La vida al lado del mejor himalayista
Cecilia Kukuczka, viuda del m¨ªtico alpinista polaco desaparecido hace 30 a?os en el Lhotse, revive su pasi¨®n
El entrevistador empieza siendo interrogado: ¡°?Desea hablar de Jurek?, se adelanta Cecilia Kukuczka, viuda de Jerzy Kukuczka, desaparecido hace m¨¢s de 30 a?os. Todo ha sido dicho del polaco Jerzy, o Jurek, para muchos el mejor himalayista que ha existido. Poco se sabe en cambio de su viuda, que ahora observa con otro inter¨¦s al periodista, sorprendida cuando ¨¦ste le asegura que desea conocer su trayectoria vital. Los ojos peque?os de Cecilia (68 a?os) escrutan de medio lado, pero tras unos segundos asiente y da v¨ªa libre a su int¨¦rprete para que arranque el di¨¢logo en el marco del BBK Mendi Film Festival de Bilbao.
¡°Lo primero que pens¨¦ cuando el representante de la asociaci¨®n polaca de monta?ismo vino a avisarme de la muerte de Jurek fue que no pod¨ªa ser, que no era posible. Durante un a?o, estuve esperando su regreso: cada vez que llamaban a la puerta pensaba que era ¨¦l, que ten¨ªa que ser ¨¦l. Sencillamente, mi cabeza se negaba a asumir que su p¨¦rdida era real, algo que nos hab¨ªa ocurrido. Pas¨® ese a?o y poco a poco empec¨¦ a encajarlo, a hacerme a la idea de su ausencia, desgraciadamente¡±, dice, con un tono de voz que se apaga mientras desgrana sus recuerdos.
Ryszard Pawlowski fue la ¨²ltima persona que vio con vida a Jurek. A 8.200 metros, contempl¨® horrorizado c¨®mo ¨¦ste perd¨ªa pie, resbalaba, ca¨ªa cada vez m¨¢s r¨¢pido. La cuerda que sujetaba en sus manos y que deber¨ªa haber evitado su muerte se rompi¨® contra el granito de la vertiente sur del Lhotse. Su cuerpo desapareci¨® en el abismo, seguido por uno de sus guantes, que resbalaba sobre la nieve, lentamente, como si se despidiese. Todos cre¨ªan que Jurek era inmortal. Casi adelanta a Messner en la carrera por ser el primero en conquistar los 14 ochomiles del planeta, y en su haber figuran nueve aperturas de nuevas rutas y cuatro primeras invernales. No pasaba mucho tiempo en casa.
¡°Jurek no era una persona ego¨ªsta: tan solo pose¨ªa el ego¨ªsmo que todo ser humano lleva consigo. ?qui¨¦n no piensa en s¨ª mismo? Su vida, su pasi¨®n era la monta?a y yo no pod¨ªa apartarlo de su camino as¨ª que acept¨¦ sin problema su pasi¨®n y le ayud¨¦ en todo lo que pude. Nunca me sent¨ª como un segundo plato en su vida. Cuando ¨¦l estaba en la monta?a siempre echaba mucho en falta a su familia, y cuando estaba mucho tiempo en casa, a?oraba las monta?as pero era alguien totalmente devoto con su familia. Aunque echase de menos la monta?a, estaba muy implicado en la vida de familia y le gustaba, la disfrutaba. En casa, casi nunca hablaba de monta?as, o de sus compa?eros de expedici¨®n¡±, evoca Cecilia.
En los a?os 80 del siglo XX, Polonia se hallaba bajo el r¨¦gimen comunista y la familia Kukuczka viv¨ªa en una colmena de hormig¨®n, un diminuto apartamento en el que el matrimonio y sus dos hijos hac¨ªan juegos malabares para acomodarse.
¡°No tengo consejo que dar a las mujeres o a los hombres que pierden a sus parejas en la monta?a porque cada cual lo vive a su manera... Es muy dif¨ªcil dar consejos¡±. Cecilia estaba muy en sinton¨ªa con su marido, ella se entreg¨® a una tarea: crear el sue?o de Jurek, es decir tener una casa propia en la localidad de Istedna. ¡°No obtuve ayudas del Gobierno, as¨ª que me las apa?¨¦ para ir tirando¡±, se?ala sin querer entrar en detalles.
