El audaz Alaphilippe alcanza el amarillo como un corcho de champ¨¢n
Thomas no aguanta la rueda de Bernal en el repecho final, donde Mas, Landa y Nairo ceden tambi¨¦n 5s al colombiano
A Poulidor, que de ciclista nunca visti¨® de amarillo, le toca ahora, que es abuelo, ponerse un niqui amarillo limpio todas las tardes y subir al podio para que le abrace el l¨ªder del Tour, al que felicita. M¨¢s que como una burla de un destino bromista, el viejo Poupou, de 83 a?os, se toma la obligaci¨®n protocolaria como una oportunidad de oro para ser ¨¦l quien diga la ¨²ltima palabra. Pese a su clase, lucha y tenacidad, ¨¦l nunca pudo ser ni Anquetil, ni Merckx, los radiantes, pero har¨¢ que sus nietos brillen m¨¢s a¨²n. Nietos propios y nietos adoptivos, que le adoran todos. Como el audaz Alaphilippe.
Su verdadero nieto, Mathieu van der Poel, el fen¨®meno que llega, no corre el Tour porque est¨¢ en un equipo de segunda divisi¨®n, pero al generoso Poulidor no le cost¨® proclamarse abuelo de los j¨®venes que est¨¢n decidiendo un inicio de Tour que a los aficionados les encanta. El exl¨ªder, el holand¨¦s Teunissen, acept¨® tranquilo el todos sois mis nietos que le solt¨® simb¨®licamente Poulidor el s¨¢bado tras su victoria at¨®mica en Bruselas, pero el franc¨¦s Alaphilippe, el nuevo l¨ªder, no se priv¨® de besarle sonoramente y con carcajada feliz en las siempre sonrosadas y radiantes mejillas despu¨¦s de que Poupou, admirado y encantado por lo que le hab¨ªa visto hacer en la cuesta final de ?pernay, y antes, le admitiera en su clan familiar espet¨¢ndole: "No eres mi nieto Mathieu, pero tienes la misma clase". Y cuando gane Van Aert algo, que lo ganar¨¢, ya se sumar¨¢ alegre al clan.
Cuando llega enero, dos de cada tres fines de semana, Poulidor reemprende un Tour de Francia. Interminable como su vida. Recorre hipermercados, ferias de la morcilla y hasta fiestas familiares. Llega a una sala. Instala delante de ¨¦l una mesa con tres torres de libros (las tres biograf¨ªas que ha publicado) y firma aut¨®grafos hasta que se agotan. Mientras ¨¦l congenia con ancianos y ancianas que le proclaman su devoci¨®n eterna y hasta, como una mujer, le anuncian que cuando mueran quieren que su f¨¦retro est¨¦ forrado con fotos suyas, sus nietos se lanzan al barro. Si algo une a Van der Poel, Van Aert, Teunissen y Alaphilippe es sus inicios en el ciclocross, y all¨ª ya pelearon unos contra otros en sus a?os m¨¢s j¨®venes, en la especialidad que parece llenar de una energ¨ªa especial e inagotable a sus mejores practicantes. Los cambios de ritmo son repetidos y explosivos sobre el barro, y sobre el asfalto son tapones de champ¨¢n, que saltan ruidosos y veloces, y quitan el hipo, como salta Alaphilippe feliz e impetuoso en la cota de Mutigny, a 17 kil¨®metros de la meta, una cuesta vertical entre vi?edos exuberantes y verd¨ªsimos de pinot noir que se har¨¢n espuma y l¨ªquido amarillo, tan amarillo como el maillot que le espera al final de la ¨²ltima cuesta.
Todos esperaban el salto del franc¨¦s como tambi¨¦n lo esperaban en la Flecha Valona, en la Mil¨¢n-San Remo, en todas las etapas que ha ganado de la misma manera el que dicen el Valverde franc¨¦s, y, como entonces, ninguno le pudo seguir. Algunos ni lo intentaron. No pudieron los explosivos que querr¨ªan haber ganado la etapa; no lo intentaron los favoritos de la general: Alaphilippe no es rival en ese apartado.
"Sal¨ª a coger la bonificaci¨®n de la cuesta, pero luego arriba vi que hab¨ªa abierto bastante hueco, as¨ª que decid¨ª seguir", dice el nuevo l¨ªder del Tour. "Me lanc¨¦ bajando y abr¨ª m¨¢s hueco, as¨ª que no solo consegu¨ª ganar la etapa: el maillot amarillo es un bonus".
Cuando salt¨® espumoso a su rueda estaba Egan Bernal, que quiz¨¢s podr¨ªa haberle aguantado el tir¨®n.
Como a Alaphilippe al fenomenal colombiano tambi¨¦n le nacieron los dientes ciclistas lejos del asfalto, en el barro de los circuitos de mountain bike; como el franc¨¦s, Bernal tambi¨¦n tiene la energ¨ªa para ser explosivo en las distancias cortas, pero a diferencia del franc¨¦s tiene m¨¢s recorrido en las largas, en las contrarrelojes y en los grandes puertos de monta?a, que es donde se gesta el ganador de los Tours. Podr¨ªa adoptarlo tambi¨¦n Poulidor como nieto a Bernal, y har¨ªa muy bien.
Cuando arranc¨® Alaphilippe, en vez de empinarse sobre la bici y apretar los ri?ones para responderle, como chico bien educado y obediente que es, Bernal mir¨® atr¨¢s: quer¨ªa saber d¨®nde estaba Thomas, su l¨ªder nominal en el Ineos, a quien se debe. Al verlo apurado, la cara tendiendo al colorado, Bernal levant¨® el pie. Su equipo organiz¨® la marcha tras Alaphilippe para llegar todos bien colocados a la ¨²ltima cuesta, una calle de 200 metros de larga vertical entre bodegas. All¨ª, nadie mir¨® a nadie. Todos fueron a tope. Thomas, a rueda de Bernal hasta que no pudo m¨¢s. El colombiano que afirm¨® que ayudar¨ªa a Thomas si este estaba m¨¢s fuerte que ¨¦l empez¨® a poner las cosas claras. La diferencia es m¨ªnima, cinco segundos. El significado, m¨¢s amplio.
En el grupo de Bernal se col¨® Pinot, el aspirante franc¨¦s m¨¢s pimpante del inicio del Tour. No se col¨® ning¨²n espa?ol. Mas y Landa cedieron tambi¨¦n 5s, como Thomas y Valverde.
Alaphilippe dijo que no piensa luchar para ganar el Tour. ¡°Para eso tenemos en el equipo a Mas¡±, dijo. ¡°Quiz¨¢s el jueves en la Planche des Belles Filles pueda pasarle yo el maillot... No estar¨ªa mal, ?no?¡±
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