La insoportable mediocridad eterna del Newcastle United
En el club de las urracas, las decisiones err¨®neas tienen nombre y apellido: Mike Ashley, un pintoresco hombre de negocios nacido en las Middlands
Es dif¨ªcil encontrar en la Premier un equipo tan parecido a su ciudad como el Newcastle United. Situada en la ribera norte del r¨ªo Tyne, a tiro de piedra del Mar del Norte, el centro de Newcastle brilla con sus elegantes edificios victorianos, su legendaria vida nocturna y el car¨¢cter dicharachero de sus ciudadanos, aunque su ingl¨¦s (geordi, le llaman, y tambi¨¦n a ellos por extensi¨®n) es tan impenetrable para el visitante como el de Glasgow o el de Belfast.
El club no es muy diferente. St James¡¯ Park se levanta, majestuoso, en el mism¨ªsimo centro, y la hinchada invade bares y restaurantes antes y despu¨¦s de los partidos vistiendo las blanquinegras camisetas que les dan el sobrenombre de urracas.
Newcastle fue pivote de la revoluci¨®n industrial brit¨¢nica en el siglo XIX de la mano del transporte de carb¨®n, astilleros, ingenier¨ªa, la fabricaci¨®n de armamento y las manufacturas. Un perfecto cat¨¢logo de sectores econ¨®micos maduros a partir de la segunda mitad del siglo XX. Pese a su esplendor aparente, la ciudad est¨¢ hoy en la zona baja de la tabla en casi todo, desde productividad a salarios o longevidad, con altas tasas de ayudas sociales y mediocres tasas de empleo. Su declive (ten¨ªa 350.000 habitantes en 1951 pero apenas 290.000 en 2015) es muy superior al de capitales con problemas parecidos, como Glasgow o Liverpool, quiz¨¢s porque est¨¢ situada en el extremo nororiental de Inglaterra, en tierra de nadie.
Algo parecido le ha ocurrido al equipo de f¨²tbol. Fundado en 1892, sus a?os de gloria fueron en el primer decenio del siglo XX, cuando gan¨® tres de sus cuatro ligas (la otra es de 1927). Su ¨²ltimo gran trofeo es la Copa de Inglaterra de 1955 (la sexta de su palmar¨¦s).
No todo el declive de Newcastle es consecuencia del tiempo o de la historia. Algunos economistas atribuyen muchos problemas de hoy a decisiones err¨®neas. Por ejemplo, la inversi¨®n p¨²blica se ha concentrado en la periferia y ah¨ª es donde ha acabado generando inversi¨®n privada. El centro se ha convertido en el reino del empleo p¨²blico y de las inversiones privadas de escaso valor a?adido, como los call centers.
En el Newcastle United, las decisiones err¨®neas tienen nombre y apellido: Mike Ashley. Ashley es un pintoresco hombre de negocios nacido en las Middlands pero criado cerca de Londres (en el norte le llaman despectivamente cokney, como se identifica a algunos londinenses por su acento) que a partir de un pr¨¦stamo familiar de 10.000 libras en 1982 (equivalentes hoy a unos 40.000 euros) mont¨® un imperio comercial de prendas y material deportivo y su fortuna supera hoy los 2.000 millones de euros. Pintoresco porque su f¨¦rrea privacidad y hermetismo contrastan con su gusto por emborracharse en el pub o ir al f¨²tbol en la grada con los hinchas a pesar de ser el due?o.
Ashley compr¨® el club en enero de 2007 sin mirar los libros de contabilidad y al a?o y medio ya lo hab¨ªa puesto en venta. Sin ¨¦xito hasta hoy. A lo largo de su turbulento reinado se ha enemistado con casi todos sus entrenadores, desde exjugadores carism¨¢ticos como Kevin Keegan o Alan Shearer a experimentados profesionales como Alan Pardew y Rafa Ben¨ªtez, al que dej¨® marchar para desconsuelo de la afici¨®n.
Los hinchas le recriminan su gesti¨®n err¨¢tica pero, sobre todo, su falta de ambici¨®n. ¡°Por qu¨¦ quiero que el Newcastle United descienda¡±, titulaba hace unos pocos d¨ªas un hincha un art¨ªculo en The Mag, la p¨¢gina de una agrupaci¨®n de aficionados: al menos as¨ª podr¨¢ sentir que el club aspira a algo, aunque solo sea volver a primera. ¡°Newcastle es una c¨¢scara vac¨ªa, y es doloroso¡±, titulaba casi al mismo tiempo Alan Shearer una pieza en The Athletic. Lo ¨²nico que quiere una de las hinchadas m¨¢s fervientes y explosivas de Inglaterra es dejar de sufrir la insoportable condena de la mediocridad eterna.
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