Las tenistas latinoamericanas, sin opciones a la cima mundial
A diferencia de sus pares masculinos, las jugadoras deben emigrar a Europa o Estados Unidos si quieren vivir de este deporte
Si Am¨¦rica Latina es una regi¨®n en la que, como dice el escritor colombiano Alberto Salcedo Ramos, "todo h¨¦roe deportivo tarde o temprano se convierte en santo", tambi¨¦n es un territorio en el que las mujeres no pueden jugar al tenis. O al menos, salvo un par de excepciones, no pueden vivir de jugar al tenis. Como si el circuito de la Asociaci¨®n Femenina de Tenis (WTA, en ingl¨¦s) no respondiese a una premisa mundial sino primermundista, las tenistas latinoamericanas que aspiran a insertarse en el ranking est¨¢n expuestas a un sistema que las espanta o las expulsa. Para sumar puntos deben instalarse varios meses al a?o en Estados Unidos o Europa, un esfuerzo econ¨®mico que no puede afrontar casi ninguna, por lo que la inmensa mayor¨ªa termina retir¨¢ndose.
Entre los r¨¢nkings de la Asociaci¨®n de Tenistas Profesionales (ATP, el circuito masculino) y de la WTA hay un contraste del que pocos suelen percatarse: las diferentes oportunidades para los hombres y mujeres de la regi¨®n. Entre los 100 primeros lugares de la clasificaci¨®n femenina solo se infiltra, en el puesto 79, la latinoamericana?M¨®nica Puig?de Puerto Rico, un estado libre asociado de Estados Unidos, acaso una s¨ªntesis de c¨®mo el primer mundo lidera hasta cuando no quiere (Garbi?e Muguruza, la n¨²mero 1 de 2017 y hoy 36, naci¨® en Caracas pero representa a Espa?a). En cambio, diez de los 100 varones mejor ubicados son latinoamericanos: cinco argentinos (y eso que no figura Juan Mart¨ªn del Potro, el mejor de ellos, ca¨ªdo del ranking por lesi¨®n), dos chilenos, un uruguayo, un boliviano y un brasile?o.
No es, tampoco, una problem¨¢tica focalizada en los lugares de mayor privilegio: entre los puestos 100 y 200 aparecen ocho hombres de la regi¨®n (otros cuatro argentinos, un peruano, un colombiano, un ecuatoriano y otro brasile?o) y apenas dos mujeres. La sudamericana mejor posicionada es la brasile?a Beatriz Haddad Maia, en el puesto 122, seguida de la paraguaya Ver¨®nica Cepede Royg, que cerr¨® 2019 como 151 del mundo. Para encontrar m¨¢s representantes de Am¨¦rica Latina hay que bajar hasta el escalaf¨®n 208 (la colombiana Mar¨ªa Camila Osorio Serrano) y tres apariciones casi consecutivas entre los lugares 260 (la argentina Paula Ormaechea), 261 (su compatriota Nadia Podoroska) y 264 (la mexicana Renata Zarazua). No es que ellos nazcan con m¨¢s talento y perseverancia que ellas sino que cuentan con m¨¢s resguardos: el modelo econ¨®mico del tenis -y del deporte en general- protege a los hombres.
Dormir en el piso
"Para nosotras no hay gira sudamericana, es un desastre", explica la argentina Catalina Pella, que en 2016 lleg¨® a estar en el puesto 173 y hoy, alejada de la profesi¨®n -pero todav¨ªa no retirada-, retrocedi¨® hasta el 866. "En cambio, los hombres se pueden meter entre los 100 primeros del ranking mundial sin salir de Sudam¨¦rica: tienen una gira de torneos ATP a comienzos de a?os y una de challengers al final, sigue Pella. Pero para las mujeres no hay casi nada, y contra eso no se puede luchar".
Catalina, que en enero cumplir¨¢ 27 a?os, sabe de qu¨¦ habla por partida doble. Su hermano Guido es el actual 25 del mundo en el ranking tras un gran 2019, en el que a sus 29 a?os gan¨® su primer t¨ªtulo de ATP, justamente en Sudam¨¦rica (San Pablo), y lleg¨® a los cuartos de final de Wimbledon.
"Claro que hablo del tema con Guido. La ¨²nica posibilidad de sumar puntos en el circuito femenino es irse a vivir afuera, a Europa o Estados Unidos. Para las chicas de nuestro pa¨ªs y nuestra regi¨®n, salvo que tengas mucha plata o te la presten, vivir del tenis es imposible", dice Catalina, que en 2019 represent¨® a Argentina en la Fed Cup y en los Juegos Panamericanos de Lima 2019 y que gan¨®, tambi¨¦n en la capital peruana, una de las citas que reparte 15.000 d¨®lares, el escal¨®n m¨¢s bajo del profesionalismo de mujeres. "El problema de esos torneos es que no mueve el amper¨ªmetro en el ranking. Jug¨¢s por lo econ¨®mico para ganar muy poco dinero, aunque es algo, y ese algo te permite seguir una semana m¨¢s", agrega.
Una de las j¨®venes argentinas que apost¨® a vivir en Espa?a es Podoroska, de 22 a?os, que en 2019 gan¨® los Juegos Panamericanos de Lima y otros dos torneos de 25.000 d¨®lares, ambos en Europa. "Al haber muy pocas competiciones en Sudam¨¦rica, y aisladas, cada tres meses, es muy dif¨ªcil entrar y ascender en el ranking -dice Podoroska, que vive en Alicante-. Inevitablemente te ten¨¦s que ir. En Argentina se hacen dos torneos de ATP, en C¨®rdoba en Buenos Aires, pero ninguno de WTA. Y adem¨¢s los hombres cuentan con giras sudamericanas de Challengers y Futures, a diferencia nuestra".
