Thiem ¡®El Magn¨ªfico¡¯ descabalga a Nadal
El austriaco abate al balear con un nivel extraordinario (7-6(3), 7-6(4), 4-6 y 7-6(6), en 4h 10m) y se medir¨¢ en semifinales a Zverev. Por primera vez en su carrera, Rafa cede tres ¡®tie breaks¡¯ en un duelo
Dominic Thiem afila la mirada porque el premio est¨¢ cerca, pero tiembla, como cualquier mortal. Ha sido superior a Rafael Nadal, pero de repente se encuentra en un terreno que ya conocen ¨¦l y muchos otros: despu¨¦s de cuatro horas de puro tenis, viene el n¨²mero uno al galope y con la bayoneta a punto, seguramente el peor escenario posible. Se le agarrota el brazo, le entran sudores fr¨ªos y con 5-4 en el cuarto set pierde el servicio. Despu¨¦s tira una derecha cruzada a la red, seguida de un globo largo. Viene Nadal a lomos de Pegaso, pero definitivamente aguanta el tipo. Abate al n¨²mero uno (7-6(3), 7-6(4), 4-6 y 7-6(6), en 4h 10m) y lo descabalga por el t¨ªtulo de Australia, quedando adem¨¢s el trono en el aire porque si Novak Djokovic eleva el trofeo ser¨¢ del serbio.
De paso, Thiem abre una puerta blindada: por primera vez en toda su carrera profesional, Nadal cae habiendo perdido tres tie breaks en un partido.
Se encuentra el mallorqu¨ªn con un rival que re¨²ne todos los argumentos y le rebate desde la primera a la ¨²ltima bola. Le va a hacer pasar una noche de perros Thiem, bien conocido y por eso el partido arranca con la luz de alerta encendida. Tiene el austriaco ese esp¨ªritu militar e irreductible del que carece la nueva hornada de jugadores, una encomiable capacidad de trabajo que multiplica sus prestaciones; hay piernas de sobra ah¨ª, formidable f¨ªsico trabajado a golpe de entrenamiento espartano; escupe esa derecha el golpe m¨¢s violento del circuito ¨Ccon permiso de Juan Mart¨ªn del Potro, en la reserva desde hace tiempo¨C y no hay rev¨¦s m¨¢s incisivo a la hora de producir ganadores.
Trae el pack completo Thiem, el aspirante m¨¢s completo. Posee la t¨¦cnica y el f¨ªsico y, sobre todo, aquello de lo que carece la gran mayor¨ªa de candidatos: una mente de acero. Cree y trabaja en consecuencia. M¨¢s all¨¢ de las mechas actuales, no hay adornos ni extravagancias. Juega como los ¨¢ngeles y en los ¨²ltimos tiempos ha salido de su zona de confort, la tierra batida, en busca del ¨¦xito sobre cemento. Hab¨ªa ganado un par de trofeos en dura hasta el a?o pasado, pero con la incorporaci¨®n de Nicol¨¢s Mass¨² a su banquillo ha enriquecido el registro. La advertencia real se produjo en Indian Wells y la estacada australiana a Nadal es otro paso de gigante.
El n¨²mero uno fue de m¨¢s a menos, para volver a crecero, sin encontrarse c¨®modo en ning¨²n momento. Y eso que la cosa pintaba muy bien, porque ese globo y ese primer break apuntaban a decantar el primer parcial. 5-3, cabos atados y todo aparentemente controlado. Sin embargo, a Thiem no le entr¨® el tembleque. Se sostuvo con entereza y contragolpe¨® a base de inteligencia y agallas. Las tiene el chico, vaya si las tiene. Equilibr¨® y propuso una resoluci¨®n al retorcido juego del tie break, en el que empez¨® a remolque y despu¨¦s fue abriendo brecha para terminar poniendo la r¨²brica a su favor con una p¨ªldora espectacular: persigui¨® la bola, se invirti¨® y enga?¨® con una derecha paralela.
Le pega al austriaco, de 26 a?os, a la bola todo el rato como si fuera un saco de boxeo, sin escatimar un solo newton. Tiene tambi¨¦n sofisticaci¨®n y sabe seleccionar el momento. El crochet disminuy¨® extra?amente a Nadal, al que comenz¨® a incomodarle casi todo. La juez de silla [la francesa Aur¨¦lie Tourte] le amonest¨® por los retrasos y no lo digiri¨® bien el balear (¡°A ti no te gusta el buen tenis...¡±), contrariado tambi¨¦n porque el aire acondicionado del banquillo no enfriaba y sobre todo porque no terminaban de salirle las cosas. Le exig¨ªa Thiem en cada pelota y perdi¨® la zona nuclear de la pista. Obligado a recular, cedi¨® metros y el austriaco entr¨® con todo.
Ten¨ªa la referencia de Nueva York, cuando hace dos a?os llev¨® al l¨ªmite al balear en una noche de 4h 49m, y no quer¨ªa dejar escapar esta vez la oportunidad. Volvi¨® a responder de inmediato a la rotura (del 3-2 al 4-4, este resuelto con una doble falta de Nadal) y luego no se amedrent¨® pese a disponer de un 0-30 y despu¨¦s errar en el primer set point. Ya en el desempate, otra vez inclin¨® a su favor: la bola peg¨® en la cinta y pas¨®.
No es casualidad que lo hiciera esa y unas cuantas m¨¢s, porque en su golpe ultrarevolucionado viajan mil demonios meti¨¦ndole gas. Pero ya se sabe, Nadal es Nadal, y jam¨¢s vuelve la cara. Se agarr¨® con u?as y dientes al torneo y sac¨® ox¨ªgeno de donde no lo hab¨ªa para seguir con vida y prolongar la calurosa velada de Melbourne. Aunque fue pr¨¢cticamente todo el rato a remolque, se reenganch¨® en el tercer parcial; siempre le quedan al balear balas en la rec¨¢mara y una o dos vidas extra, si no alguna m¨¢s; se levant¨®, guerre¨® y abri¨® la caja de los fantasmas para que rodearan al austriaco.
Sin embargo, este resisti¨® y encontr¨® por fin la gloria. Por primera vez, redujo a Nadal en un Grand Slam y encontr¨® la gloria de las semifinales, en las que se medir¨¢ el viernes al novel Alexander Zverev (1-6, 6-3, 6-4 y 6-2 a Stan Wawrinka). Thiem El Magn¨ªfico lo mereci¨®.
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