La obligada idealizaci¨®n de Xavi
Xavi resulta indispensable como motor emocional de un club deca¨ªdo. Reivindica el derecho a so?ar
Al f¨²tbol le cuesta muy poco a?adir contenidos simb¨®licos a su amplia gama representativa. Esa extrema capacidad para la sugerencia defini¨® la presentaci¨®n de Xavi Hern¨¢ndez como entrenador del Bar?a, celebrada en el Camp Nou con el ornato de una gran boda civil, firmada por el nuevo t¨¦cnico y el presidente Laporta en presencia de familiares, testigos y una numerosa presencia de amigos. Cerca de 10.000 aficionados acudieron a la ceremonia, tan anhelada como necesaria para un club cansado de recibir malas noticias.
La formalidad de la firma en el campo de juego, de frente a las c¨¢maras y la alegre tribuna de espectadores, mezcl¨® la seriedad del momento con el aire festivo de la convocatoria, que tuvo el gancho popular y la alegr¨ªa que ha faltado en el desangelado Camp Nou de esta temporada. Hu¨¦rfano de tantas cosas, al Bar?a le abandon¨® la ilusi¨®n colectiva.
El regreso de Xavi ofrece innumerables lecturas, algunas obvias, derivadas de la situaci¨®n cr¨ªtica del equipo y de la cadena de malas decisiones que han tomado los dirigentes del club en los ¨²ltimos a?os. En el angustioso estado actual del Bar?a, no se le piden a Xavi las habituales credenciales de entrenador. Su experiencia en este aspecto se remite a sus tres a?os al frente del Al-Sadd, equipo catar¨ª sin la menor relevancia en el panorama internacional. Salvo los obsesos que rebuscan en las profundidades del f¨²tbol con la minuciosa pasi¨®n de los entom¨®logos, nadie se ha preocupado de la trayectoria y hechuras del Al-Sadd.
Tarde o temprano, estaba escrito que Xavi volver¨ªa al Bar?a. La ¨²nica duda radicaba en las condiciones de su regreso: favorables o desfavorables. Est¨¢ claro que llega en las peores posibles, en mitad de noviembre, con el equipo m¨¢s cerca de las posiciones de descenso que de la cabeza de la clasificaci¨®n, una plantilla desequilibrada, multitud de lesionados y sin margen de maniobra en un mercado donde hasta lo m¨¢s barato le resulta muy caro al club.
Xavi no pod¨ªa, ni deb¨ªa, rechazar la oferta de Joan Laporta, por inconveniente que fuera el momento y la magnitud del desaf¨ªo, que resultar¨ªa gigantesco para cualquier entrenador. Tambi¨¦n lo ser¨¢ para Xavi, obligado a moverse entre las expectativas que alimenta su regreso y la cruel exigencia de los resultados cotidianos. Aunque el f¨²tbol no perdona a nadie, Xavi cuenta ahora mismo con la ventaja de la unanimidad en el barcelonismo y el respeto a una figura sin tacha.
Por origen, trayectoria, influencia y ¨¦xito, Xavi personifica el ideal del Bar?a y sus seguidores. Cuenta menos el entrenador que lleva dentro que la idealizaci¨®n del personaje. Xavi era y ser¨¢ un mito del Bar?a, pero en la situaci¨®n actual el barcelonismo prefiere sentirlo como a su particular Mois¨¦s cruzando el Mar Rojo. De ¨¦l se anhela una ruptura con la mediocridad reciente y el traslado a una m¨ªstica perdida, perfectamente representada en su versi¨®n como jugador.
Por voluntarista que se antoje la idealizaci¨®n de Xavi en el inclemente panorama del f¨²tbol, de cuyas angustias no hay mejor ejemplo que este Bar?a, resulta indispensable como motor emocional de un club deca¨ªdo y desconcertado, en un estado de cuasi hibernaci¨®n, en el que la pandemia ha deteriorado a¨²n m¨¢s los destrozos provocados por la p¨¦sima gesti¨®n de los ¨²ltimos a?os y la decadencia del equipo.
En su puesta en escena, la presentaci¨®n de Xavi como entrenador reivindic¨® la vertiente congelada del Bar?a. No son los resultados, que tambi¨¦n, sino la emoci¨®n colectiva, el derecho a so?ar, en definitiva. Ning¨²n equipo progresa sin reclamo y respuesta pasional. A esa materia imprescindible en el f¨²tbol remiti¨® el retorno de Xavi al Camp Nou.
Puedes seguir a EL PA?S DEPORTES en Facebook y Twitter, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.