Chicho Sibilio, el jugador de esmoquin
Marc¨® una ¨¦poca legendaria en el Bar?a y en la selecci¨®n espa?ola, form¨® el tri¨¢ngulo m¨¢gico con Soloz¨¢bal y Epi

Un d¨ªa, jugando de pitcher, le enviaron varias bolas fuera del estadio. Cogi¨® tal rabieta que dej¨® el b¨¦isbol y se dedic¨® al baloncesto. As¨ª era C¨¢ndido Antonio Chicho Sibilio, uno de los mejores anotadores que ha jugado en Europa desde la d¨¦cada de los ochenta. Marc¨® una ¨¦poca legendaria en el Bar?a y en la selecci¨®n espa?ola, form¨® el tri¨¢ngulo m¨¢gico con Soloz¨¢bal y Epi, el cuarteto de la muerte con De la Cruz, el quinteto de leyenda con Norris y el sexteto con Andr¨¦s Jim¨¦nez y la selecci¨®n de la plata del Eurobasket 83 tambi¨¦n con Corbal¨¢n, Iturriaga, Margall, Fernando Mart¨ªn y Romay. Naci¨® hace 60 a?os en la Rep¨²blica Dominicana. Con la selecci¨®n de su pa¨ªs jug¨® un torneo en Barcelona.
El entrenador del club azulgrana, Ranko Zeravica le ech¨® el ojo y le encarg¨® al directivo del club, Eduardo Portela, su fichaje. Tuvo la suerte de que la madre de Chicho no confiaba en la tutela de una universidad de Estados Unidos y prefiriese la oferta, educaci¨®n y alojamiento de su hijo con una familia de Barcelona con la que ya viv¨ªa otra promesa del club azulgrana, Juan De la Cruz. El p¨ªvot argentino ejerci¨® de padre, hermano mayor y amigo. All¨ª, cuando ten¨ªa 17 a?os empez¨® todo, una carrera de leyenda que corri¨® paralela a la de un equipo m¨ªtico. ¡°No bastaba con jugar, ten¨ªas que identificarte con el club. Manolo (Flores), Nacho (Soloz¨¢bal), su vida era el Bar?a. Nos ense?aron a querer el club. Me considero cul¨¦ de toda la vida¡±, explic¨® Chicho a Llu¨ªs Canut en el programa ¡®Quan s¡¯apaguen els llums¡¯ de TV3 en la ¨²ltima de las pocas visitas que de Chicho a Barcelona. Prefer¨ªa ¡°dormir bajo un cocotero¡± en su tierra natal, como bromeaba. Una broma relativa porque ese apego a sus ra¨ªces le llev¨® a renunciar a veces a la selecci¨®n espa?ola con la que debut¨® en los Juegos de Mosc¨²-80 tras dos a?os de espera para nacionalizarse. Desconectaba y jugaba la liga de verano de su pa¨ªs. Y as¨ª fue como perdi¨® la ocasi¨®n de ganar la medalla de plata en los Juegos de Los ?ngeles 84. Siempre mantuvo que no se arrepinti¨®.
Con la perspectiva del tiempo lament¨® no haber sido algo m¨¢s pol¨ªticamente correcto con sus entrenadores. Un d¨ªa desesper¨® a Antoni Serra, otro al seleccionador Antonio D¨ªaz Miguel y al final se las tuvo tiesas con A¨ªto Garc¨ªa Reneses. ¡°Es una rabieta de patio de colegio¡±, dijo despu¨¦s de que le dejase sin minutos tras el desastre en la Final Four de 1989 ante la Jugoplastika. No quiso rectificar y ello le llev¨® a fichar por el Baskonia tras 13 a?os en el Bar?a, con cinco ligas, ocho Copas, dos Recopas y una Korac en su palmar¨¦s. M¨¦ritos que, unidos a su juego elegante y espectacular eran susceptibles de que el club retirase su camiseta con el n¨²mero 6. Algo que no sucedi¨® y que muchos reivindican. En el Baskonia le cost¨® ser el l¨ªder que se esperaba que fuera el primer a?o. Pero el segundo, con Laso, Rivas y Arlauckas, asumi¨® otro papel y fue el Mejor Sexto Hombre de la Liga ACB. Dej¨® una gran huella en Vitoria.
Primer t¨ªtulo europeo
Fue tan decisivo en el primer t¨ªtulo europeo del Bar?a, la Recopa de 1985 con 29 puntos en la final ante el Zalgiris de Sabonis, como inexplicablemente nulo en la final de la Copa de Europa un a?o antes con cuatro puntos ante el Banco DiRoma. Y Nacho Soloz¨¢bal bromeaba con ¨¦l dici¨¦ndole que hab¨ªa dado la ¨²nica asistencia de su vida precisamente a ¨¦l. Soloz¨¢bal meti¨® aqu¨¦l triple en el ¨²ltimo segundo que sell¨® un triunfo hist¨®rico en la final de Copa de Valladolid de 1988 contra un Madrid arrollador. La jugada se hab¨ªa concebido para Chicho, pero al ver que Mart¨ªn, Alexis y Llorente se le echaban encima, se la dio a Nacho.
Su clase como jugador, un ala-p¨ªvot de dos metros reubicado como alero tirador, le redimi¨®. Llegaba tres minutos antes de cada entrenamiento o directamente tarde y tuvo que pagar muchas multas, traducidas en cenas a sus compa?eros. Era supersticioso. Llev¨® una camiseta de 1982 mucho tiempo bajo la del Bar?a y renegaba de la sal, las escaleras, los gatos negros. No fue h¨¢bil ni tuvo suerte con los negocios. ¡°La asimilaci¨®n del final de la vida de un deportista no llega tan f¨¢cil como llegaba el dinero, y es un problema no reconocerlo¡±, admiti¨®. Tras su retirada, regres¨® a la Rep¨²blica Dominicana. Fue entrenador durante un tiempo. ¡°Utilic¨¦ la misma filosof¨ªa que A¨ªto, que tiene ¨¦xito porque lo analiza todo mucho y pierde mucho tiempo en mejorar a cada jugador, como lo hizo conmigo¡±, reconoc¨ªa pese a sus diferencias con su ext¨¦cnico.
Chicho se implic¨® en la pol¨ªtica para ayudar a los j¨®venes deportistas de su pa¨ªs. Y en los ¨²ltimos a?adi¨® una academia de b¨¦isbol a la academia de baloncesto que ya dirig¨ªa. Hasta que el s¨¢bado falleci¨® a consecuencia de la diabetes que sufr¨ªa desde hace tiempo. Tan querido como a veces incomprendido, pero siempre admirado por su jogo bonito, por esa elegancia en el tiro propia en su ¨¦poca de los ca?oneros lituanos y ahora, pongamos que de Kevin Durant, Chicho Sibilio fue uno de esos contados jugadores que merec¨ªa haber competido vestido con esmoquin, un artista.
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