El Chelsea pisa el acelerador
El campe¨®n desarma al Lille imponiendo su ritmo fren¨¦tico
El campe¨®n no se detiene, circula a todo trapo. Una ventaja de dos goles deja al Chelsea a un paso de los cuartos de una competici¨®n en la que la campa?a pasada mostr¨® de lo que es capaz en un esquema competitivo que no le exige una regularidad. Clasificado como segundo en su grupo, el cuadro londinense encontr¨® un sorteo amable que le emparej¨® ante el Lille, una golosina entre todas las opciones que le acechaban. El campe¨®n galo es un equipo estimable, pero no est¨¢ en el m¨¢s alto nivel europeo, situado como est¨¢ en media tabla en la competici¨®n dom¨¦stica. En Stamford Bridge apenas le hizo cosquillas a su rival y se aboca a una complicada remontada en su estadio para entrar por primera vez entre los ocho mejores equipos de Europa. Parece demasiado.
La pelota ech¨® a rodar y el Chelsea pis¨® el acelerador como si el partido durase 10 minutos. A este nivel, y en momentos as¨ª, cuando un equipo imprime ese ritmo y engrasa su disposici¨®n colectiva de esa manera tampoco importa mucho que sobre el c¨¦sped no tenga grandes estrellas. Lukaku, el futbolista m¨¢s caro del equipo, se qued¨® en el banquillo. No acaba de entrar en el once, cuando fue necesario un recambio en el ataque Werner pas¨® por delante de ¨¦l en el escalaf¨®n. A todas las vicisitudes que atraviesa el fornido belga desde su regreso al cuadro londinense y su escasa sinton¨ªa con el t¨¦cnico, Thomas Tuchel, se agrega un ¨²ltimo debate: en la ¨²ltima jornada de la Premier, en la victoria contra el Crystal Palace, su desconexi¨®n fue tal que apenas toc¨® la pelota siete veces durante 90 minutos.
Nadie ech¨® de menos a Lukaku en un partido que no se jug¨® en las ¨¢reas, fren¨¦tico y desatado, con un inicio en el que los delanteros no dejaban de intercambiar posiciones y Havertz marc¨® tras aprovechar un buen servicio de Azpilicueta. En ocho minutos el Chelsea le hab¨ªa generado tres ocasiones claras de gol al campe¨®n franc¨¦s, que parec¨ªa camino de la hecatombe.
Pero el tanto matiz¨® la excitaci¨®n local. El Lille tuvo recursos para tomar la pelota, manejarla y detener aquella furia. Encontr¨® esas herramientas en la movilidad de Renato Sanches, que part¨ªa desde la derecha y buscaba asociarse en cualquier sector. Su dinamismo le dio vida al Lille, pero en realidad era maquillaje: el Chelsea siempre tuvo muy claro donde estaba su partido. Se apost¨® para buscar el robo y en caso de sisar la pelota salir al esprint con dos especialistas en conducciones, Kant¨¦ y Kovacic. Tampoco era partido para Jorginho, otro que se qued¨® sentado al lado de Tuchel.
Un estilo vibrante
Kant¨¦ culmin¨® un recital. Avis¨® mediada la primera parte en una acci¨®n que no pudo culminar Ziyech y dio en la diana camino del ecuador de la segunda parte cuando volvi¨® a desbocarse y ejercer como cuchillo en mantequilla para regalarle el segundo gol a Pulisic. Todo fue r¨¢pido, achispado, entre el rumor enfervorecido de la grada. Hay muchas maneras bellas y efectivas de jugar al f¨²tbol, pero adem¨¢s de todo eso el estilo del Chelsea es vibrante.
El Lille no encontr¨® respuestas y apenas consigui¨® que Mendy se estrenase bajo los palos de la meta del Chelsea. Dos abajo en el marcador, se vio obligado a buscar el campo contrario, gasolina para el equipo londinense, que con todo evit¨® riesgos y no se abri¨®. No pas¨® excesivos apuros. El Lille envi¨® balones al ¨¢rea, pero ah¨ª emergi¨® R¨¹diger, exuberante, para sostener a su equipo.
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