El renacer de Remco Evenepoel en la Lieja-Bastogne-Lieja
Victoria en solitario en Lieja del prodigioso ciclista belga que se impone a un peque?o grupo en el que llega Valverde, s¨¦ptimo en su ¨²ltima Decana
?ltimo domingo de abril. Campi?a belga. Valles verdes. Chimeneas de viejas fundiciones apagadas. De Lieja a Bastogne, en el sur, y vuelta a Lieja. 257 kil¨®metros. M¨¢s de seis horas y diez minutos. Tres momentos. Dos gritos. Un chirrido. Corazones a 200. Y un rel¨¢mpago.
Un personaje. Un ni?o que crece y llora en la meta en el regazo de su madre amant¨ªsima, rodeado del alborozo de miles de aficionados, compatriotas belgas que recuperan la fe perdida en el prodigio. Y llora, mocos y todo, su padre en su hombro, que abraza.
Remco Evenepoel. Dorsal 13. 22 a?os y toda una vida por detr¨¢s. Crisis f¨ªsicas y morales. Insultos de Merckx y los santones del ciclismo belga que desprecian su, dicen, falta de humildad, falta de respeto a sus mayores, a sus tradiciones. Y un monumento. ¡°Ha sido el mejor d¨ªa de mi vida sobre una bicicleta¡±, dice el fabuloso corredor, que gana la Lieja, la m¨¢s antigua de las carreras, y se corre desde hace 130 a?os, en su primera participaci¨®n. ¡°El d¨ªa perfecto para estar mejor que nunca. Soy el mejor Remco de nuevo¡±. El ni?o prodigio is back. Renacen su fama, sus maneras, sepultadas los dos ¨²ltimos a?os por el brillo descarado de Van Aert, Van der Poel, Pogacar¡ Renacen la fe y la esperanza. El ciclismo de la fantas¨ªa, la pasi¨®n de siempre, la generosidad, encuentra su sentido. Ninguna crisis dura toda la vida.
Un momento. La ca¨ªda. Desciende r¨¢pido el pelot¨®n de la cuesta de La Haute Lev¨¦e, la sexta del repertorio de 10, camino del col de Rosiers, el ¨²nico puerto de monta?a de toda B¨¦lgica. Bajan a 70 por hora, dicen los expertos que comentan la carrera, quienes, de golpe, cambian el tono, dejan de hablar, voz plana, del gran trabajo de Luis Le¨®n S¨¢nchez en la cabeza para exaltarse alarmados y casi gritar. P¨¢nico. Una gran ca¨ªda corta el pelot¨®n en dos. Im¨¢genes de helic¨®ptero. M¨¢s de 20 corredores rotos, y sus bicis, por las cunetas. Los viejos ciclistas hablan del ruido, del infierno, de cuadros de carbono que explotan, de neum¨¢ticos que revientan, del olor de las frenadas, del chirrido de los neum¨¢ticos. Y hablan del silencio que aterroriza cuando el mundo se para. El silencio lo rompe un grito. Es Romain Bardet, el franc¨¦s que llega de ganar el Tour de los Alpes y levanta la mano con urgencia, y se?ala un foso hondo, un toc¨®n de ¨¢rbol reci¨¦n talado, otro ¨¢rbol en la orilla, una bici, un ciclista que se mueve poco a poco. Es Julian Alaphilippe. Son su casco y su maillot de campe¨®n del mundo. Y Bardet, su rival, su amigo, que podr¨ªa seguir en carrera, elige bajar, descender al foso, ayudar a Alaphilippe, otro ciclista. Una ambulancia se lleva al hospital al campe¨®n del mundo. Est¨¢ consciente, dicen en su equipo, el Quick Step, que informa de que al gran favorito de la carrera le duelen mucho la espalda y un hombro, pero que se mueve.
