De Bruyne, cazador de sombras
El belga del City firma un gol y una asistencia, y silencia al Bernab¨¦u con una actuaci¨®n para enmarcar
Los cerca de 3.000 aficionados del Manchester City que se reunieron en el interior del Santiago Bernab¨¦u trataron de conectarse al partido con una voluntad encomiable. Ellos, al igual que los 70.000 espectadores restantes, se toparon de bruces con un partido lleno de rotondas, sin que ninguno de los carriles tuviera una salida directa continua hacia alguna de las porter¨ªas. Se gener¨® de inicio el atasco propio de los partidos de enjundia de la Champions, en los que ambos contendientes prestan la misma atenci¨®n al veloc¨ªmetro como al indicador de gasolina. Pero regular las revoluciones es una tarea harto complicada porque la hierba, a diferencia del asfalto, tiende a los cambios constantes.
Es en partidos as¨ª cuando emergen los especialistas, como Isco en el Madrid o De Bruyne en el lado ingl¨¦s, especies acostumbradas a transitar con aparente ligereza en medio de la espesura. En sus botas encontraron desahogo ambos equipos, si bien la participaci¨®n del belga result¨® tan incisiva como creativa, y puede que hasta decisiva de cara a llegar a cuartos. Sin embargo, cuando la paleta de Isco tend¨ªa al blanco y negro (como la de todo el Madrid) apareci¨® para resolver con trazo fino un mano a mano ante Ederson. Sonri¨® y levant¨® los brazos el espa?ol con su primer gol en la Champions, el tercero que logra esta temporada.
La tan novedosa como inesperada alineaci¨®n que dibuj¨® Zidane en el Madrid convirti¨® al equipo en un jarr¨®n bien armado y de porte compacto, pero que se mostr¨® vulnerable ante la artesan¨ªa rival, por momentos barroca, en ocasiones rom¨¢nica, dependiendo de la corriente a la que decidiera recurrir De Bruyne. La sorprendente decisi¨®n de Guardiola de lanzar el ataque a partir de los lanzamientos en largo de su portero Ederson, algo nunca antes empleado en el libreto del t¨¦cnico catal¨¢n, lleg¨® a anular por momentos la presencia del belga, pero todo era un juego de sorpresas, y la repetici¨®n no es buena consejera para ejecutar con precisi¨®n una estrategia inesperada.
El Madrid, por contra, al margen de su planteamiento, en el que emple¨® cinco centrocampistas en fase ofensiva que pasaban a cuatro sin bal¨®n ¡ªdepend¨ªa de d¨®nde se colocase Isco en cada momento¡ª, no lleg¨® a cortocircuitar el despliegue del City, en muchas fases tan irregular como los pases de Rodrigo, el supuesto gestor de los tiempos, con el pie poco afilado en el Bernab¨¦u. El gol de Isco naci¨® de un embolique del espa?ol a la que se sumaron Otamendi y Walker y del que se aprovech¨® Vinicius para certificar su tercera asistencia de la temporada.
El gol oxigen¨® al Madrid, de la misma manera que los guantes de Courtois desenroscaron la bombona sanitaria. El belga, se?alado en el Ciutat de Val¨¨ncia en el gol de Morales, se reivindic¨® ante Gabriel Jesus en la primera parte, y ante Mahrez en la segunda. Esa confianza bajo palos y el impulso vitam¨ªnico del gol trastocaron al City, que pas¨® de gobernar el partido a sentirse desnudo de repente en una noche cada vez m¨¢s fr¨ªa en Madrid. Pero cuando la luz de juego escaseaba volvi¨® a aparecer De Bruyne para poner un bal¨®n caliente dentro del ¨¢rea que Gabriel Jesus cabece¨® al fondo de la porter¨ªa de Courtois.
La entrada de Sterling, quiz¨¢s el mejor socio posible para De Bruyne, revent¨® el partido y el penalti que cometi¨® sobre ¨¦l Carvajal permiti¨® que el medio belga abandonase el campo con un gol en la mochila. Si su partido ya estaba siendo trascendental, certificarlo con una victoria no pudo suponer mejor cierre para ¨¦l.
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