Infantino y la comisi¨®n de fiestas
La FIFA sigue empe?ada en fagocitar el esfuerzo ajeno hasta l¨ªmites insoportables
¡°La Super Bowl se juega todos los a?os, ?por qu¨¦ no tener una Copa del Mundo cada dos?¡±, se preguntaba Gianni Infantino en su ¨²ltima visita institucional a Israel. La respuesta corta es que no se puede tener tanta jeta. La larga nos invita a recordarle que la NFL, a trav¨¦s de sus franquicias, paga a los deportistas por batirse el cobre cada temporada para tratar de alzar el trofeo Vince Lombardi, mientras que la FIFA sigue empe?ada en fagocitar el esfuerzo ajeno hasta l¨ªmites insoportables. Principalmente en lo econ¨®mico, eso resulta obvio, pero tambi¨¦n -y no parece menos importante- en cuanto a capital humano.
A los que somos de pueblo, la FIFA nos recuerda, en fondo y forma, a muchas de aquellas comisiones de fiestas que se encargaban de contratar a las mejores orquestas para amenizar los festejos patronales. Meses antes, los representantes de aquellos ¨®rganos de gobierno autoproclamados se pasaban por las casas de los vecinos anunciando sus intenciones: ¡°Vamos a traer a La Panorama y bueno, ya sabes¡±, dec¨ªan. Ese ¡°ya sabes¡± era su manera de recordarte que el cach¨¦ de la orquesta de moda no se pagaba aportando mil pesetas por persona. Tocaba rascarse el bolsillo con seriedad, a conciencia, buscando incluso debajo de los pliegues m¨¢s peque?os porque nunca sabe uno d¨®nde puede esconderse el papel moneda. Por encima de todo estaba el bien com¨²n, el prestigio social. Y muy el fondo, casi rayando lo turbio, aquella sensaci¨®n de que no hab¨ªa manera de controlar el dinero donado, de saber cu¨¢nto se recaudaba en total y en qu¨¦ se invert¨ªa, o d¨®nde terminaba. Como la propia FIFA, o al menos un buen pu?ado de sus antiguos miembros, muchas de aquellas comisiones de fiestas acabaron sentadas ante un juez acusadas, entre otras cosas, de blanqueo de capitales.
Infantino, al que seguramente no le quede otro remedio pues el cargo obliga, habla como si nada de esto hubiera pasado. Lo que hace el presidente de FIFA se parece a la pesca del calamar. Por alguna raz¨®n que se me escapa -soy un mal pescador y un p¨¦simo aficionado, nadie es perfecto- este molusco cefal¨®podo se siente atra¨ªdo por el brillo y eso es la Copa del Mundo para nosotros: un cebo perfecto, pues a qui¨¦n no le gusta un Mundial con toda sus emociones y tradiciones cada veinticuatro meses. La ventaja del aficionado respecto al pobre calamar es que picar no implica la muerte, de ah¨ª que algunos no vean con tan malos ojos la nueva propuesta de Infantino. Sobrecargar a¨²n m¨¢s un calendario ya de por s¨ª demencial para los futbolistas nos parece accesorio. ¡°Les va en el sueldo¡±, pensamos. El problema, como dec¨ªa al principio, es que la FIFA no se encarga de pagar dichos sueldos a los protagonistas de su gran negocio.
En la pr¨®xima jornada de Liga, varios clubes espa?oles se van a quedar sin el concurso de futbolistas que viajaron a jugar partidos de clasificaci¨®n para el pr¨®ximo Mundial de Qatar con sus selecciones y regresaron lesionados. Lo mismo sucede con otros equipos de las grandes ligas y mientras tanto, como si la m¨²sica no fuera con ¨¦l, Gianni Infantino aprovecha un acto institucional para porfiar en su empe?o de exprimir m¨¢s a la gallina de los huevos de oro: una gallina que no es suya, que no alimenta ¨¦l, y que acabar¨¢ matando si los verdaderos protagonistas -los propios futbolistas- no se unen para, de una vez por todas, anunciar que se acab¨® la vieja costumbre de dedicar sus bises a la comisi¨®n de fiestas.
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