Si Cecilia est¨¢ en paz con Jurek, no as¨ª sus hijos, especialmente el mayor, que contaba 9 a?os cuando perdi¨® a su padre. ¡°El menor ten¨ªa 5 a?os as¨ª que no recuerda a su padre, solo lo conoce de fotos y pel¨ªculas, as¨ª que no puede decir gran cosa de su padre. El a?o pasado escal¨® el Everest, para ver si ¨¦l tambi¨¦n ten¨ªa esa pasi¨®n, pero decidi¨® que no era as¨ª. El mayor no ha aceptado nunca su muerte, ni su pasi¨®n, ni que abandonase a la familia. Pero recuerdo perfectamente que cuando las pertenencias de Jurek llegaron a casa tras el Lhotse, el mayor estuvo horas escuchando un radiocasete en el que Jurek grababa su diario, en soledad, buscando una conexi¨®n con su padre porque le echaba de menos. El ni?o no aceptaba ni entend¨ªa que la pasi¨®n de su padre se lo hubiese arrebatado. Estuvimos juntos 17 a?os, 14 de ellos casados y lo que ocurri¨® fue simplemente el destino, y as¨ª tengo que aceptarlo. Si aceptaba su pasi¨®n, ten¨ªa que aceptar las consecuencias, ?no?¡±, pregunta con ojos sonrientes.
Hace un lustro se estren¨® el documental Jurek, un soberbio retrato del himalayista polaco. ¡°A veces debemos afrontar dificultades para llegar al l¨ªmite¡ el l¨ªmite entre la vida y la muerte. Puede que de esa manera nuestras vidas normales, nuestro d¨ªa a d¨ªa en la ciudad tenga m¨¢s color¡±, reflexionaba en la cinta, dando a entender el complicado equilibrio entre un alma que necesita aventura y libertad pero tambi¨¦n el gozo sencillo de lo cotidiano. ¡°Nos ech¨¢bamos de menos y ¨¦l pod¨ªa contar con que yo me arreglase con todo en casa y yo confiaba en que ¨¦l se las apa?ase en las monta?as¡±, resume Cecilia, tratando de ordenar una forma de vivir un matrimonio que muy pocos aceptan o justifican.
No se permite a Cecilia olvidar a su marido, que sigue siendo una leyenda en Polonia. No pasa un d¨ªa en el que no hable con conocidos o desconocidos de ¨¦l, y tambi¨¦n se editan ¡°muchos libros, testimonios, la gente visita su memorial en nuestro pueblo y la suya es una historia que la gente desea conocer¡ adem¨¢s hay calles con su nombre, escuelas, universidades de educaci¨®n f¨ªsica¡¡±
Con todo, la soledad es un vac¨ªo que no siempre encuentra refugio en el recuerdo: ¡°En la vida cotidiana no me siento sola, sobre todo porque muy a menudo algo me recuerda a ¨¦l, y sigo hablando de ¨¦l 30 a?os despu¨¦s, comparto su recuerdo, como si su presencia no se desvaneciese nunca. Pero s¨ª que echo en falta su presencia f¨ªsica, como mujer, porque no puedo abrazarle, ni hablar con ¨¦l, ni quejarme de lo que sea¡¡±, lamenta Cecilia, quien nunca contempl¨® a su marido como una figura del himalayismo sino como ¡°mi marido, un ser querido y nada m¨¢s¡±.
Jerzy Kukuczka perteneci¨® a una generaci¨®n genial de alpinistas, tipos que no se arrugaban ni ante las preguntas inc¨®modas. En Jurek, un periodista asegura: ¡°El alpinismo procede de los complejos de sus actores y que no tienen otra raz¨®n de ser que la b¨²squeda de su superaci¨®n¡±. Jurek, contra todo pron¨®stico, coincide: ¡°S¨ª, y es algo maravilloso porque el hombre es un alma inquieta buscando nuevas experiencias. Los complejos destruyen la autoestima as¨ª que navegamos por los mares del mundo para redefinirnos¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.