El Bar?a toca fondo
El conjunto azulgrana, falto de acierto y de rebeld¨ªa, cae ante el Rayo en Vallecas tras un gol de Falcao. Memphis falla un penalti en la segunda parte
El Rayo tambi¨¦n gan¨® al Bar?a. La ca¨ªda de los azulgrana es tan previsible y parece tan asumida que con el paso de los partidos no se hablar¨¢ de su rid¨ªculo ni tampoco de su desdicha sino de la impotencia del rival que no consiga ganarle, sin reparar en si es grande o peque?o, juegue fuera o en el mismo Camp Nou. Ni de penalti marcaban los azulgrana, desfigurados y desnortados, tambi¨¦n desafortunados en Vallecas. Juegue quien juegue, el equipo es siempre el mismo, fr¨¢gil futbol¨ªstica y mentalmente, apesadumbrado, sin que nadie sepa qu¨¦ hacer, ni los jugadores ni Koeman, finalmente destituido tras la derrota.
El abatimiento barcelonista contrast¨® con el optimismo del Rayo. Ahora mismo son tiempos de vino y rosas en Vallecas. La alegr¨ªa es contagiosa en el equipo de Iraola, le r¨ªen todas las gracias y los dioses le aplauden en la Liga. Ha ganado los cinco partidos que ha jugado en casa de la misma manera que el Bar?a ha sido incapaz de cantar victoria lejos del Camp Nou. Los azulgrana no tienen gol, ni remate, ni sorpresa, ni suerte porque compitieron para no perder en Vallecas. No le quedaba tecla por tocar a Koeman.
Al t¨¦cnico le sali¨® una alineaci¨®n muy extra?a en su intento de activar al equipo en Vallecas. No se sabe muy bien si le condicionaron m¨¢s las lesiones de futbolistas como Pedri, De Jong, Araujo y Ansu, la estrechez del campo, el juego del Rayo o la rutina que paralizaba al propio Bar?a. Quit¨® a Gavi, apost¨® por Kun Ag¨¹ero como titular e insisti¨® con Coutinho. Nadie supo interpretar la intenci¨®n del entrenador azulgrana, ni siquiera sus jugadores si se atiende a su par¨¢lisis y descolocaci¨®n al inicio del partido, mientras que no hab¨ªa ninguna duda sobre el plan de Iraola.
El Rayo es un libro abierto, un equipo intenso y de f¨²tbol variado, perseverante en la presi¨®n, m¨¢s din¨¢mico que el Barcelona. Los azulgrana vagabundearon unos minutos, reiterativos en las p¨¦rdidas, mal puestos, lentos y sin reflejos, hasta que en juego entr¨® Busquets y alivi¨® la salida de bal¨®n que hab¨ªa quedado a pies de Ter Stegen. Asegurado el control, al equipo le falt¨® entonces profundidad, pendiente del intervencionismo de Nico, un volante de largas piernas y buen recuperador, el barcelonista m¨¢s indetectable para el Rayo.
No hab¨ªa quien diera continuidad a las conducciones de Nico. El volante eliminaba l¨ªneas y, sin embargo, ning¨²n delantero tiraba un desmarque, atacaba al espacio o buscaba el uno contra uno, sino que la pelota viajaba muerta, reflejo de la quietud del Bar?a. La parsimonia narcotiza al propio equipo y despierta a contrarios vivos como el Rayo. Alcanza con aguardar el error que llega irremediablemente por la falta de estructura colectiva y de sinton¨ªa entre Busquets y Piqu¨¦.
La timidez de Coutinho
El capit¨¢n se entretuvo y Trejo le reba?¨® la pelota para habilitar a Falcao. El ariete encontr¨® terreno para correr, recort¨® sin compasi¨®n a Piqu¨¦ y cruz¨® a la derecha del meta del Bar?a. Las jugadas del Rayo acababan en Falcao y las del Bar?a siempre tienen como punto final a Dest. Y el azulgrana no encuentra la porter¨ªa en la boca de gol, destemplado en el tiro, expuesto a la mofa, sin que los delanteros se den por aludidos, como si la jugada expresara por rara la falta de un guion razonable en el Bar?a. No hab¨ªa soluciones colectivas a los contratiempos individuales en el mapa de Koeman.
El ¨²nico azulgrana diferente en la cancha era Nico. Acostumbra a pasar con los j¨®venes de la Masia. Las promesas desfilan para que se hable de la salud de la cantera base hasta que acaban absorbidas por el f¨²tbol depresivo del plantel profesional del FC Barcelona. Nico hasta se atrevi¨® a chutar despu¨¦s de constatar que Memphis se ha convertido en pasador y que Ag¨¹ero no atinaba a enfocar a Dimitrievski. Aunque el Rayo, muy fatigado, invitaba al Barcelona a ir a por el partido, faltaban azulgranas valientes para marcar las diferencias y sobraban t¨ªmidos como Coutinho.
El brasile?o no juega sino que comete faltas o pierde el bal¨®n por m¨¢s que insista Koeman. Gavi acab¨® por sustituir a Coutinho despu¨¦s de que Memphis fallara un penalti por un derribo de ?scar. El neerland¨¦s no sab¨ªa qu¨¦ hacer con la pelota en el ¨¢rea cuando se interpuso el volante del Rayo. Mateu se?al¨® los once metros y el tiro de Memphis, tan desganado a bal¨®n parado como en el momento de forzar la sanci¨®n, fue detenido por Dimitrievski. La superioridad barcelonista era tan manifiesta despu¨¦s del descanso como est¨¦ril por mucho que interviniera Koeman.
Ni Demir, ni Luuk de Jong ni tampoco Gavi, que no enganch¨® un disparo f¨¢cil en la ¨²ltima jugada, encontraron remedio al partido ni evitaron la derrota en Vallecas. A pesar de sus concesiones defensivas, no mereci¨® perder seguramente el Barcelona y, sin embargo, nadie se rebel¨® contra el mal fario, como si nadie creyera ya en nada, olvidadas las palabras de Laporta cuando anunci¨® en mayo que la derrota tendr¨ªa consecuencias. Koeman cay¨®.
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