En la cuna de Evenepoel: ¡°Hizo 100 kil¨®metros a 33 por hora y dijimos: ¡®Esto no es normal¡±
El padre del joven ciclista flamenco advierte contra las expectativas desmesuradas
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Patrick Evenepoel suda. Mueve fren¨¦ticamente la cabeza de arriba a abajo. De la televisi¨®n al m¨®vil. En una pantalla ve a su hijo Remco pedalear m¨¢s grande, pero el streaming se congela cada cierto tiempo entre protestas de una veintena de parroquianos. La otra, la retransmisi¨®n con los comentarios en espa?ol de TVE que sujeta en la mano, lleva medio minuto de adelanto, y le sirve para hacer spoiler de ataques y contraataques en la etapa final de la Vuelta a Burgos. En el bar De Rustberg, con sus paredes copadas por maillots, fotograf¨ªas y trofeos de la estrella emergente del ciclismo mundial, y sus mesas pobladas de cerveza belga, a nadie le molesta. Quieren saber si su chico culmina la obra.
Schepdaal, el pueblo flamenco donde se crio Remco Evenepoel, est¨¢ a solo 15 kil¨®metros de Bruselas. La mayor¨ªa de sus 5.000 habitantes trabaja en la capital. El resto cultiva un huerto, tiene un pu?ado de vacas u ovejas o emprende. Los padres de Remco son de estos ¨²ltimos. Patrick, exciclista que lleg¨® a disputar una Vuelta a Espa?a pero no a despuntar ¡ªtermin¨® en el puesto 113¡ª, tiene una peque?a empresa de construcci¨®n, y la madre ha abierto una peluquer¨ªa hace solo unos meses.
Los paisajes que vio durante a?os son seguramente similares a los del pegajoso comienzo de agosto: tractores por la carretera, hombres cruzando la calle hoz en mano, y grandes espacios abiertos, con una densidad de poblaci¨®n que el visitante ve derrumbarse al dejar atr¨¢s Bruselas.
Ni el pasado ciclista de su padre, ni la cultura de las dos ruedas de Flandes le empujaron a enfundarse el maillot de ni?o. A los cinco a?os empez¨® a jugar al f¨²tbol en el Anderlecht, del que sigue siendo un seguidor ac¨¦rrimo. ¡°Cuando ten¨ªa 10 a?os dije que si segu¨ªa as¨ª llegar¨ªa a ser profesional¡±, comenta Pascal van Herberghen, amigo de la familia, que conoce a Remco desde que naci¨®. A los 16 a?os, en medio de una dif¨ªcil relaci¨®n con el club, dio por acabado su idilio con el bal¨®n. Tocado psicol¨®gicamente, un d¨ªa le pide a su padre la bicicleta y se lanza a rodar en solitario. ¡°Hizo 100 kil¨®metros. Le ense?¨® a su padre el ritmo y sal¨ªan 33 km/h de media pese a que nunca hab¨ªa montado en bicicleta. Nos dijimos: ¡®esto no es normal'. Era incre¨ªble¡±, recuerda van Herberghen impresionado.
A partir de ah¨ª, todo fue pulir el diamante. Las buenas sensaciones las confirma en las salidas con la grupeta de su padre, donde el novato va sobrado frente a tipos que llevan d¨¦cadas saliendo varias veces por semana. Y luego en competici¨®n. En su primera carrera llega entre los diez primeros con la misma bici de su padre. En la tercera, gana.
La incertidumbre por la pandemia amenazaba con dejar en blanco el calendario. Pero Evenepoel no se relaj¨®. Alquil¨® un chalet en las Ardenas y se march¨® solo para no tener contacto con nadie y estar a salvo de contagios. Despu¨¦s hizo un entrenamiento en altitud con el equipo.
Ahora ah¨ª est¨¢, tres a?os despu¨¦s de su debut ciclista, en la televisi¨®n del bar del pueblo, intercambiando emboscadas con el espa?ol Mikel Landa y el colombiano Iv¨¢n Ramiro Sosa en las carreteras de Burgos. El ambiente se congela un largo minuto cuando Sosa despega hacia meta. Pero Remco cruza tercero en Lagunas de Neila, se lleva la clasificaci¨®n general y los aplausos estallan.
Patrick deja de mover la cabeza. Est¨¢ m¨¢s relajado, pero con su hijo elevado a los cielos, no termina de disfrutar la victoria. ¡°La gente va a exigirle m¨¢s ahora. En B¨¦lgica van a empezar a so?ar con una gran vuelta, y no es tan sencillo. Nadie sabe c¨®mo va a reaccionar en una segunda o tercera semana. Ya estoy viendo un art¨ªculo donde critican que haya sido tercero y no haya ganado tambi¨¦n la etapa. Les da igual que haya controlado la carrera¡±.
En una tierra adoradora del ciclismo, el Tour de Francia lleva 44 a?os sin viajar a sus vitrinas. La sombra de Eddy Merckx es alargada. Y a Remco Evenepoel ya nadie osa compararle con menos.
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