Los audios de Florentino y un problema de reputaci¨®n
El caso no modificar¨¢ su posici¨®n en el Madrid, donde su poder no se cuestiona, pero para un hombre tan preocupado por las formas estas grabaciones le presentan en su versi¨®n m¨¢s cruda
Juego subterr¨¢neo es la expresi¨®n que se utiliza en el f¨²tbol para definir un comportamiento que desde?a la ¨¦tica, pretende mantenerse oculto y busca beneficios apreciables. Que resulte dif¨ªcil de detectar no significa que no ocurra y que en ocasiones aflore con estr¨¦pito. A esta categor¨ªa de juego subterr¨¢neo, pero de ruidosas consecuencias, pertenece el reciente caso de las grabaciones efectuadas a Florentino P¨¦rez sin el conocimiento del presidente del Real Madrid y publicadas en El Confidencial.
Los audios vienen de lejos y pertenecen a Jos¨¦ Antonio Abell¨¢n, director del programa El Tirachinas en la Cadena Cope entre 2000 y 2009. Abell¨¢n ha reconocido que las grabaciones, realizadas entre 2006 y 2012, son suyas, pero niega que las haya filtrado al peri¨®dico digital. Es el ¨²ltimo caso en un pa¨ªs donde el tr¨¢fico de archivos sonoros se ha convertido en un indeseable deporte nacional, revelador de pr¨¢cticas que producen asco y decepci¨®n social.
La traici¨®n a la confianza destaca como primer elemento de este episodio. Florentino P¨¦rez no sab¨ªa que se le grababan las conversaciones privadas que se han conocido ahora. Exist¨ªa, por tanto, una voluntad previa de enga?o, no se sabe con qu¨¦ intenciones, pero ninguna amable. En t¨¦rminos deontol¨®gicos, el asunto vulnera los c¨®digos ¨¦ticos m¨¢s b¨¢sicos de la profesi¨®n period¨ªstica. Es una indecencia en toda regla.
La filtraci¨®n de los audios a El Confidencial y su posterior publicaci¨®n han generado un debate que remite tanto a la parte ¨¦tica del caso como al contenido de los comentarios de Florentino P¨¦rez. La justicia dir¨¢ si hay materia delictiva en este episodio, como reclama el Real Madrid, pero el caso ha merecido una amplia cobertura medi¨¢tica y se ha instalado en la opini¨®n p¨²blica. Est¨¢ en la calle.
Af¨¢n intrusista
En ese ¨¢mbito destaca la perplejidad que han provocado los groseros ep¨ªtetos que Florentino P¨¦rez utiliza para descalificar a jugadores y entrenadores del Real Madrid, futbolistas como Ra¨²l, Casillas, Cristiano, Figo y Guti, entre otros, y t¨¦cnicos como Vicente del Bosque o, en una escala menos dr¨¢stica, Jos¨¦ Mourinho.
Impresiona la virulencia que el presidente del Real Madrid utiliza para atacar a sus jugadores, la mayor¨ªa de ellos con trayectorias que les ubican en el pante¨®n m¨ªtico del club. Y aunque los comentarios se produjeron en la confianza de lo privado, impresiona tambi¨¦n el lenguaje garbancero y falt¨®n que utiliza un personaje de su magnitud en el mundo del f¨²tbol y de los negocios.
Esta vertiente desconocida por el p¨²blico, pero reveladora de car¨¢cter, marca una distancia abismal entre el personaje contenido, inalterable y melifluo que aparece ante el p¨²blico, y una vertiente chabacana que le adscribe a la larga tradici¨®n de presidentes conocidos por su afici¨®n a desbarrar.
Tan desagradable, pero m¨¢s inquietante, es su af¨¢n intrusista en territorios que no le pertenecen, el del periodismo, por ejemplo. Una cosa es la estrategia de comunicaci¨®n de un club y otra muy diferente desvelar el tipo de contrato de los periodistas que le resultan molestos ¡ªc¨®mo adelant¨® Florentino P¨¦rez en la conversaci¨®n, a Roberto G¨®mez no se le renov¨® el contrato en RTVE¡ª o predecir el final de un programa de televisi¨®n que le incomoda.
Este caso no modificar¨¢ la posici¨®n de Florentino P¨¦rez en el Real Madrid, donde su poder no se cuestiona, pase lo que pase. Para un hombre tan preocupado por las formas y una fijaci¨®n indisimulada con la imagen p¨²blica ¡ªabundan sus alusiones cr¨ªticas a Ra¨²l, Cristiano y Mourinho en este cap¨ªtulo¡ª, estas grabaciones le presentan en su versi¨®n m¨¢s inclemente y cruda, un presidente hipersensible con las cr¨ªticas que recibe, pero devastador en las que desliza bajo cuerda. Ahora que se sabe esta diferencia, el problema no ser¨¢ de poder, sino de reputaci¨®n.
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