P¨¢rrizas y And¨²jar, ejemplos contra viento y marea
Admiro enormemente a esa gente que, con el paso de los a?os y excediendo distintas vicisitudes, se muestran perseverantes con el camino que han decidido emprender
Siempre he intentado entender el deporte desde un punto de vista filos¨®fico, si se me permite el adjetivo tan elevado. ?Qu¨¦ sentido puede tener pasar una bola por encima de una red, dedicar infinitas horas a una actividad f¨ªsica, si no se acompa?a de un esp¨ªritu de superaci¨®n personal como forma de entender la vida?
Admiro enormemente a esa gente que, con el paso de los a?os y excediendo distintos problemas y vicisitudes, se muestran perseverantes e ilusionados con el camino que han decidido emprender.
En muchas ocasiones, los que comentamos o escribimos sobre deporte ponemos el foco casi exclusivamente en aquellos pocos elegidos que tienen un palmar¨¦s nutrido de trofeos (yo, el primero) y dejamos fuera de las cr¨®nicas a otros y otras tenistas con un esp¨ªritu de lucha igual o superior a los primeros.
Nuria P¨¢rrizas, la jugadora granadina, que a sus 30 a?os ha jugado su primer Open de Australia y ha ca¨ªdo en una meritoria tercera ronda contra la norteamericana Jessica Pegula, es una de ellas. Despu¨¦s de toda una carrera en la que ha tenido muy escasos apoyos econ¨®micos y problemas f¨ªsicos, como una importante lesi¨®n que llev¨® a los m¨¦dicos a recomendarle el abandono total del tenis, ah¨ª sigue, desapercibida para el gran p¨²blico, pero gran ejemplo, a mi entender, no solo para los j¨®venes deportistas que tan f¨¢cilmente abandonan o se quejan ante las dificultades cotidianas.
El otro tenista que querr¨ªa destacar hoy se encuentra en una posici¨®n bastante m¨¢s favorable en cuanto al nada desde?able ¨¦xito profesional y al reconocimiento recibido. Pablo And¨²jar ¨Cal que vi caer desde casa frente a Alex de Mi?aur en la tercera ronda¨C ha pagado, sin embargo, el haber coincidido en el tiempo con Rafael y con David Ferrer.
A Pablo no solo lo conozco muy bien, sino que le tengo un enorme cari?o. El conquense atesora una brillante carrera, con cuatro t¨ªtulos ATP y avances hasta la tercera o cuarta ronda en los cuatro Grand Slams. En una ¨¦poca en la que la potencia de los golpes es lo m¨¢s determinante, ¨¦l sigue ganando partidos con un tenis de estrategia y saber hacer. Ha tenido lo m¨¢s importante: esa capacidad de poner m¨¢xima atenci¨®n, de progresar y de superarse d¨ªa a d¨ªa. Ahora, con 35 a?os, ha conseguido igualar su mejor actuaci¨®n en el Open de Australia, despu¨¦s de haber tenido que superar una larga e inoportuna lesi¨®n de codo que le sobrevino en 2015, cuando estaba en pleno ascenso y en su mejor momento profesional, 32? en el ranking.
Evidentemente, nos producen admiraci¨®n esos tenistas en los que ponemos el foco, Federer, Djokovic o Rafael, que son capaces de ejecutar y, de forma persistente, golpes dificil¨ªsimos en las situaciones m¨¢s complicadas. Son unos pocos los que han logrado mantener ese nivel tan elevado a lo largo de tantos a?os, pero precisamente por eso, para ellos es m¨¢s f¨¢cil mantenerse en esa perseverancia y en esa lucha diarias. Ellos disfrutan, o han disfrutado, de una recompensa tan inmediata como permanente.
Es por esto por lo que me merecen gran consideraci¨®n esos otros jugadores que, como en el caso de Pablo, han demostrado gran compromiso y amor por su profesi¨®n, recogiendo menos reconocimiento y compensaciones inmediatas. ?l es no solo un gran tenista. Tambi¨¦n supone una gran lecci¨®n y se comporta como una excelente persona que representa a la perfecci¨®n el ideal deportivo y humano en el que yo creo. El que intento transmitir a mis hijos y a los alumnos de la Academia.
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