Cuando Ancelotti recib¨ªa las reprimendas de Abram¨®vich
El italiano, que s¨ª estar¨¢ en la ida de Londres tras dar negativo, sufri¨® una relaci¨®n compleja con el due?o del Chelsea cuando dirigi¨® el equipo hace una d¨¦cada
Hace una d¨¦cada, Carlo Ancelotti, entonces entrenador del Chelsea, cruz¨® la puerta del vestuario de Alex Ferguson en Old Trafford, despu¨¦s de ser eliminado en cuartos de Champions por el Manchester United, y su cara era un funeral. Tanto que el escoc¨¦s lleg¨® a pensar que hab¨ªa sufrido alguna desgracia familiar. Pero no. Todo su problema era Roman Abram¨®vich, por quien se sent¨ªa definitivamente condenado. Para animar a su colega, el t¨¦cnico de los diablos rojos abri¨® una botella de vino, el italiano se tranquiliz¨® y, cuando este se march¨® a su caseta, all¨ª le esperaba el presidente blue en medio de un silencio eterno. Nadie se atrev¨ªa a hablar, hasta que el propio Ancelotti se arranc¨® con un breve discurso para disolver el ambiente mortuorio.
Aquella noche europea fue, a efectos pr¨¢cticos, el ¨²ltimo cap¨ªtulo de Carletto al frente del equipo londinense, su rival en los cuartos de la Liga de Campeones y uno de los muchos banquillos que ha dirigido en su amplia hoja de servicios. Dos temporadas (2009-10 y 2010-11) que empezaron con t¨ªtulos (Liga y FA Cup por primera vez en la historia de la entidad); se torcieron despu¨¦s (sin triunfos en la segunda campa?a); y que en su desarrollo casi siempre estuvieron marcadas por una relaci¨®n compleja con el due?o de la entidad, el magnate ruso, que no tard¨® en dejarle claro que no le iba a pasar ni una. Ni ganando.
Esta vez no se ver¨¢n las caras. Cuando Ancelotti, que viaj¨® este mismo mi¨¦rcoles tras dar negativo en covid, cruce la puerta de Stamford Bridge, ser¨¢ la primera vez que Abram¨®vich ya no est¨¦ all¨ª, apartado de la direcci¨®n del Chelsea por sus lazos con Putin. El recuerdo, sin embargo, no se borra tan f¨¢cil. Unos a?os m¨¢s tarde de su brusca salida, en su libro Liderazgo tranquilo, el actual entrenador blanco dedic¨® a esta convivencia gran parte de sus explicaciones sobre su paso por el Chelsea. ¡°Las conversaciones con ¨¦l se volvieron imprevisibles y yo no siempre estaba preparado para afrontarlas¡±, escribi¨® un Ancelotti que, seg¨²n su versi¨®n, prefiri¨® rehuir el enfrentamiento directo y no responder ¡°con agresividad a la agresividad¡± por considerarlo una estrategia ¡°in¨²til¡±.
Las conversaciones con ¨¦l se volvieron imprevisibles y yo no siempre estaba preparado para afrontarlasCarlo Ancelotti
Despu¨¦s de ocho a?os en el banquillo del Milan, el club de Londres fue su primera experiencia fuera de Italia. Pudo haber ido un curso antes, en 2008, pero su ¡°p¨¦simo¡± nivel de ingl¨¦s le sac¨® de la carrera en favor de Luiz Felipe Scolari. No obstante, el brasile?o fracas¨® pronto y de nuevo contactaron con Ancelotti, que entonces s¨ª acord¨® el fichaje y una semana de curso intensivo de ingl¨¦s en Pa¨ªses Bajos, de ocho de la ma?ana a ocho de la noche.
Adem¨¢s del idioma, en Stamford Bridge aprendi¨® que fuera del hogar de Milanello las cosas duran mucho menos y se dio cuenta de una paradoja que le ha perseguido hasta hoy: ¡°Me contratan para que sea amable y tranquilo con los jugadores, pero cuando hay alg¨²n descontento es muy propio decir que el problema est¨¢ ah¨ª. Si salgo ganador, es porque soy un tipo tranquilo. Y si salgo perdedor, tambi¨¦n es porque soy un tipo tranquilo. ?C¨®mo se explica?¡±, se preguntaba en este volumen publicado en 2016 en un pasaje que sigue sonando actual. Una reflexi¨®n que entonces ven¨ªa a cuento de una petici¨®n de Abram¨®vich para que fuera m¨¢s duro con el vestuario. Reclamaci¨®n que no atendi¨® porque ¨¦l, argument¨®, no pod¨ªa (ni puede) cambiar su forma de ser.
El vestuario, con Terry, Lampard y Drogba al frente, se llevaron de cena y copas al italiano la noche de su despido
Antes de estas incomprensiones, lo primero que el magnate le hab¨ªa exigido fue un equipo con identidad. ¡°Cuando veo al Chelsea, no aprecio ninguna¡±, le advirti¨® el propietario, seg¨²n revel¨® luego Carletto. Y la idea del t¨¦cnico para complacer al jefe fue construir un equipo con m¨¢s posesi¨®n. Los resultados en estas dos campa?as fueron de m¨¢s a menos, aunque una cosa se mantuvo fija: la inflexibilidad del presidente en cuanto se produc¨ªa un desliz. El de Reggiolo ven¨ªa de lidiar con Silvio Berlusconi, pero el ruso era otra asignatura. Las llamadas al orden y la rendici¨®n de cuentas ante Abramovich resultaron una constante. Con frecuencia, a cada desliz o fiasco le segu¨ªa una visita al despacho o a la casa del due?o para dar explicaciones, o una aparici¨®n del propio presidente a la caseta. Incluso, confes¨® el italiano, le cay¨® una reprimenda despu¨¦s de un 6-0 al West Bromwich al inicio de su segunda temporada.
As¨ª hasta aquel punto final en Old Trafford (2-1, 3-1 en el global de la eliminatoria), donde el actual preparador del Madrid sustituy¨® al descanso a Fernando Torres, reci¨¦n firmado a cambio de 58 millones, por Didier Drobga, que meti¨® el ¨²nico gol blue. ¡°Qu¨¦ derroche de dinero, un derroche total¡±, hurgaba Alex Ferguson en Liderazgo tranquilo al recordar el episodio en el vestuario con el italiano.
Como luego le ocurrir¨ªa en su primera ¨¦poca en el Madrid, Ancelotti ten¨ªa claro que despu¨¦s de ese adi¨®s en Champions su sentencia estaba escrita. No se la comunicaron hasta minutos despu¨¦s del ¨²ltimo encuentro del curso y entonces le sucedi¨® algo in¨¦dito en su carrera. La vieja guardia del vestuario, muy vieja guardia con Terry, Lampard y Drogba a la cabeza, se lo llevaron a cenar y tomar unas copas por Londres. Les hab¨ªa ca¨ªdo simp¨¢tico.
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