Trepidante empate en la 1? manga de la final
So remonta dos veces a Carlsen en un duelo con cuatro victorias y muchos sobresaltos
Uno es el multicampe¨®n; el otro, la estrella del ajedrez en mejor forma actualmente. Y el choque, en su primera mitad, ha sido apasionante: 2-2, sin tablas, con victorias de Magnus Carlsen en los asaltos impares y de Wesley So en los pares. La segunda manga de la final del torneo de r¨¢pidas por internet (Chess24) Skilling Open se jugar¨¢ este lunes.
¡°Es mejor que yo en todas las facetas del juego, y sin duda el mejor del mundo. De modo que supone un gran logro para m¨ª ganarle dos veces, y m¨¢s a¨²n despu¨¦s de perder otras dos¡±. As¨ª de modesto y de contento estaba el estadounidense de origen filipino tras lograr algo que, en efecto, est¨¢ reservado para muy pocos.
Tal como se desarroll¨® la partida inicial en sus 25 primeros movimientos, todo indicaba que el duelo iba a ser tan dif¨ªcil para el campe¨®n como se esperaba. Carlsen, con blancas, ten¨ªa una peque?a ventaja, pero So aguantaba bien y se acercaba al empate. Sin embargo, es bien sabido que una de las virtudes del escandinavo es apretar las clavijas de sus peque?as ventajas hasta el m¨¢ximo, lo que exige de sus rivales una concentraci¨®n absoluta. El exfilipino no fue capaz de mantenerla y cay¨® en una trampa muy sofisticada que le llev¨® a una derrota de las que duelen mucho.
Sobre todo, porque uno de sus pocos puntos d¨¦biles es -o era- la fortaleza mental, especialmente tras una derrota. Por tanto, el segundo asalto era una prueba de fuego para ¨¦l. Y los vientos le fueron muy favorables porque su rival cometi¨® una imprecisi¨®n grave poco despu¨¦s de la apertura. So ten¨ªa mucha ventaja, casi ganadora, y la gestion¨® bien, pero la defensa ajustada de Carlsen llev¨® a una posici¨®n donde el estadounidense ten¨ªa que encontrar jugadas muy dif¨ªciles, m¨¢s apropiadas para computadoras (sobre todo en una partida r¨¢pida) para convertir la ventaja en victoria. So es humano, y entr¨® en una serie de jaques que conduc¨ªan al empate.
Y entonces sucedieron cosas incre¨ªbles. Primero, el estadounidense rechaz¨® tablas y jug¨® a ganar sin motivos realistas para ello. A continuaci¨®n, fue Carlsen quien no quiso empatar y someti¨® a una larga tortura de jaques a su adversario. Pero este se defendi¨® con exactitud, y as¨ª se lleg¨® al asombroso desenlace: de pronto, Carlsen no vio que se met¨ªa en una red de mate, cuando se dio cuenta hizo un gesto de enorme rabia, se march¨® del foco de la c¨¢mara y volvi¨® de inmediato para rendirse.
Tras un disgusto de ese calibre, lo sensato es plantear el asalto siguiente con relativa tranquilidad, intentando controlar la posici¨®n y, sobre todo, las emociones. Carlsen lo hizo, con blancas, o m¨¢s bien fue esa la impresi¨®n que transmiti¨® en la apertura, pero muy pronto dio un violento golpe de tim¨®n que puso la partida en rumbo de ataque a la bayoneta. So encaj¨® mal el golpe, y pronto ten¨ªa una posici¨®n perdedora.
Pero el campe¨®n del mundo es humano -sobre todo en partidas r¨¢pidas-, y su manera de presionar no fue perfecta. Mas entonces, cuando todo indicaba que So podr¨ªa salvarse, el noruego encontr¨® una maniobra de virtuoso que le dio el punto.
Era el segundo golpe en el ment¨®n para un p¨²gil a quien se supone poco resiliente. Pero hay que pensar que esa leyenda es pret¨¦rita, porque la cuarta partida fue el mundo al rev¨¦s: So, con blancas, obtuvo ventaja de apertura y la gestion¨® muy bien, manteniendo siempre una posici¨®n algo mejor. Y, de pronto, el campe¨®n que rara vez comete errores graves sorprendi¨® con uno garrafal, que le cost¨® una pieza y la partida.
Llevado por los demonios a rumiar su ira, Carlsen no compareci¨® ante las c¨¢maras y su legi¨®n de admiradores. Cuando se le pase el berrinche, la conclusi¨®n ser¨¢ muy clara y confirmar¨¢ lo que ya se supon¨ªa: aunque seas el campe¨®n del mundo, para tumbar a So ahora tienes que rendir a tu nivel m¨¢s alto.
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