La contagiosa sonrisa de Ronaldinho
El brasile?o hace feliz a la gente que le rodea, incluso en la prisi¨®n de Paraguay
A Ronaldinho nunca le he visto triste, ni siquiera ahora, encerrado como est¨¢ en una prisi¨®n de Paraguay, seguramente porque me lo miro con buenos ojos, cosa que me pasa a menudo con los futbolistas que me han alegrado la vista, pocos como este brasile?o de Porto Alegre que cambi¨® el humor del Bar?a.
Aquel futbolista que lleg¨® al Camp Nou en 2003 por mediaci¨®n de Rosell no ten¨ªa nada que ver con Beckham, el fichaje que durante la campa?a electoral hab¨ªa prometido Laporta. El ingl¨¦s era el s¨ªmbolo de la moda, todo lo contrario que el carioca, que sac¨® al barcelonismo del confesionario de Gaspart. No era una cuesti¨®n de est¨¦tica, tampoco de estilo, ni seguramente de gusto futbol¨ªstico, sino de vida o muerte, y Ronaldinho pint¨® la cara del Barcelona con una sonrisa tan contagiosa que incluso Laporta y Rosell parec¨ªan amigos de toda la vida despu¨¦s de que Txiki no hubiera podido incorporar a la triple A ¨CAyala, Albeda y Aimar¡ªpor sugerencia de Cruyff.
Cruyff, Tixiki y Rijkaard ser¨ªan decisivos meses despu¨¦s, cuando contrataron a Davids en el mercado de invierno, escarmentados por el 5-1 encajado en el campo del M¨¢laga de Salva Ballesta y supieron encontrar el mejor lugar en el campo para Ronaldinho. El impacto del brasile?o fue tan gratificante que la afici¨®n azulgrana tiene la sensaci¨®n de que todo funcion¨® maravillosamente desde su llegada al Camp Nou. Ni siquiera se miraba el marcador en aquellos tiempos. Y si no, alcanza con recordar que el Bar?a no pas¨® del empate (1-1) con el Sevilla la noche del gazpacho, cuando Ronaldinho marc¨® un gol que ser¨¢ recordado por secula seculorum porque atraves¨® la cancha de punta a punta, desde que recogi¨® la pelota de Vald¨¦s hasta llegar al ¨¢rea de Notario.
Un golazo que provoc¨® un movimiento s¨ªsmico en el estadio registrado por el Observatori Fabra mientras Barcelona dorm¨ªa. A Ronaldinho siempre le ha gustado la noche porque entonces es cuando se convierte en el Gauuuuuuxu, como le bautiz¨® Puyal, como si fuera un lobo, depredador en el campo o en las salas de baile, el rey de la fiesta en la sala Bikini. Nadie pudo detener a aquel futbolista que corr¨ªa como un pura sangre y golpeaba la pelota como un jugador de golf, mitad atleta y mitad artista, hasta que se coron¨® como el n¨²mero uno y gan¨® el Bal¨®n de Oro.
Aplaudido en el Bernab¨¦u, todav¨ªa se le recuerda tambi¨¦n en Stamford Bridge por aquel gol en que remat¨® el bal¨®n sin tomar impulso, quieto, como si lanzara una falta, jugada que por un momento dej¨® helado al Chelsea. El Bar?a perdi¨® aquel partido y en cambio las im¨¢genes que todav¨ªa hoy se recuerdan son las del golpe de efecto de Ronaldinho. Yo jam¨¢s olvidar¨¦ la espaldinha que exhibi¨® contra el Zaragoza porque aquel d¨ªa pude ir al f¨²tbol con mi hijo Sergi.
Aquel equipo gan¨® dos Ligas y la Champions de Par¨ªs. No lleg¨® m¨¢s lejos porque Ronaldinho, que ya hab¨ªa sido campe¨®n del mundo, se dej¨® ir para dedicarse a vivir la vida, actitud que algunos barcelonistas no le han perdonado, como tambi¨¦n le reprochaban a Cruyff que dejara de ser el que fue despu¨¦s del 0-5. Todos, incluso las mejores figuras, parecen deberle algo al Bar?a, tambi¨¦n Ronaldinho, incluso despu¨¦s de convertirse en el padrino de Messi antes de irse de Barcelona.
Ronaldinho, en cualquier caso, nunca hizo un feo ni tuvo un mal gesto con el Bar?a. Asumi¨® que le largaran cuando lleg¨® Guardiola y reapareci¨® m¨¢s adelante con los Legends y cuando se le nombr¨® embajador del club, momentos en que ya empezaba a ser perseguido por la justicia de Brasil. Aseguran que su hermano Roberto le ha llevado por mal camino o, como m¨ªnimo, que se ha equivocado con los cambios de club, los negocios y las exhibiciones, de la misma manera que se le reproch¨® su apoyo a presidente brasile?o Bolsonaro.
La ¨²ltima de sus fechor¨ªas ha sido entrar en Paraguay con un pasaporte falso. La polic¨ªa le detuvo ya en su hotel con su hermano Roberto. El asunto no pinta muy bien si se tiene en cuenta que su abogado lleg¨® a decir: ¡°Es tonto¡±.
Ronaldinho ni se inmut¨®, sino que pidi¨® unas zapatillas a un guardia de seguridad para jugar el partido que hab¨ªan montado los reclusos con los polic¨ªas en el patio de la prisi¨®n. El resultado fue de 11-2. El brasile?o marc¨® cinco goles, dio seis asistencias y fue recompensado con un lech¨®n de 16 kilos.
No parec¨ªa muy asustado en la c¨¢rcel. ¡°Lo ¨²nico que me preocupa es mi madre¡±, dijo Ronaldinho, quien perdi¨® a su padre cuando ten¨ªa ocho a?os. A partir de entonces ha procurado no enfadarse y hacer feliz a la gente que le rodea, sonriente y agradecido, como si siempre se lo pasar¨¢ bien, dispuesto incluso a celebrar el d¨ªa 21 su 40 aniversario en la c¨¢rcel. Nunca ha dado la sensaci¨®n de actuar ni de llevar una m¨¢scara por m¨¢s que enga?e a los defensas en el campo, sino que Ronaldinho contagia su alegr¨ªa incluso en la c¨¢rcel de Paraguay.
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