantiza sin embargo el triunfo en Am¨¦rica ni tampoco en Europa como bien sabe el Barcelona. La confusi¨®n ha durado hasta que lleg¨® Scaloni y Argentina juega ahora mismo como si no jugara Messi.
No se sabe todav¨ªa si le alcanzar¨¢ para salir vencedora o bien parada de Brasil. La cuesti¨®n es que el cambio se ha dado de la manera m¨¢s insospechada: la Albiceleste empieza a parecer un equipo cuando Messi ha dejado de ser el futbolista que marca las diferencias, el que condiciona el juego propio y del contrario, y se ha convertido en el ciudadano m¨¢s argentino de Argentina. A efectos visuales, parece como si la mejor versi¨®n de la Albiceleste en mucho tiempo hubiera coincidido con la peor de Messi. A Argentina, en cualquier caso, le ha venido mucho mejor que a su capit¨¢n despojarse de su aura de favorita y pelear partido a partido sin la necesidad de trascender, simplemente la de imponerse como un equipo peque?o hasta el supercl¨¢sico del mi¨¦rcoles ante Brasil, el encuentro que exigir¨¢ tambi¨¦n la redenci¨®n de Messi si Argentina pretende lograr la Copa.
La Albiceleste ha progresado cada jornada despu¨¦s de su descorazonador estreno ante la ya eliminada Colombia. Empat¨® con Paraguay con un gol de penalti de Messi, sali¨® airosa de su duelo con Qatar y derrot¨® a Venezuela. Ha ganado cuerpo, sobre todo por su sentido del juego colectivo, compromiso y solidaridad, y gana tambi¨¦n un futbolista en cada encuentro: Armani resuelve bien como portero; Tagliafico es un defensa interesante; Paredes tiene la personalidad, perspectiva y elegancia que se exige a un 5; Lautaro Mart¨ªnez ataca como los mejores delanteros y tiene gol; el Kun Ag¨¹ero nunca desfallece con y sin la pelota, generoso ofensiva y defensivamente; y siempre suman De Paul, Acu?a y Lo Celso. No es un equipazo sino un conjunto todav¨ªa discontinuo que tiene buenas intenciones a la espera de retos mayores como el de enfrentarse a la anfitriona Brasil.
No es poco si se tiene en cuenta que Scaloni lleva 13 alineaciones en 13 partidos y que falta por a?adir a Messi. Aunque el capit¨¢n est¨¢ en la formaci¨®n, todav¨ªa no juega, o al menos Argentina juega mejor que Messi. El 10 no est¨¢ fino ni a gusto de momento, le incomoda la cancha, conduce mal y remata peor, incluso los golpes francos, su suerte favorita en el Camp Nou. No le salen los regates, tampoco acaba las jugadas, no se va en uno contra uno, descarta los cambios de orientaci¨®n y no encuentra la l¨ªnea de pase para Lautaro y Ag¨¹ero. La selecci¨®n incluso se ha acostumbrado a pasar de largo, como si Messi no estuviera, caminante por su falta de ritmo y velocidad, nada protagonista, mejor como hincha que l¨ªder de la Albiceleste.
Argentina ha perdido moment¨¢neamente al jugador m¨¢s influyente del mundo y a cambio ha ganado un soldado para la causa: 134 partidos despu¨¦s de su debut, Messi cant¨® el himno, celebr¨® los goles de Lautaro y Lo Celso como si fueran suyos, dej¨® de mirar a su abuela Celia mientras las c¨¢maras se distraen con el show de su hijo Mateo ¡ªsiempre necesita mantener el v¨ªnculo con Messi¡ª y sale sonriente para hablar de su equipo y de la unidad con la que se comporta, autocr¨ªtico con su actuaci¨®n, esperanzado con conquistar Am¨¦rica. Apagado en el campo, sin que se sepa si pretende disimular sus molestias en el pubis, ejerce de capit¨¢n antes y despu¨¦s del juego, consciente en cualquier caso de que no puede ser espectador con el europeizado Brasil.
Ahora no es Messi quien aguarda a Argentina sino que Argentina espera a Messi. Las tornas han cambiado, ya no se habla de messidependencia y hoy es el jugador el que no puede desmerecer a la selecci¨®n. Aunque no se sabe si se encontrar¨¢n a tiempo, las cosas empiezan a cambiar en la Albiceleste. Quiz¨¢ encontr¨® el punto de inflexi¨®n esperado con o sin un triunfo en Brasil despu¨¦s de quemar t¨¦cnicos y jugadores en su desespero por contentar a Messi. Feliz como argentino, falta que Messi se reencuentre como futbolista, aparentemente la cosa m¨¢s sencilla para el n¨²mero uno.
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