Entrar despu¨¦s del pelot¨®n... y ganar la etapa
P¨¦rez Franc¨¦s venci¨® en Barcelona, en 1965, con una vuelta de ventaja en el circuito de Montjuic
¡°?Qu¨¦ hacemos?¡±, le pregunt¨® Julio Jim¨¦nez a Jos¨¦ P¨¦rez Franc¨¦s. Eran dos espa?oles insensatos que hab¨ªan decidido hacer la guerra por su cuenta el d¨ªa que el Tour de 1965 sali¨® de Ax-les-Thermes y lleg¨® a Barcelona. Eran m¨¢s de 200 kil¨®metros, y P¨¦rez Franc¨¦s, el ciclista que naci¨® en Pe?acastillo, un barrio de Santander, cuando la Guerra Civil cumpl¨ªa su sexto mes, le contest¨® a Jim¨¦nez, el Relojero de ?vila, que ¨¦l iba a tirar. ¡°Yo seguir¨¦ a ritmo de entrenamiento, a ver qu¨¦ pasa¡±, respondi¨® su compa?ero de fuga. ¡°Pepe, esto est¨¢ muy lejos y hace mucho calor¡±.
As¨ª que P¨¦rez Franc¨¦s, al que en el pelot¨®n catalogaban de rebelde, sigui¨® tirando, hasta que Julio Jim¨¦nez le dijo que no pod¨ªa seguir el ritmo y le dej¨® solo. En el pelot¨®n, aquel 2 de julio, nadie respondi¨®. Todos esperaban al equipo Kas, pero los vitorianos calcularon mal sus fuerzas. Mientras, con la carrera ya en Espa?a, las emisoras de radio empezaban a anunciar que P¨¦rez Franc¨¦s iba escapado, y sal¨ªan a la carretera para darle ¨¢nimos. La ventaja con el pelot¨®n lleg¨® al cuarto de hora, pero Pepe calculaba: ¡°Si llego a La Garriga con cinco minutos, ya me han visto¡±. Llevaba siete en ese punto.
Jos¨¦ P¨¦rez Franc¨¦s siempre actu¨® a contracorriente. Cuando el Tour volvi¨® a Barcelona en 2009, le invitaron a la llegada, a compartir mesa con Bahamontes y con Poblet, pero no se hablaba con ninguno de los dos. ¡°No tengo nada que hablar con Bahamontes, y con Poblet no me he llevado nunca. Por su culpa perd¨ª una Vuelta. Minti¨®, me acus¨® de agarrarme a un coche y me descalificaron¡±.
La etapa que gan¨® en Barcelona pasaba por Puymorens y por el alto de Tossa, pero ten¨ªa muchos kil¨®metros de llano. Cuando P¨¦rez Franc¨¦s vio que la gente sal¨ªa a aclamarlo, se anim¨® m¨¢s. Iba tan concentrado que a su paso por su casa, en el barrio del Poble Sec, se olvid¨® de saludar a su madre, que le estaba esperando. Para entonces ya hab¨ªa un mill¨®n de personas en las calles de Barcelona cuando enfil¨®, desde la Plaza de Espa?a, hacia la subida a Montjuic.
Era media tarde. Hab¨ªa comenzado a pedalear a las 10.30, junto a los 108 ciclistas que quedaban en la carrera. Cuando comenz¨® Puymorens atac¨® Gin¨¦s Garc¨ªa, pero el equipo de Gimondi ech¨® abajo el intento; luego sali¨® P¨¦rez Franc¨¦s junto con De Rosso, pero fueron cazados, y enseguida lo intenta de nuevo el ciclista vestido de rosa con los colores del equipo Ferrys. En la cima de Puymorens ya hab¨ªa dejado atr¨¢s a Julio Jim¨¦nez. La temperatura sub¨ªa, se hizo insoportable, pero sigui¨® en solitario. Pas¨® la frontera con cuatro minutos de ventaja. En el kil¨®metro 100, eran ya m¨¢s de ocho minutos. No cedi¨®. Era la misma diferencia que ten¨ªa a la entrada de Barcelona, con las calles repletas. Lleg¨® con cinco minutos de ventaja al circuito de Montjuic, al que ten¨ªa que dar tres vueltas. Cuando complet¨® la primera, lleg¨® el pelot¨®n al mismo tiempo. P¨¦rez Franc¨¦s lo dej¨® pasar. Se puso detr¨¢s, a unos metros, y as¨ª gan¨® la etapa, vigilando por detr¨¢s a los que le persegu¨ªan, una paradoja feliz.
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