Messi sonríe en París
La estrella argentina sella su acuerdo con el PSG por dos temporadas más una opcional y recibirá unos 36,5 millones netos por curso. El jugador, recibido con júbilo por hinchas y compa?eros, será presentado este miércoles
Lionel Messi, de 34 a?os, ya es jugador oficialmente del PSG. El argentino, que no renovó su contrato con el Barcelona como tenía pactado desde julio, aterrizó en París este martes por la tarde y se trasladó al Hospital Americano para completar la revisión médica. El rosarino, que será presentado este miércoles en el Parque de los Príncipes a las 11.00, firmó un vínculo por dos temporadas, más una opcional. Tendrá un salario de 36,5 millones de euros netos, un sueldo casi similar al de Neymar (hasta ahora el jugador mejor pagado de la plantilla) que cobra cerca de 35 millones por temporada. La Pulga lucirá el dorsal 30.
Messi abandonó su casa de Barcelona junto a su núcleo duro: su mujer, Antonella, y sus tres hijos (Thiago, Mateo y Ciro); su padre y representante, Jorge; Pepe Costa, exempleado del Bar?a y su asistente personal, y su director de comunicación, Marcelo Méndez. En el aeropuerto de El Prat había cerca de 50 personas para despedir al argentino. Un ambiente triste, sin duda, todo lo contrario de lo que le esperaba en París.
A las 15:30 el avión privado del argentino aterrizó en el aeródromo de Le Bourget, situado a 17 kilómetros al norte de la capital francesa. Ya no llevaba la camiseta de Adidas con la que viajó, sino una camiseta blanca en la que se leía ici c’est Paris (esto es París), frase que retumba en el Parque de los Príncipes para intimidar a sus rivales. Ya no había ni rastro de la cara amarga, llena de lágrimas, del pasado domingo en el Camp Nou. Messi sonrió en París y deliraron los cerca de 300 aficionados del PSG, todos amontonados, sin respetar ninguna distancia de seguridad, bengalas encendidas para recibir a su nueva gran estrella.
Antes de despegar rumbo a París, su padre dejó un mensaje: “Sí, mi hijo firma hoy por el PSG”, confirmó Jorge Messi antes de embarcar hacia la capital francesa. “?Quién es el culpable de su salida?”, le cuestionaron. “Averigüen en el club”, remató el padre de Leo.
El domingo, en su rueda de prensa de despedida, Messi apenas mencionó el nombre de Joan Laporta. Se refería al abogado catalán como “el nuevo presidente”. El desaire del rosarino acongojó al dirigente, que presumía de su buena relación con el futbolista, que debutó en el primer equipo azulgrana durante su primera etapa en los despachos del Camp Nou (2003-2010). Messi, en cualquier caso, no le esquivó el saludo al presidente. Sí lo hizo, en cambio, con otros directivos del Bar?a.
Después de que Laporta ganara las elecciones en marzo —fue la primera vez que votó en unos comicios—, el argentino cenó con el abogado. “Después de esa charla, estaba convencido de que iba a seguir. De hecho, mi contrato nunca fue un problema”, reveló La Pulga. Laporta y su vicepresidente deportivo, Rafa Yuste, negociaron con Jorge Messi. “Jan estaba convencido de que se podía hacer. Y quería. Tiraba para adelante”, explican fuentes de la negociación. Sin embargo, no toda la cúpula azulgrana se sumaba al entusiasmo del presidente. Los encargados de cuadrar las hundidas cuentas del Barcelona —1.173 millones de deuda bruta y 450 millones de pérdidas— eran más escépticos. “Cambiaríamos al mejor jugador para tener un mejor equipo”, sostuvo uno de los detractores de la continuidad del 10.
El pacto, en cualquier caso, se cerró en julio. Crédito de 284 millones con el fondo CVC mediante, LaLiga había dado el visto bueno al nuevo contrato de Messi: 350 millones en cinco a?os, una media de 70 por ejercicio, la mitad de lo que cobraba hasta la campa?a pasada. Los Messi, entonces, entendían que ya habían hecho todo de su parte. “La pelota está en su tejado”, decían. Y Leo, después de ganar la Copa América con Argentina, solo pensaba en descansar con su familia antes de sumarse la primera semana de agosto a la pretemporada. Primero, eso sí, tenía que firmar su contrato.
Algo se empezó a romper el lunes 2 de agosto. Y, al día siguiente en el Camp Nou, ya se comentaba que el pacto con Messi no se llevaría a cabo. El miércoles, Laporta le comunicó a Jorge Messi que se había complicado la operación. Leo, por su parte, le había advertido a su padre de que hiciera todo lo que posible: “Me quiero quedar”. Pero el jueves todo se rompió. El presidente le dijo a Jorge que ya no había nada más que hacer. El club azulgrana, que ya había acordado los fichajes de Depay, Eric García, Agüero y Emerson, no le hizo una contraoferta al argentino. “Yo hice todo lo posible, el club no sé”, expuso Messi en su adiós en el Camp Nou. Laporta miraba desde la primera fila. Jorge Messi no escuchó a su hijo en la despedida. Estaba negociando con el PSG. “En su momento, cuando toque, daremos las explicaciones correspondientes sobre lo que pasó con Messi”, se defienden en la directiva azulgrana.
El primer contacto de la entidad parisina con los Messi se produjo el jueves pasado, la misma tarde en la que el Bar?a anunció que el futbolista no continuaría ligado a la entidad azulgrana. “No se podrá formalizar debido a obstáculos económicos y estructurales (normativa de LaLiga espa?ola)”, informó el club catalán. El domingo llegó a la oficina de la familia argentina en Barcelona la primera oferta formal.
El primer asunto para resolver, antes de los a?os de duración del contrato y el salario, fue cómo equilibrar los derechos de imagen del rosarino. Messi genera cerca de 35 millones anuales de publicidad, el segundo en la lista de los futbolistas que más ingresan por detrás de Cristiano Ronaldo (50). Una vez solucionado el primer escollo, el lunes avanzaron en los números del salario y en los a?os de duración. La idea del PSG era presentar al jugador el martes. Sin embargo, a falta de concluir detalles de la operación, el acuerdo se retrasó un día.
Y, mientras en París preparaban la fiesta para recibir al argentino, en el Camp Nou quitaban su imagen de la fachada del estadio. El Bar?a se comienza a desprender de su mina de oro. El club azulgrana no solo pierde al máximo artillero de su historia (672 goles en 778 partidos), sino también a su principal atractivo comercial. Según un estudio de Brand Finance, el lastre del adiós de Messi se calcula en 137 millones de euros: 77 por ingresos comerciales (Rakuten, principal patrocinador, amaga con no renovar), 17 millones disminuiría el valor de la marca y se dejarían de percibir 43 millones en venta de camisetas y merchandising.
Messi, tras 17 a?os en LaLiga y 35 títulos, seis Balones de Oro y seis Botas de Oro, cambió el Bar?a por el PSG. Sufre Barcelona, celebra París.
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