Dos nuevos Messi
El argentino se comport¨® en la Copa Am¨¦rica como nunca. En el campo jug¨® a un nivel terrenal y fuera lo vimos especialmente comprometido
Una afici¨®n que estudia en Harvard
La Copa Am¨¦rica termin¨® y dej¨® algunas tendencias m¨¢s sociol¨®gicas que futbol¨ªsticas. Hubo un tiempo en que ciertas clases sociales consideraban el f¨²tbol una ordinariez y lo rechazaban hasta en las conversaciones. Hasta que se transform¨® en parte esencial de la industria del ocio y los jugadores se convirtieron en modelos sociales que salen en Vanity Fair. El f¨²tbol ya es chic y eso trae consecuencias. De campeonato en campeonato, el perfil de los aficionados va cambiando. En la Copa Am¨¦rica vimos un p¨²blico absurdamente blanco para un pa¨ªs que tiene como un tesoro la diversidad racial. Donde antes ve¨ªamos a un hincha de pie, ahora hay uno sentado con una copa de champ¨¢n en la mano que solo se levanta para festejar un gol o para aplaudir a Bolsonaro en la entrega de premios. Durante los partidos el nuevo hincha no para de quejarse porque el pueblo no anima. Ser¨¢ porque ya no entra a los estadios.
M¨¢s argentino, menos Messi
Tambi¨¦n fuimos testigos de la transformaci¨®n de ese icono que es Messi, que se comport¨® como nunca dentro y fuera del campo. Dentro, porque jug¨® a un nivel terrenal, lo que contradijo, al menos durante el rato que dur¨® la Copa, su condici¨®n de genio. Fuera, porque vimos a una persona diferente. Comprometido como nunca, y eso est¨¢ bien, pero alejado de ese bajo perfil que siempre he admirado. Cayendo en provocaciones, como la que le cost¨® la expulsi¨®n; haciendo declaraciones graves, como la de acusar de "corrupta" a la Commebol; o tomando decisiones impropias de un capit¨¢n como la de negarse a recibir el premio por el tercer puesto. Siempre me fascin¨® el Messi jugador, y admiro la capacidad de tener bajo control su fama mundial tanto como la valent¨ªa de desafiar las presiones sin sobreactuar. Argentina parece feliz con esta nueva versi¨®n. Yo, solo en parte.
?Mandar callar o ignorar?
Armani detuvo un penalti contra Paraguay y le dio otra vida a Argentina. Entonces se levant¨® como un resorte y se llev¨® el ¨ªndice a la boca, pidiendo silencio ante un ruido que solo o¨ªa ¨¦l. Los jugadores est¨¢n demasiado atentos a las redes, que disparan juicios sumar¨ªsimos o directamente les ridiculizan, como si la opini¨®n vertida por un tipo que firma Calavera79 o MonoLoco tuviera autoridad profesional o moral. Conozco jugadores que llegaron hasta la consulta de un psic¨®logo para superar esa constante humillaci¨®n que les condiciona profesional y personalmente. Como pedirles responsabilidad social a las redes es rid¨ªculo, lo m¨¢s sano ser¨ªa que se mantuvieran ajenos a esa mara?a incontrolable haciendo otra cosa. Por ejemplo, hablando entre ellos entre partido y partido para hacer equipo. Si, por el contrario, siguen interesados en saber qu¨¦ opina un fantasma global de cada jugada que protagonizan, al menos no le contesten en medio del partido.
La ¨²ltima lecci¨®n
Todos sabemos ganar, pero solo algunos saben perder. Es muy dif¨ªcil, para un entrenador, gestionar el fusilamiento posterior a una derrota. A Tab¨¢rez le llaman Maestro porque lo es. Para llegar a esa condici¨®n hay que conocer la esencia del f¨²tbol, cosa nada f¨¢cil de lograr trat¨¢ndose de un juego caprichoso como un ni?o e inestable como un loco. Uruguay cay¨® sin merecerlo ante Per¨² y Tab¨¢rez, frente al pelot¨®n, lo acept¨® con una naturalidad heroica coronando su an¨¢lisis preciso del partido con esta frase: ¡°El rival no hizo nada antirreglamentario, as¨ª que hay que aceptar la derrota¡±. Y cuando alguien sugiri¨® que Per¨² hab¨ªa abusado de la p¨¦rdida de tiempo, El Maestro lo desarm¨® con una brutal sinceridad: ¡°Nosotros lo hicimos tantas veces¡¡±. Ni victimismo ni demagogia ni enfado. Solo un poco de pedagog¨ªa para que no olvidemos que el f¨²tbol est¨¢ hecho de valores tan grandes, o tan peque?os, como las personas que lo protagonizan.
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