El grito de Quartararo, las l¨¢grimas de M¨¢rquez en el GP de Portugal

Fabio Quartararo cumple 22 a?os el martes. Tendr¨¢ motivos para celebrar que se hace mayor. Para aplaudir dos triunfos en tres carreras y un pilotaje altanero e incre¨ªble en Portugal, tan perfecto vuelta a vuelta, tan veloz, que llev¨® al suelo a quienes lo persiguieron en busca del triunfo en el circuito del Algarve. Incluso al elegante Alex Rins, el ¨²nico que parec¨ªa resistirle el ritmo a golpe de vuelta r¨¢pida. Hasta que se cay¨® a siete vueltas del final.

Todas las adulaciones que Quartararo recibi¨® cuando, siendo un ni?o, empez¨® a romper barreras y batir r¨¦cords de precocidad ¨Cfue campe¨®n de Espa?a con 13 a?os y debut¨® en el Mundial con 15, un a?o antes de lo permitido; lo suyo fue una excepci¨®n¨C, empiezan a cobrar sentido ahora que su madurez como piloto asoma tras la fachada de adolescente soberbio enganchado a las redes sociales. Aparece Fabio tras esos tatuajes con mensaje ¨CShhh¡­ se lee en su dedo ¨ªndice¨C, tras la sonrisa pilla, el flequillo rubio platino o las celebraciones futboleras, como la de este domingo imitando a Cristiano Ronaldo. El grito no se escuch¨®. Pero se intuy¨®. El cuerpo tenso. La alegr¨ªa desbordada. Su carrera fue may¨²scula.

Se apag¨® el sem¨¢foro y sali¨® mal el franc¨¦s. Como casi siempre. Es el punto d¨¦bil de la Yamaha. Ya lo era el curso pasado, pero, a diferencia de entonces, este a?o la M1 responde al cabo de unas curvas e impone su pilotaje ahora agresivo y voraz. Hace tiempo que la moto de los diapasones dej¨® de ser la m¨¢quina delicada y de conducci¨®n amable que llev¨® al triunfo a Rossi y Lorenzo; sufre con ella Vi?ales (11?) un domingo s¨ª y otro no ¨Csigue con problemas de agarre trasero¨C, pero no es problema para tipos como Quartararo, que exige al tren delantero y exprime su moto en busca del triunfo.

Lo es mucho menos ahora que ha trabajado este invierno tanto en su cuerpo, enjuto, como en su mente, despu¨¦s de asumir que fue ¨¦l quien dej¨® escapar el Mundial del 2020 por la presi¨®n de verse convertido en favorito con la lesi¨®n de M¨¢rquez a las primeras de cambio. Las horas en el div¨¢n del psic¨®logo se han traducido en dos victorias consecutivas, en Doha y este domingo en Portugal, que le a¨²pan al liderato de la general.

Quartararo, que ten¨ªa la pole position, vio c¨®mo le adelantaban motos por la izquierda y por la derecha para terminar la primera vuelta en la sexta posici¨®n. Pero puso el turbo bien pronto. En dos giros era cuarto; en cuatro, tercero; y en cinco, segundo. Se puso a rueda de Alex Rins, recuper¨® el aliento y lo adelant¨® a los nueve giros. A partir de entonces la carrera se convirti¨® en un tuya-m¨ªa entre ambos, enzarzados en un peloteo magn¨ªfico.

A 12 vueltas del final, justo cuando se aproximaba el ecuador de una carrera a 25 giros, abrieron con su pilotaje maravilloso una distancia de 1,3 segundos sobre Mir, tercero, que acabar¨ªa siendo imposible de recuperar. Tampoco cuando se acerc¨® a ellos Zarco, enfrascado en otro duelo magn¨ªfico con el campe¨®n del mundo antes de quedarse en una de las escapatorias de un circuito que asisti¨® a un buen pu?ado de ca¨ªdas a todo trapo. Cuando Zarco se cay¨®, como hab¨ªa hecho una vuelta antes Rins y como har¨ªan tambi¨¦n Miller o Rossi ¨Ceste ¨²ltimo nunca lleg¨® a incomodar a nadie, lento y falto de la chispa que siempre tuvo¨C, apareci¨® Bagnaia desde la segunda l¨ªnea. Pero las distancias con Quartararo, con m¨¢s de cuatro segundos de ventaja en cabeza, eran insalvables. Y el italiano se conform¨® con pelear con Mir por el segundo puesto.

Nadie cruz¨® la meta, sin embargo, m¨¢s emocionado de lo que lo hizo Marc M¨¢rquez. El piloto de Honda acab¨® s¨¦ptimo, a 13 segundos del ganador, en una carrera de pura supervivencia. Despu¨¦s de nueve meses sin competir ni ponerse a 330 km/h. Despu¨¦s de un fin de semana en que acumul¨® tantos esfuerzos en un brazo derecho falto de m¨²sculo, de fuerza y de potencia, todav¨ªa en plena rehabilitaci¨®n, que cruzar la meta ya fue todo un logro. Todos, rivales y aficionados, esperaban su regreso. El del piloto que le dio a MotoGP un a?adido de emoci¨®n e imprevisibilidad de tal calibre que muchos llegaron a esperar lo imposible: que alguien que lleva sin competir casi un a?o volviera como si nada.

Al llegar al box, M¨¢rquez agradeci¨® los aplausos de los suyos con abrazos. Medios abrazos. Abrazos doloridos, indicio de la tremenda fatiga acumulada durante el primer fin de semana en moto desde que se fracturara el h¨²mero derecho en julio del a?o pasado. Se quit¨® el casco, se sent¨® en la silla, y rompi¨® a llorar. Intentaba con gestos lentos, sofocado, soltar los m¨²sculos de su brazo derecho. Durante unos minutos, el dolor y la emoci¨®n salieron atropellados por el lagrimal del ocho veces campe¨®n del mundo.

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