De la nada y Raquel Welch, al ¡®Chelski¡¯
Abramovich ha dejado en el limbo el derribo de Stamford Bridge y la construcci¨®n all¨ª de un nuevo estadio, que ya ten¨ªa los permisos de obra
Los lectores m¨¢s j¨®venes pueden pensar que el Chelsea siempre ha sido un grande. No. Tard¨® medio siglo en lograr su primera liga (1955) y otro medio siglo la segunda (2005). Entre ambas, una Copa de Inglaterra (1970, en un explosivo partido de desempate con el Leeds United) y, al a?o siguiente, la Recopa de Europa, que le ganaron tambi¨¦n en el desempate al Madrid de Pirri, Amancio¡ y Fleitas.
Tras el vac¨ªo de medio siglo llegaron los swinging sixties, la Inglaterra de los Beatles, los Rolling y los Who, y el Londres de la contracultura y el hedonismo, de Mary Quant, de Twiggy, de Carnaby Street y de King¡¯s Road. Por Stamford Bridge se paseaban actores como Michael Caine y Raquel Welch, que no ocultaba su admiraci¨®n personal por Peter Osgood, uno de los jugadores estrella de la ¨¦poca.
Tras los alegres sesenta lleg¨® la crisis del petr¨®leo, el invierno del descontento, Thatcher, la tensi¨®n racial, los hooligans. El racismo y la violencia del hooliganismo que carcomi¨® al f¨²tbol ingl¨¦s llegaron a ser tan graves en Stamford Bridge que el Chelsea electrific¨® en 1984 la valla que hab¨ªa entre el campo y la grada, pero el ayuntamiento no dej¨® que se conectara. Eran los a?os de los Chelsea Shed Boys primero y de los Chelsea Headhunters despu¨¦s, los supremacistas blancos que a¨²n cazaban cabezas en 2014 por el metro de Par¨ªs en un partido de Champions.
Los setenta y los ochenta fueron una ¨¦poca negra para el club, que baj¨® tres veces a Segunda y estuvo a un paso de la quiebra y la desaparici¨®n. En los noventa llegaron tiempos mejores. Paz en las gradas, equilibrio en las cuentas, incluso cierto ¨¦xito en el campo con dos Copas de Inglaterra y una Recopa. Con jugadores como Gullit, Vialli, Zola y Poyet, el Chelsea empez¨® a ser alguien en el f¨²tbol.
Y entonces lleg¨® Roman Abramovich. El oligarca ruso compr¨® el club en junio de 2003 y lo convirti¨® en el Chelski, como se le conoce ir¨®nicamente a la rusa, a base de bombear millones y millones. La inversi¨®n no tard¨® mucho en dar frutos: con Mourinho en el banquillo. El Chelsea gan¨® dos Ligas seguidas (2005 y 2006) y la Copa. En total, el Chelsea de Abramovich ha ganado cinco Ligas, tres Copas de Inglaterra, una Champions y dos Ligas de Europa.
Pero la cara del ¨¦xito tiene tambi¨¦n la cruz de la incertidumbre. Abramovich es herm¨¦tico, impulsivo e imprevisible. Le acaba de cortar la cabeza a Frank Lampard, un h¨¦roe de Stamford Bridge como jugador que solo ha durado un a?o y medio en el banquillo. Antes se la cort¨® a un variado cat¨¢logo de t¨¦cnicos: Ranieri, Mourinho (dos veces), Avram Grant, Scolari, Hiddink (dos veces), Ancelotti, Villas-Boas, Di Matteo, Ben¨ªtez, Sarri. El nuevo entrenador es Thomas Tuchel, despedido en Nochebuena por el PSG. Tuchel debut¨® el mi¨¦rcoles pasado con un triste 0-0 con los Wolves en Stamford Bridge y este domingo recibi¨® al Burnley (2-0).
El problema de estar en manos de Abramovich no es solo sus vaivenes, sino su compromiso de futuro. La posici¨®n del oligarca en el Chelsea no est¨¢ clara desde que el Gobierno brit¨¢nico le neg¨® en mayo de 2018 la renovaci¨®n de su visado de residencia por su cercan¨ªa al presidente ruso, Vladimir Putin. Abramovich siempre ha sido cercano a Putin, pero el Gobierno brit¨¢nico ya no lo es desde que dos exesp¨ªas rusos refugiados en Reino Unido fueran envenenados en territorio brit¨¢nico, uno en 2006 y otro en 2018, supuestamente por agentes de Mosc¨².
Desde entonces, Abramovich ha dejado en el limbo el derribo de Stamford Bridge y la construcci¨®n all¨ª de un nuevo estadio, que ya ten¨ªa los permisos de obra. Los permisos han caducado y el proyecto no tiene fecha. Indicio, quiz¨¢s, de que es el Chelski el que tiene fecha¡ de caducidad.
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