Egan Bernal: ¡°Es un volver a nacer¡±
Recibida el alta hospitalaria, el campe¨®n ciclista colombiano inicia la rehabilitaci¨®n de su cuerpo reconstruido con la vista siempre fija en el Tour de Francia
A media tarde del domingo en Espa?a de la cl¨ªnica universitaria La Sabana, en Ch¨ªa, Colombia, sale una foto. En ella, Egan Bernal, de pie, bien erguido sobre dos piernas que asoman, ligeras, fin¨ªsimas, de unos pantalones cortos grises, y acaban en unos calcetines blancos y unas deportivas azules con suela roja. Le flanquean, a derecha e izquierda, cuatro a un lado, tres al otro siete personas, dos mujeres y cinco hombres. Las batas blancas que visten, y medias blancas una de las mujeres, permiten suponer que son parte del equipo m¨¦dico del hospital en el que Bernal ha pasado los 14 ¨²ltimos d¨ªas, diez de ellos en una UCI, desde que ingres¨® transportado por una ambulancia acelerada y pululante, el 24 de enero, pocos minutos despu¨¦s de haberse estrellado mientras pedaleaba mirando al suelo su bicicleta de contrarreloj a toda velocidad contra la parte trasera de un autob¨²s de l¨ªnea que acaba de detenerse delante de ¨¦l.
Colombia y el mundo contemplan esa fotograf¨ªa. Los mensajes no tardan en saturar las redes. La foto ya no es una foto sino una estampa de la esperanza, el bien que se eleva sobre la maldad; la constataci¨®n de que Egan, campesino de Zipaquir¨¢ hecho ciclista, es un predestinado que flota por encima de las miserias humanas, tan propias, y la foto, Egan de pie apenas una semana despu¨¦s de que su cuerpo destrozado fuera reparado en varias intervenciones quir¨²rgicas eternas --la r¨®tula izquierda, y se ve la rodilla a¨²n hinchada y un poco tumefacta, y de ella salen unos bultitos, las piezas met¨¢licas que comprimen el hueso hecho polvo; el f¨¦mur, dos v¨¦rtebras que comprim¨ªan la m¨¦dula en la regi¨®n tor¨¢cica, dos v¨¦rtebras cervicales, la boca y los dientes, costillas rotas que se clavan en los pulmones y provocan un neumot¨®rax-- es la prueba viviente de que ¨¦l es m¨¢s fuerte que su destino, como ya lo previ¨® el m¨¦dico que asisti¨® al embarazo de su madre y le recomend¨® que lo llamara Egan, el h¨¦roe que domina al fuego, que domina al destino. Esa historia corri¨® como la p¨®lvora cuando Egan domin¨® el Iseran y a todos sus rivales y los Dolomitas y la nieve. Ahora que ha vencido a la muerte, la fotograf¨ªa del hospital es la nueva leyenda. Nadie duda de que vencer¨¢ tambi¨¦n todos los obst¨¢culos y volver¨¢ a ser el campe¨®n ciclista que emociona.
Y ¨¦l lo siente as¨ª.
¡°La vida me cambi¨® en un segundo¡±. Im¨¢genes grabadas con un m¨®vil. Habla Egan pocos minutos despu¨¦s de una foto. Est¨¢ sentado en una silla de ruedas. A su lado, uno de los responsables m¨¦dicos de La Sabana. Egan se dirige a ¨¦l. Le quiere decir que sin su hospital no estar¨ªa vivo. Se lo dice a todo el mundo. Narra su resurrecci¨®n. Recuerda c¨®mo el accidente le ocurri¨® entre Tocancip¨¢, cerca de su Zipaquir¨¢, en Gachancip¨¢, en la carretera hacia Tunja, y lo cerca que estaba de la Cl¨ªnica La Sabana, el centro privado del Opus Dei, una de las mejores de toda Colombia. ¡°Estaba preparando el Tour de Francia en la bicicleta de crono y al siguiente segundo estaba luchando por mi vida¡±, contin¨²a el ciclista que a los 25 a?os reci¨¦n cumplidos ya ha ganado un Tour y un Giro, y es el ¨²nico al que teme el rey Tadej Pogacar, el esloveno que ha ganado los dos ¨²ltimos Tours pero que no ha debido a¨²n enfrentarse a un Egan en plenitud para conseguir sus victorias. ¡°Pero, la verdad, coincidi¨® todo para dar con buenos profesionales. Si no se cruza eso, el cuento ser¨ªa diferente. Debo darles gracias por permitirme tener una segunda oportunidad. Es un volver a nacer, el hecho de estar vivo¡±.
Con sencillez extrema, Bernal, heredero del Indomable Zipa, Efra¨ªn Forero, el primer ¨ªdolo ciclista de su Zipaquir¨¢, el ganador de la primera Vuelta a Colombia, habla como hablar¨ªan los m¨¢rtires, con la sencillez de un narrador b¨ªblico. Habla del valor del dolor que en el hospital estuvieron intentando mitigar con los m¨¢s fuertes analg¨¦sicos, y no llegaban a quit¨¢rselo. ¡°Y estos d¨ªas que ten¨ªa dolor me dec¨ªa, ¡®bueno, al menos siento dolor, al menos siento algo¡¯, Y eso ha sido gracias a ustedes¡±, les dice a los m¨¦dicos y enfermeras, y gesticula con la mano derecha, y en ella est¨¢n entablillados dos dedos. ¡°Ahora viene un proceso largo y todo, pero creo que el trabajo duro ya lo hice aqu¨ª. Muchas gracias y mis respetos por lo que ustedes hacen. Muchas gracias por darme una segunda oportunidad¡±.
Poco despu¨¦s, Egan env¨ªa una nueva foto. Est¨¢ sentado en un sill¨®n de su casa. Le rodean amigos, su pareja, Mafe, su madre, Flor, otros ciclistas, y un masajista de su Ineos y su preparador, Xabier Artetxe. Su equipo para volver, para reiniciar su proceso largo hacia el Tour, la esperanza. Y probablemente no llegar¨¢ al de 2022, tan cercano, a menos de cinco meses, pero que nadie le borre del Tour del 23. As¨ª lo quiere la nueva leyenda de Egan, que volvi¨® de entre los muertos. Como Kim Novak, como el Nairo que volvi¨® a nacer tras el mal del muerto, la enfermedad infantil que le tuvo meses postrado. Su culto toma otra dimensi¨®n.
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