De Nadal y Alcaraz, de referentes y sus sucesores
Los j¨®venes talentos del deporte suelen crecer con un mayor desparpajo, sin el miedo a lo desconocido, pero el reto de desarrollar una carrera no se consuma solo con ilusiones
El deporte sigue las leyes del ciclo de la vida: todo tiene un principio y un final. Aunque haya figuras que parezcan eternas, porque hemos hecho de sus triunfos nuestras alegr¨ªas, su camino tendr¨¢ un desenlace en alg¨²n momento. Nada es para siempre. Y el aficionado debe respetar con madurez esos ciclos, valorar cada etapa en la carrera de un atleta y tratar de entender las circunstancias que rodean los momentos. Dicen que uno no valora lo que tiene hasta que deja de tenerlo. En el deporte, se hace patente en el tramo final de tu carrera.
Es inevitable que, con los a?os, surjan nuevas figuras con un potencial todav¨ªa por descubrir. Con un futuro te¨®ricamente brillante, pero que solo se escribir¨¢ desde el esfuerzo diario. Deportistas j¨®venes inspirados por sus referentes, a los que intentan emular con la ilusi¨®n de seguir sus pasos en un futuro. Hay que dejar a esos j¨®venes hacer su propio camino. Nada genera m¨¢s presi¨®n en los hombros de un reci¨¦n llegado que soportar la sombra de una leyenda, escuchar comparaciones constantes con el del faro que puede haberle iluminado. Si su ilusi¨®n es seguir la huella de n¨²meros uno, campeones del mundo y ol¨ªmpicos, o perseguir metas que ning¨²n otro ha logrado, dejemos crecer con naturalidad esa ambici¨®n.
Me vienen a la mente varios deportistas consagrados con sus consiguientes herederos, atletas que llegan a competir ante sus ¨ªdolos o comparten vestuario con ellos. El ejemplo m¨¢s claro lo tenemos muy presente en estas ¨²ltimas semanas. El tenis espa?ol vive una ¨¦poca hist¨®rica gracias a la carrera legendaria de Rafael Nadal, convertido por derecho propio en uno de los mayores atletas de todos los tiempos. Es uno de los iconos del deporte moderno y una figura eterna en la historia espa?ola. La llegada de Carlos Alcaraz al circuito, con un empuje espl¨¦ndido antes de cumplir los 20 a?os, ha disparado las comparativas entre ambos. Dejemos caminar a ambos con tranquilidad.
Al mismo tiempo, mi mente recuerda figuras como Sergio Garc¨ªa y John Rahm; Sergio Rodr¨ªguez y Ricky Rubio; Andr¨¦s Iniesta y Pedri; o Valentino Rossi y Marc M¨¢rquez. La admiraci¨®n es una faceta muy personal, casi ¨ªntima del atleta, cuya motivaci¨®n deber¨ªa quedar en el terreno privado del competidor. Sin presiones externas. En el apartado femenino, ocurre algo similar con Amaya Valdemoro y Alba Torrens; Gemma Mengual y Ona Carbonell o, por ejemplo, Garbi?e Muguruza y Paula Badosa. En tiempos donde las redes sociales y la inmediatez no jugaban un papel tan fuerte, esos deportistas pudieron desarrollar sus carreras con mayor tranquilidad que sus sucesores. Las comparaciones no eran tan constantes y esa demanda de rendimiento por un camino ya marcado quedaba en un segundo plano.
Por otro lado, muchos de esos j¨®venes tienen ante sus ojos la posibilidad de inspirarse, de tener referentes y no necesitar actuar como pioneros en su disciplina. Alguien previamente les ha mostrado el camino, les ha ense?ado que es posible alcanzar un objetivo, les ha abierto la mente para lanzarse a conseguirlo. Suelen crecer con un mayor desparpajo, sin ese miedo a lo desconocido, llegando a debutar incluso antes que sus propios ¨ªdolos. Pero el reto de desarrollar una carrera no se consuma solo con ilusiones. El trabajo, la disciplina y el esfuerzo diario siguen siendo clave.
?Qu¨¦ deben pensar o sentir los referentes? ?Qu¨¦ respeto tienen que mostrar los sucesores? Unos y otros comparten la pasi¨®n por el deporte que practican, tienen un talento innato y se esfuerzan al l¨ªmite por obtener resultados. Esa capacidad de resiliencia para superar momentos complicados y disfrutar con la exigencia del deporte marcar¨¢ la diferencia en sus carreras. Referentes y sucesores cruzar¨¢n o no sus caminos en la historia del deporte. Les ayudaremos a conseguirlo de forma sencilla: dej¨¢ndoles ser felices con su esfuerzo diario.
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