El director del Tour da positivo, pero ning¨²n corredor est¨¢ contagiado y la carrera sigue

Acostumbrados a ser ellos las personas cuyo futuro depend¨ªa de la diferencia entre dos palabras, positivo y negativo, los ciclistas pudieron ironizar sobre el asunto el martes por la ma?ana, cuando se anunci¨® que si bien los 165 que a¨²n sobreviven hab¨ªan dado todos negativo en la PCR a que se hab¨ªan sometido el lunes de madrugada, se hab¨ªan producido seis positivos entre los 841 que se hicieron en total correspondientes a la llamada burbuja de la carrera: uno corresponde a un miembro del servicio t¨¦cnico del Tour, cuatro a auxiliares de cuatro equipos diferentes (Ineos, Mitchelton, Cofidis y Ag2r) y el sexto, a Christian Prudhomme, director del Tour, nada menos.

Si otro miembro de uno de los cuatro conjuntos ya tocados diera positivo en la pr¨®xima tanda de test, el pr¨®ximo lunes de descanso, todo su equipo deber¨ªa retirarse del Tour.

La d¨¦cima etapa del Tour parti¨®, as¨ª, con absoluta normalidad desde la Isla de Ol¨¦ron, y con solo una novedad, la de Fran?ois Lemarchand asumiendo el bander¨ªn de director en el coche rojo n¨²mero uno, ya que Prudhomme abandon¨® la carrera para una cuarentena de una semana, recluido en el hotel de La Rochelle donde pas¨® el d¨ªa de descanso. ¡°Volver¨¦ a ver el Tour por la tele, como en mis tiempos de comentarista televisivo¡±, dijo Prudhomme, que se declar¨® ¡°totalmente asintom¨¢tico¡±. Como inmediatamente subrayaron los c¨ªnicos, el director del Tour es el primer positivo con nombre y apellidos del Tour desde la coca¨ªna del ciclista Luca Paolini en 2015. Y algunos equipos se preocupaban porque Prudhomme, aun no formando parte oficialmente de su burbuja, sol¨ªa cenar en hoteles de equipos. El Tour no ha informado si aquellos directivos del Tour, como Bernard Th¨¦venet, que m¨¢s tiempo han compartido con Prudhomme, ni si los VIP, incluido el primer ministro franc¨¦s, que cotidianamente hacen etapa en su compa?¨ªa compartiendo coche, se han sometido a cuarentena preventiva.

Aguja clavada en vena, nariz escarbada con una torunda, orina en frasquito. Ante los 165 ciclistas el lunes de madrugada se extendi¨® una cola de analistas que quer¨ªan conocer algunos de sus secretos, y para aligerar los procedimientos alguno tuvo que madrugar m¨¢s a¨²n de lo habitual. A la sangre y a la orina ya est¨¢n acostumbrados desde hace a?os, al control de hematocrito previo, a la b¨²squeda en su hemoglobina de indicios de manipulaci¨®n sangu¨ªnea. A lo de la nariz, no tanto, aunque el desarrollo de la temporada ciclista les ha hecho a todos casi unos expertos en an¨¢lisis PCR, a los que se debieron someter seis y tres d¨ªas antes del Tour, tres d¨ªas antes de cualquier otra carrera y en el d¨ªa de descanso del Tour. Y tampoco era costumbre que auxiliares, directores y organizadores y trabajadores del Tour durmieran una noche pendientes de saber si los an¨¢lisis daban positivo. Y los reflejos de los medios han cambiado acorde a c¨®mo avanza la pandemia. Ya nadie se preocupa por el hematocrito, el par¨¢metro que dejaba insomnes a los periodistas tiempo ha.

¡°Ya nadie se preocupa por nosotros, vivimos en la indiferencia absoluta¡±, casi se lamentaba uno de los responsables del control antidopaje en el Tour. ¡°Y estamos recogiendo m¨¢s muestras que nunca: tenemos que recuperar el tiempo perdido, los meses de confinamiento en que no hicimos controles, y las agencias antidopaje y la UCI tienen que engordar sus estad¨ªsticas¡±.