Merlier supera en Novara a los senadores del sprint del Giro de Italia
Ganna sigue de rosa tras una etapa llana en la que Groenewegen termina cuarto en su regreso tras nueve meses de sanci¨®n por la ca¨ªda de Jakobsen
En Novara, donde el hockey sobre patines era el rey, el belga Tim Merlier, un debutante a los 28 a?os en la corte de los grandes, supera a los senadores del sprint, que tienen otras cosas en la cabeza.
El UAE tiene un tren hispano ¨Cdos colombianos, un argentino¡ªque descarrila. Dylan Groenewegen lucha todos los d¨ªas con su memoria, con recuerdos, im¨¢genes, sonidos, y un silencio, que no puede borrar, y han pasado nueve meses. Caleb Ewan se pierde en el jaleo. Solo los italianos, forzados por correr en casa, y la afici¨®n no perdona, pedalean hasta el final. Queda segundo Nizzolo, tercero Viviani. No les ayuda a los cl¨¢sicos el kil¨®metro final, cualquier cosa menos recto, m¨¢s sinuoso que un r¨ªo en la llanura padana que han recorrido todo el d¨ªa a paso calmo en sinton¨ªa con la primavera serena que a¨²n dura. Una carretera con desniveles, t¨²neles, estrechamientos y una curva ¨²ltima interminable bajo el cielo m¨ªnimamente nublado.
El m¨¢s novato de los tres del UAE, Sebasti¨¢n Molano, toma el mando de las operaciones de lanzamiento, y patina lamentablemente. Solo quien tomara la cuerda, el m¨¢s cercano al interior de la curva final tendr¨ªa posibilidades de ganar, y justo por all¨ª, bien pegado a la valla, bien resguardado, comienza a remontar Fernando Gaviria a su lanzador, Molano. Este est¨¢ cesando en su esfuerzo, deja de pedalear y, ajeno a todo, siente que alguien quiere adelantarle por dentro. Con reflejos natos de llegador, inmediatamente cierra la puerta con el hombro, y se queda blanco y asustado cuando comprueba que a quien casi espachurra contra la valla resistente es a su jefe, Gaviria, que le maldice y chilla de dolor y vuelve a maldecirle.
El maquinista jefe de los del UAE, Max Richeze, un sabio de las llegadas m¨¢s complicadas, de los logaritmos y la trigonometr¨ªa del sprint, no ejerce porque lleva m¨¢s de un a?o en la duda, como Gaviria, su fiel. Y a¨²n busca razones para creer que ya no les quedan secuelas de la covid que ambos sufrieron con gravedad en marzo de 2020, la llamada covid de larga duraci¨®n. ¡°Tenemos que volver a encontrar la confianza tanto entre nosotros como en carrera¡±, dice Richeze antes de la salida, y podr¨ªa volver a repetir tras la llegada visto el desastre. ¡°Hemos tenido muchos problemas pulmonares, pero creo que ya los hemos superado¡±, ¡°Pero el a?o pasado fue muy complicado. No pod¨ªamos recuperar, hab¨ªamos perdido toda la base porque estuvimos dos meses sin tocar la bicicleta. Y se hablaba de tantas cosas de la enfermedad que no sab¨ªamos si eran verdad o mentira¡¡±
El 6 de agosto de 2020, el d¨ªa siguiente la ca¨ªda que casi acaba en el Tour de Polonia con la vida del sprinter neerland¨¦s Fabio Jakobsen -- dos d¨ªas de coma, m¨²ltiples fracturas de cr¨¢neo, 130 puntos de sutura en la boca, la tr¨¢quea destrozada, y todos los dientes, y ocho meses despu¨¦s a¨²n sonr¨ªe como una bruja, pues le faltan 10, operaciones de est¨¦tica que no le han devuelto el rostro--, a todo el mundo, conmovido, no le cost¨® nada ponerse en el lugar del desgraciado corredor. Casi nadie, en cambio, eligi¨® para su empat¨ªa los zapatos de Groenewegen, el compatriota que le empuj¨® a 85 por hora contra unas vallas que explotaron con el impacto. Jakobsen volvi¨® a correr a los ocho meses, hace unas semanas, y, visto lo visto, y por mucha voluntad y esfuerzo que le ponga, tardar¨¢ a¨²n varios meses m¨¢s en acercarse a lo que fue sobre una bici. Groenewegen sufri¨® una sanci¨®n de nueve meses, y ha vuelto a correr en el Giro, y parece el de antes. Termin¨® cuarto ¨Cmidi¨® mal el esfuerzo y dej¨® de pedalear a 20 metros de la meta--, pero no logr¨® de sus compa?eros m¨¢s que una huida del conflicto, un actuar como si nada hubiera pasado. ¡°No puedo hablar por los dem¨¢s, pero sab¨ªa que lo iba a enfrentar pronto¡±, dice Ewan. ¡°Antes de la suspensi¨®n competimos mucho y no creo que las cosas vayan a cambiar, ser¨¢ un rival duro, como siempre¡±.
Nadie parece querer ponerse en su lugar y pensar qu¨¦ habr¨ªa sido de su vida si se sintieran culpables de los males de un compa?ero, como Groenewegen se siente, y dice en las entrevistas que no hay d¨ªa en que no piense en el instante fatal, que no reviva en su cabeza el bang de Jakobsen al chocar y el silencio aterrador que le sigui¨®. ¡°No, no, lo pens¨¦ jam¨¢s, y mejor no pensarlo porque entonces te bloqueas¡±, razona Richeze. ¡°Una cosa es correr uno sus riesgos, otra es arriesgar a otros¡±.
Solo un hilito de compasi¨®n parece brotar de las palabras de Patrick Lef¨¦v¨¨re, el patr¨®n de Jakobsen en el Deceuninck, uno que lleg¨® a decir que Groenewegen merec¨ªa la c¨¢rcel. ¡°En caliente he dicho cosas muy graves contra Dylan, pero despu¨¦s he reflexionado, y creo que todos tenemos derecho a una segunda oportunidad¡±, dice el m¨¢nager belga. ¡°Como dice la Biblia, quien est¨¦ libre de pecado que tire la primera piedra¡±. Y Lef¨¦v¨¨re empieza a hablar de su joya, de su Remco Evenepoel, que le ha peleado una meta volante a Filippo Ganna, gigante de rosa, guardaespaldas ¨²nico para Egan, y ha perdido, pero se lleva dos segundos de bonificaci¨®n, y ya es cuarto de la general, a 20s del piamont¨¦s de rosa del que est¨¢ enamorada toda Italia, ni?os y viejecitas, sobre todo, que le aclaman desde las cunetas que vuelven a poblarse. Dice Remco: ¡°Para los italianos, Ganna es un superh¨¦roe¡±. Y Ganna le devuelve el piropo. ¡°Supongo que ¨¦l lo es para los belgas, claro¡±, dice el l¨ªder del Giro, con la sabidur¨ªa de sus 24 a?os. ¡°Pero para m¨ª los superh¨¦roes son los que estuvieron en primera fila en el primer confinamiento de la pandemia. Nosotros, los ciclistas, solo hacemos nuestro trabajo y distraemos a la gente¡±.
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