Un tenis empobrecido
El valor de nuestro deporte como espect¨¢culo, como el de cualquier otra disciplina, es que tenga la capacidad de emocionar. Y hemos llegado a un punto en que no lo consigue
Transcurrida la primera semana de competici¨®n en el US Open veo que, por primera vez en los ¨²ltimos a?os, son los jugadores j¨®venes los que ocupan el cuadro masculino de octavos de final. Encima, Novak Djokovic est¨¢ descalificado. Y en el femenino, como viene siendo habitual, la cosa est¨¢ menos clara.
No he tenido la suerte de ver partidos muy estimulantes en estos primeros d¨ªas y lo digo con m¨¢s preocupaci¨®n que cr¨ªtica, ya que no est¨¢ en mi mano resolverlo, porque sigo amando este deporte y porque estoy involucrado en la preparaci¨®n de chavales cuya ilusi¨®n es entrar en el circuito profesional en los a?os venideros.
Ayer habl¨¦ con Christian, el padre de Casper Ruud, el tenista noruego que entrena con asiduidad en la Academia de Rafael, despu¨¦s de caer eliminado por el italiano Matteo Berretini. Me cont¨® que las pistas est¨¢n particularmente r¨¢pidas este a?o, apreciaci¨®n que no hac¨ªa m¨¢s que confirmar lo que ya me dijo Pablo And¨²jar hace unos d¨ªas, llegado de Nueva York para entrenarse en Manacor. Este dato solo confirma mi percepci¨®n de que muy poca cosa se est¨¢ haciendo para favorecer el inter¨¦s que pueda despertar nuestro deporte.
S¨¦ que me estoy repitiendo, pero es que temo los derroteros que se est¨¢n tomando. El valor del tenis como espect¨¢culo, como el de cualquier otra disciplina, es que tenga la capacidad de emocionar al aficionado. Y hemos llegado a un punto en que, a mi parecer, no lo consigue. Debemos esperar demasiados puntos insulsos para disfrutar de una jugada de m¨¦rito. Los tenistas han entrado en una din¨¢mica de pegarle cada vez m¨¢s fuerte a la bola. Vemos demasiados fallos, poca estrategia (por no decir que ninguna) y, sobre todo, muy escasas ocasiones para que el espectador admire la viveza del jugador. Son raras las veces en las que los puntos logran mantenernos en vilo.
Uno podr¨ªa pensar que mi visi¨®n se queda algo anticuada y que, quiz¨¢s, deber¨ªa modernizar mi punto de vista en un mundo que ha cambiado muy r¨¢pido y que necesita jugadores como los que vemos en el circuito. Pero el caso es que los datos que voy consultando asiduamente me dan la raz¨®n. Resulta que el tenis est¨¢ captando muy pocos seguidores de menos de 45 a?os, y esto deber¨ªa preocupar suficientemente a los dirigentes como para intentar impulsar alg¨²n cambio.
Ion Tiriac, el promotor del torneo de Madrid, me coment¨® un d¨ªa que una buena soluci¨®n ser¨ªa que las bolas fueran m¨¢s lentas. Yo ir¨ªa incluso m¨¢s all¨¢ y plantear¨ªa acortar las raquetas para compensar el hecho de que hoy en d¨ªa los tenistas tienen mayor envergadura que anta?o. As¨ª conseguir¨ªamos frenar la velocidad, los telespectadores podr¨ªamos ver d¨®nde va la pelota y los jugadores estar¨ªan obligados a una mayor elaboraci¨®n para resolver los puntos.
Dicen que no hay que arreglar lo que no est¨¢ estropeado, pero a mi parecer, ha llegado el momento de frenar un deterioro que est¨¢ empobreciendo el juego. Se podr¨ªa alegar que con la que est¨¢ cayendo no es el momento.
Y, sin embargo, yo creo que s¨ª.
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