F¨²tbol y Francia, una pasi¨®n desbordada
Si Messi pensaba mostrar su camiseta a la grada del V¨¦lodrome, ser¨¢ mejor que busque otro plan
Cuando hace unos a?os recib¨ª una propuesta para trabajar en el Olympique de Marsella, OM a partir de ahora, hice una peque?a prospecci¨®n entre profesionales que hab¨ªan estado por aquellos lares porque para m¨ª, el OM era el club que hab¨ªa dominado el f¨²tbol europeo en paralelo a nuestro Dream Team azulgrana, ellos finalistas y vencedores en 1991 y 1993, respectivamente, nosotros ganadores y finalistas en 1992 y 1994. Nunca nos encontramos en el terreno de juego, nunca el sorteo nos emparej¨®, pero ese referente se qued¨® en mi archivo futbol¨ªstico. Mis contactos me hablaron de dos conceptos: una ciudad compleja y maravillosa, un club lleno de pasi¨®n y amado por sus seguidores, que son legi¨®n, antes de las cuestiones de las redes sociales, y se reparten por todo el mundo (hace unos d¨ªas vi una camiseta del OM en Bilbao, llevada por un bilba¨ªno de pro).
Y como pasi¨®n, f¨²tbol e historia son elementos que activan mis papilas gustativas futbol¨ªsticas, hice mis maletas y me fui para all¨¢.
Uno cuando cruza los Pirineos para trabajar en f¨²tbol piensa que se va a encontrar una Liga de menos nivel, menos atractiva y, sobre todo, menos pasi¨®n siguiendo el f¨²tbol. Bueno, si es pasi¨®n lo que se mueve en nuestro pa¨ªs, asunto que, tal vez, merezca otro art¨ªculo. Como me dijo una vez Laurent Blanc en el palco de Guingamp, un estadio con m¨¢s localidades que habitantes, en el ¨²nico lugar de Francia en el que sabes el lunes el resultado de su equipo de f¨²tbol tomando el primer caf¨¦ de la ma?ana es en Marsella. Luego a?adi¨® que tal vez Saint ?tienne o Lens se podr¨ªan sumar a la lista. Y punto.
Con esas premisas de menos presi¨®n pero mucho trabajo comenc¨¦ mi tiempo en Marsella. Y no tard¨¦ mucho en descubrir que lo de la menor presi¨®n era verdad, el problema era que esa presi¨®n se concentraba en momentos puntuales, en cinco minutos de locura, de pasi¨®n desbordada e incontrolada. Y no era solo una cuesti¨®n de Marsella, que tambi¨¦n y mucha, mucha, mucha, sino que aparec¨ªan en toda Francia, en lugares y equipos sin una situaci¨®n deportiva relevante.
Dos caras
Y me preguntaba sin encontrar respuesta c¨®mo puede ser que un pa¨ªs tan organizado y estructurado como Francia pod¨ªa mostrar esas dos caras tan opuestas: orden y desmanes en el mismo lugar, casi en el mismo momento. Y si miramos a otros deportes, vamos, mejor dicho, si miramos al rugby, deporte n¨²mero uno en Francia, para ver que nada de esto suced¨ªa salvo los incidentes espor¨¢dicos que se pueden dar en cualquier actividad multitudinaria y pasional, la conclusi¨®n es que el f¨²tbol es un escenario excepcional dentro de la siempre educada Francia.
En algo de eso pensaba cuando ve¨ªa a esa multitud que aclamaba a Messi en su llegada a Par¨ªs, y reflexionaba en la cara de Leo cuando les visite en el vestuario alguno de los representantes de esos supporters para hacerles ver la importancia de un partido especial, tal vez, la vuelta de una eliminatoria de Champions o un partido de Liga definitivo, una pr¨¢ctica habitual en todos los equipos y en todas esas situaciones en las que los seguidores consideran que hay que hacer saber a los jugadores la importancia de ese partido, de ese d¨ªa.
Y en mucho de eso pensaba mientras me llegaba la informaci¨®n de los incidentes en Niza en el partido Niza-OM, todo a trav¨¦s de las redes sociales al no tener im¨¢genes en directo. La tristeza de utilizar el f¨²tbol para dar salida a otras pasiones vitales y sociales, la tristeza posterior de la utilizaci¨®n pol¨ªtica para buscar culpables y no soluciones.
Si Messi hab¨ªa pensado celebrar un gol en Marsella, mostrando su camiseta a la grada del V¨¦lodrome, como aquella imagen ic¨®nica del barcelonismo, ser¨¢ mejor que busque otro plan o le llamar¨¢n provocador.
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