Todo estaba perdido
No s¨¦ cu¨¢nto hay de ¨¦pica, de milagro, de estad¨ªstica o de opereta en esta serie de remontadas berlanguianas del Madrid
Supongo que todo se resume en ese momento concreto en que la repetici¨®n desvelaba el pie de Thibaut Courtois desviando un tiro cruzado de Grealish que deber¨ªa haber puesto el 0-2 en el marcador, pen¨²ltimo clavo en un ata¨²d que el Madrid utiliza a modo de cama hiperb¨¢rica para re¨ªrse de la muerte y el resto del mundo. Mi padre, que sabe m¨¢s de la vida que cualquier otra persona que conozca, se levant¨® del sof¨¢, le coloc¨® el arn¨¦s a la perra y se la llev¨® a pasear. ¡°Est¨¢ todo perdido¡±, dijo. Y se march¨® con esa cara de resignaci¨®n que los antimadridistas viejos ejecutan preventivamente, mucho antes de que el drama se consolide o incluso se vislumbre.
Me pareci¨® excesivo pero preocupante. Con los a?os he aprendido que los padres tienen raz¨®n incluso cuando no parecen tenerla, desprovistos de cualquier tentaci¨®n que no sea la de vivir otro d¨ªa para contarlo, para demostrarte con hechos que la vida no es tanto lo que t¨² crees como lo que ¨¦l sabe. Volvi¨® a los pocos minutos, con el animal en el brazo y el 2-1 en el marcador, tan seguro de lo sucedido que ni siquiera necesit¨® mirar al televisor para adivinar el resultado. ¡°?Por qu¨¦ tienes esa cara?¡±, me pregunt¨®. ¡°?Es que no escuchas cuando te hablo?¡±. Lo dijo decepcionado de veras, como tantas otras veces y por motivos tan diversos que no vienen al caso, salvo para ahondar en su infalibilidad frente a mis humos de le?a verde. ¡°Y ahora, en la pr¨®rroga, penalti de Benzema y a dormir¡±. Solo le falt¨® adivinar por d¨®nde lo iba a lanzar y dibujarme una equis en la frente. Pepa, la perrita, ya se hab¨ªa subido al sof¨¢ y escondido la cabeza entre los cojines: tambi¨¦n ella parec¨ªa entender lo que a m¨ª todav¨ªa me resulta inconcebible.
Ya no s¨¦ cu¨¢nto hay de ¨¦pica, de milagro, de estad¨ªstica o de opereta en esta serie de remontadas berlanguianas del Madrid. Ni siquiera me interesa, m¨¢s all¨¢ de no perder la fe en un deporte que deber¨ªa ce?irse a una cierta l¨®gica o, al menos, a una l¨®gica m¨ªnima. ?Qu¨¦ nos queda si nada importa cuando toca a rebato el Real? Imposible no acordarse de aquella famosa frase de Alfredo Rela?o sobre el baloncesto, un deporte en el que nada importa hasta los ¨²ltimos dos minutos de partido y que ahora, de la manera m¨¢s inesperada, se le vuelve en contra por culpa del rey del f¨²tbol, que es el Madrid a caballo y vestido como Napole¨®n.
¡°Dios me mir¨® y dijo: hoy es tu d¨ªa¡±, confes¨® Rodrygo Goes al final del partido: acab¨¢ramos. Quienes siempre hemos cre¨ªdo en la teor¨ªa de que Dios es madridista, ahora debemos lidiar con la certeza de saberlo enrolado ¡ªy sin contrato¡ª en el extenso cuerpo t¨¦cnico de Carlo Ancelotti, un italiano que ha pintado otra Capilla Sixtina con humo de habanos y una ceja que no para quieta, como su equipo cuando terminan los noventa cuartos y empiezan las campanadas. ?C¨®mo soportar a un equipo que parece estar despidiendo el a?o cada 15 d¨ªas? ¡°Ma?ana me doy de baja de Movistar¡±, dijo el viejo en cuanto Orsato pit¨® el final del partido. Y es probable que apartar la mirada no solucione gran cosa, pero al menos es un comienzo. Tambi¨¦n la en¨¦sima lecci¨®n de un hombre que se compr¨® un perro para no tener que repetir una y otra vez la misma cosa: efectivamente, todo estaba perdido.
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