Momento dos. 30 kil¨®metros para la meta. En la cota de Desni¨¦ Mikel Landa y sus amigos del Bahrein han agitado al pelot¨®n, que se mueve acelerado, sin respiraci¨®n, y acelera m¨¢s a¨²n para ascender, y as¨ª, a toda velocidad, y las piernas les duelen como demonios a los ciclistas, alcanzan la pancarta de La Redoute, o m¨¢s precisamente, los primeros metros en falso llano que siguen a la cima de la cota que hace desde 1975, cuando fue incluida en el trazado, a los campeones de la Lieja. Algo as¨ª como el Izoard del Tour o el Stelvio del Giro. La rampa en la que sue?an los ni?os belgas que no tienen el corpach¨®n inmenso de los campeones del pav¨¦s, los de huesos peque?os y ligeros que no sue?an con ser percherones que aplastan los adoquines a su paso, que solo aspiran a ser pajaritos, aves, y volar, como vuela Evenepoel que sigue todo el tiempo la marcha caracoleante, la cabeza de ac¨¢ para all¨¢, de su compa?ero abrepista Mauri van Sevenant, y, cuando todos piensan en levantar el pie, coger aire, suspirar y lamentarse de su oficio, de su espalda sale, como el rayo, ¨¦l, Remco. Persigue a una moto que acelera. Sale tan fuerte que derrapa, que deja un surco en el asfalto negro, que nadie puede seguirle, aunque todos lo intentan. ¡°Ten¨ªa ganas de plantar una bomba en La Redoute¡±, dice. ¡°He sufrido luego con el viento de cara. Me costaba mantener el ritmo, pero sab¨ªa que los que me persegu¨ªan tambi¨¦n sufr¨ªan¡±.
Evenepoel es el l¨ªder del Quick Step. Act¨²a como l¨ªder. Hace lo que habr¨ªa hecho aunque el otro jefe del equipo, su c¨®mplice Alaphilippe, no estuviera en el hospital. Quiere ganar. Busca la soledad deseada de los campeones. El ¨²nico modo que conoce para hacerlo, el m¨¦todo que lleva su nombre desde que lo patent¨® a los 19 a?os cuando gan¨® la Cl¨¢sica de San Sebasti¨¢n y dej¨® boquiabierto al mundo, es acelerar lejos y convertir las carreras en una contrarreloj, su fuerza, su moral. Como tem¨ªa Valverde, como tem¨ªa Van Aert, los dos maestros de la t¨¢ctica y la espera, cazadores en emboscada, y a ellos es a los que m¨¢s rompe el ataque lejano, a 30 kil¨®metros, del ni?o belga, la ausencia de Las Fraguas antes de la ¨²ltima cota, la de la Roca de los Halcones, favorec¨ªa ataques de los que no les gustan.
¡°Yo no quer¨ªa moverme¡±, dice Van Aert, el otro rey de todos los belgas que no perdona a Evenepoel sus ataques locos que, sigue pensando, le costaron a ¨¦l el Mundial de Lovaina. ¡°Yo esperaba a la Roca de los Halcones Subimos muy r¨¢pido y, cuando cambi¨® Remco al final de La Redoute, todos rodamos detr¨¢s de ¨¦l, pero no le hemos podido alcanzar. Remco ha sido el m¨¢s fuerte. Chapeau¡±.
Van Aert, Valverde, todos los que se quedan mirando la estela de Evenepoel que se aleja, solo piensan entonces en llegar con fuerzas al sprint por el segundo puesto. Todos saben que un grupo de campeones nunca ser¨¢ capaz de ponerse de acuerdo para alcanzar a un fugado. Van Aert pierde el sprint ante su compatriota Quentin Hermans. Llega tercero. Valverde, desbordado y encerrado, acaba s¨¦ptimo su ¨²ltima Lieja tras Daniel Mart¨ªnez, el ganador de la Vuelta al Pa¨ªs Vasco, Higuita, ganador de la Volta, y, again, como en la Flecha, Teuns. Es el d¨¦cimo top ten en 16 participaciones en la Decana (y cuatro victorias, y cuatro puestos m¨¢s en el podio). El lunes 25 cumple 42 a?os, 20 m¨¢s m¨¢s que Remco, el ni?o prodigio que podr¨ªa ser su hijo, y que para demostrar que ha renacido se reserva para ¨¦l un momento, a un kil¨®metro de los muelles fluviales de Lieja, donde llega solo. Mira a la c¨¢mara de la moto que le acompa?a y levanta un dedo de la mano izquierda y se se?ala la cabeza. No se pavonea de su inteligencia. Solo recuerda a todos los que han dudado de ¨¦l que ¨¦l tambi¨¦n piensa, que no es un demagogo de ataques espectaculares y bald¨ªos. ¡°He sufrido mucho moral y f¨ªsicamente el ¨²ltimo a?o¡±, dice luego a quienes quiz¨¢s no recuerden c¨®mo su carrera estuvo a punto de acabarse antes casi de empezar tras una pavorosa ca¨ªda en agosto de 2020 en la que se destroz¨® la cadera en un descenso en Lombard¨ªa. Y c¨®mo su cotizaci¨®n continu¨® descendiendo con el error que cometi¨® al correr el Giro pasado sin estar en forma, y las cr¨ªticas de Merckx a su insolencia. ¡°Solo quiero dar las gracias a todos los que han cre¨ªdo en m¨ª en los d¨ªas en los que tantos dudaban¡±.
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