Aunque Podoroska no lo diga, muchas de las latinoamericanas que se instalan en Europa llegan a vivir de prestadas en casas de amigos y entrenadores: incluso es normal que duerman en el piso de los aeropuertos o compren pasajes nocturnos en trenes para ahorrarse alguna noche de hotel. "Yo tuve suerte: un amigo me prest¨® dinero para que pueda venir a Europa y mis entrenadores no me cobran lo que deber¨ªan, pero muchas veces defino qu¨¦ torneos juego en funci¨®n de la econom¨ªa. Me fijo en Airbnb o alquilo casas con otras jugadoras para cocinarnos y ahorrarnos gastos. Los hoteles que ponen los torneos son muy caros: 90 d¨®lares la noche", dice Podoroska, quien cada vez que juega debe sobreponerse a una presi¨®n dif¨ªcil de imaginar: ser campeona para salvar los gastos.
"Los torneos que yo suelo jugar reparten 25.000 d¨®lares -explica la argentina, la ¨²nica sudamericana que, por haber ganado los Panamericanos, competir¨¢ en los Juegos Ol¨ªmpicos de Tokio 2020-. Si salgo campeona me quedan alrededor de 2.000, que me sirven para sostener la semana. En 2019 gan¨¦ dos torneos pero la mayor¨ªa de las otras semanas fueron a p¨¦rdida. As¨ª se hace dif¨ªcil competir contra las europeas: viajan con kinesi¨®logas, duermen en hoteles y, si pierden, se vuelven a sus casas".
Lejos del mundo
Por encima de las competiciones de 15.000 y 25.000 d¨®lares a las que hicieron referencia Pella y Podoroska -y que son organizadas por la ITF, la Federaci¨®n Internacional de Tenis-, el circuito de la WTA en 2019 const¨® de 58 torneos: de ellos, s¨®lo tres se jugaron en Am¨¦rica Latina, dos en M¨¦xico (Acapulco en febrero y Monterrey en abril) y uno en Colombia (Bogot¨¢, tambi¨¦n en abril). Se trata de la mitad de oportunidades respecto del organigrama anual de la ATP, que organiz¨® seis de sus 69 abiertos masculinos en C¨®rdoba, Buenos Aires, R¨ªo de Janeiro, Acapulco, San Pablo y Los Cabos (M¨¦xico).
Alejadas del circuito durante el resto del a?o, para las latinoamericanas resulta casi imposible participar hasta en esas excepciones del calendario mundial dentro de su continente: sus ubicaciones en el ranking no les permiten jugarlos. De las 32 tenistas que formaron parte del cuadro principal de Acapulco 2019, apenas tres latinoamericanas pudieron infiltrarse, aunque s¨®lo una de ellas, la puertorrique?a Puig, ingres¨® directamente por ranking: la brasile?a Haddad Maia debi¨® atravesar la clasificaci¨®n (qualy) y la local Renata Zarazua recibi¨® una de las invitaciones que se reservan los organizadores (wildcard).
Asimismo, de las cuatro latinoamericanas que ingresaron al Abierto de Monterrey, la brasile?a Haddad Maia lo hizo otra vez a partir de la clasificaci¨®n y tres mexicanas debieron recibir un wild card (Zarazua, Giuliana Olmos y Victoria Rodr¨ªguez). Lo mismo ocurri¨® en el torneo de Bogot¨¢: a las colombianas Mar¨ªa Camila Osorio Serrano y Emiliana Arango les lleg¨® una invitaci¨®n y Haddad Maia debi¨® atravesar, de nuevo, la qualy. El resto de las participantes, claro, fueron tenistas de pa¨ªses del primer mundo.
Que una mayor presencia de torneos de la WTA en la regi¨®n fomentar¨ªa el tenis regional -y lo sacar¨ªa de su aislamiento- queda claro en los resultados: justamente en Bogot¨¢ se dio la mejor participaci¨®n latinoamericana del a?o, cuando Osorio Serrano-Haddad se enfrentaron en cuartos de final. Sin contar la medalla de oro que Puig se colg¨® en los Juegos Ol¨ªmpicos de R¨ªo de Janeiro 2016, el ¨²ltimo t¨ªtulo ganado por una latinoamericana en el circuito de WTA fue en 2015, cuando la brasile?a Teliana Pereira festej¨® en Bogot¨¢ y Florian¨¢polis. El 2019 se sum¨® al 2018 y 2017 sin t¨ªtulos de tenistas de la regi¨®n, a diferencia de los seis que ganaron los argentinos y chilenos, en conjunto, en la ATP.
Ni siquiera se trata de la lejan¨ªa con los 22 pa¨ªses -europeos, de Am¨¦rica del Norte, de la Asia pujante y de Australia- que se repartieron los 58 torneos de la WTA. El asunto es que la presencia de las latinoamericanas en el circuito mundial, sino fuera por las invitaciones en Acapulco, Monterrey y Bogot¨¢, fue casi testimonial. Salvo la brasile?a Haddad, que lleg¨® a 13 partidos, casi no participaron en la WTA. Podoroska, por ejemplo, se qued¨® en el camino de las qualys. La paraguaya Cepede, segunda sudamericana en el ranking mundial, tampoco jug¨® ning¨²n partido de WTA en 2019.
"Por ahora no tengo previsto jugar ning¨²n torneo de 2020 -explica Pella-. Me distanci¨¦ del tenis, no s¨¦ si es definitivo, pero soy una v¨ªctima del sistema, una de las miles de v¨ªctimas, de Argentina y Am¨¦rica Latina. En mi pa¨ªs mataron al tenis femenino".
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