La victoria en el GP de Espa?a con la que Jack Miller no pod¨ªa parar de llorar

Como un pan mal horneado. Como uno de esos bizcochos que crece y crece dentro del horno, que se adivina suculento, tan bello. Y que se desmorona cuando uno abre la puerta, hambriento. Con esa rapidez y dramatismo se vino abajo Fabio Quartararo, el favorito a la victoria, el ganador de la pole, el l¨ªder de la carrera durante 14 trabajadas vueltas. Se qued¨® sin su tercer triunfo consecutivo. Y por poco se queda sin sumar puntos en el GP de Espa?a.

Sin fuerza, mermado por un brazo derecho falto de potencia, acusado por el s¨ªndrome compartimental, el mal de los pilotos en moto, sucumbi¨® al poder¨ªo de la MotoGP como les ha ocurrido a tantos antes que ¨¦l. Sin sensaciones encima de su Yamaha, el franc¨¦s cedi¨® la primera posici¨®n a Jack Miller ¨Cmagn¨ªfico, constante y persistente camino de su segundo triunfo en MotoGP¡ª cuando quedaban todav¨ªa diez vueltas para el final. En dos giros m¨¢s el de Yamaha ya era cuarto. Su ritmo hab¨ªa ca¨ªdo m¨¢s de un segundo. Su fluidez hab¨ªa desaparecido. No pod¨ªa frenar donde tocaba. Cada curva era un martirio. Lo apreciaron f¨¢cilmente los rivales. Que le fueron asestando bofetadas en cada viraje.

El hasta hoy l¨ªder de MotoGP fue perdiendo plazas con tanta vehemencia que hasta un magullado Marc M¨¢rquez le adelant¨® por el exterior de la curva para sellar una novena y definitiva posici¨®n despu¨¦s de un fin de semana marcado por una dur¨ªsima ca¨ªda a gran velocidad el s¨¢bado por la ma?ana. Quartararo, uno de los nombres propios de este campeonato que todav¨ªa no tiene due?o, termin¨® 13?. Hundido.

Gritaba Quartararo, imagen de la desesperaci¨®n, con tanto desgarro como lloraba Jack Miller. Pero el australiano ten¨ªa motivos muy diferentes. Se sacudi¨® la presi¨®n y las dudas con un triunfo maravilloso en una pista, la de Jerez, en la que no hab¨ªa ganado una Desmosedici desde el gran premio de Espa?a de 2006, con Loris Capirossi. Estrecho el circuito, de curvas r¨¢pidas, m¨¢s fluido de lo que necesitan las balas rojas, no pareci¨® incomodarle a un Miller mucho m¨¢s maduro hoy que aquel chaval que desataba carcajadas en el paddock con sus excentricidades. Y tambi¨¦n miradas de condescendencia. Especialmente despu¨¦s de saltar de Moto3 a MotoGP sin pasar por la categor¨ªa intermedia hace ya seis a?os. Necesit¨® tiempo, pero no fue una locura. Ni un error. No, en su caso. ¡°He demostrado que no soy ning¨²n idiota¡±, dijo cuando gan¨® el GP de Holanda en 2016. No hab¨ªa vuelto a ganar desde entonces.

Con un estilo m¨¢s cl¨¢sico, ¡°m¨¢s como Doohan¡±, advierte ¨¦l, con el culo fuera del col¨ªn y el cuerpo recogido; agresivo al manillar y decidido en las acciones cuerpo a cuerpo, liberado ahora, tras una intervenci¨®n quir¨²rgica, de los problemas de s¨ªndrome compartimental que le frenaron en las dos primeras carreras en Qatar, Miller encontr¨® por fin el triunfo en un domingo soleado. Ahora ser¨¢ Quartararo el que deba decidir si necesita tambi¨¦n de esa misma operaci¨®n ¨Cser¨ªa la segunda en el brazo derecho, en su caso¨C para solucionar el problema que le impidi¨® ganar este domingo: una compresi¨®n de los nervios del antebrazo que resta fuerza en el brazo y hace imposible dominar una MotoGP.

Mientras tanto, Miller segu¨ªa en una monta?a rusa. ¡°No han sido las ¨²ltimas semanas las m¨¢s f¨¢ciles de mi vida. No he parado de trabajar, porque s¨¦ que si trabajo al final el resultado llegar¨¢¡±. Y lleg¨®. Aunque echaba de menos a sus padres, tan lejos en este a?o de pandemia. ¡°No es f¨¢cil vivir en la otra punta del mundo¡±, concedi¨®. Y por eso se le saltaban las l¨¢grimas, imposibles de contener: en pista, en el parque cerrado, en el podio. ¡°Mezcla de alegr¨ªa y tristeza¡±, confesaba el de Ducati. Que lo hizo todo bien este domingo, vuelta a vuelta detr¨¢s de Quartararo, esperando su oportunidad. Y consigui¨®, por fin, brillar m¨¢s que su compa?ero de equipo Pecco Bagnaia, segundo el italiano, tan convencido de su pilotaje a veces dulce, a veces agresivo, un estilo m¨¢s moderno, de los que tira del derrape trasero y obliga a descolgar el cuerpo entero, que acab¨® otra vez en el podio y es el nuevo l¨ªder de MotoGP.

La celebraci¨®n fue completa en el box de Ducati. Exultantes con ese doblete, se sucedieron los abrazos desbocados en el equipo italiano, que decidi¨® hace un a?o dar un giro radical a su pol¨ªtica deportiva: jubilar al todopoderoso Andrea Dovizioso, no renovar a Danilo Petrucci, y apostar por la juventud de Bagnaia y Miller, de 24 y 26 a?os.

Tiene tambi¨¦n 26 Franco Morbidelli, que perdi¨® el duelo con Bagnaia por el segundo puesto, pero nunca puso en peligro el podio. Termin¨® el 2020 como subcampe¨®n y su elegancia sobre la Yamaha no permite dudar lo m¨¢s m¨ªnimo. Especialmente porque es el ¨²nico que pilota una M1 del 2019, vieja en comparaci¨®n con las de Quartararo, Vi?ales o Rossi, su compa?ero en el equipo Petronas, 17? en Jerez. Un resultado malo. Como malos han sido los de las tres carreras precedentes: 12? en Qatar, 16? en Doha, un cero por ca¨ªda en Portugal. Tiene 42 a?os y no parece que un rendimiento como el que est¨¢ teniendo vaya a animarle a seguir compitiendo el a?o pr¨®ximo. Decidir¨¢ si renueva este verano, pero mientras tanto ya se ha asegurado su futuro en Mundial: tendr¨¢ equipo propio en MotoGP a partir del a?o pr¨®ximo. Y seguir¨¢ siendo el capo.

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