Biniam Girmay, el primer ciclista del ?frica negra en ganar una etapa en una gran vuelta
El corredor eritreo, que acaba en el hospital por un accidente al abrir la botella de vino en el podio, vence en un duelo espectacular a Van der Poel
Vence Biniam Girmay, el esperado, y lo celebra en el podio, agita la botella de prosecco rosa y el tap¨®n sale tan r¨¢pido, mejor, fulminante, un fogonazo, como es ¨¦l, el sprinter africano, el ciclista de Asmara, en la ¨²ltima recta, velocidad tremenda mantenida durante 400 metros que sorprende a Mathieu van der Poel, el divino, y es incapaz de cerrar el hueco, y el tap¨®n de corcho gordo, igual, es como ¨¦l, un proyectil incontrolado que le golpea en el ojo izquierdo, y le ciega.
Hora y media despu¨¦s regresa al hotel con un parche en el ojo da?ado. No hay m¨¢s informaci¨®n. El equipo se?ala que hasta el mi¨¦rcoles por la ma?ana no informar¨¢ de la condici¨®n del corredor, doble protagonista de lo extraordinario en una etapa del Giro, y de su capacidad para proseguir en el Giro. Las posibilidades de continuar, fuentes cercanas al equipo informaron, eran escasas. Con solo visi¨®n en un ojo, un ciclista no puede ir en un pelot¨®n.
820 pm @GrmayeBiniam has just left hospital in Jesi #Giro105 His start in stage 11 looks unlikely. In the morning the team will communicate about it ? pic.twitter.com/WvBC5Z2ZJL
— Renaat Schotte (@wielerman) May 17, 2022
La celebraci¨®n de un hecho hist¨®rico ¡ªporque hist¨®rico es, y no solo para el Giro de Italia o para el ciclismo o para el deporte, sino para todo un continente, que un ciclista de la ?frica negra gane una etapa en una gran vuelta de un deporte, tan arraigado en la cultura de la vieja Europa¡ª se convierte, as¨ª, en menos de lo que se tarda en contarlo, en un drama que roza la tragedia. 17 de mayo de 2022, martes, un d¨ªa inolvidable. Batido, antes de cruzar la l¨ªnea, Van der Poel le da su aprobaci¨®n al vencedor levantando su pulgar derecho, vale, b¨¢rbaro; la sala de prensa del Giro, periodistas que buscan historias que saquen del sopor el relato de una carrera sin aristas, hasta ahora, se pone a aplaudir loca; Juanpe, siempre de rosa tras un esfuerzo que como todos los que protagoniza parece excesivo, le abraza nada m¨¢s cruzar la meta, y tambi¨¦n Van der Poel. El h¨¦roe, Girmay, es un chaval nacido en el a?o 2000 que corre en bicicleta con la determinaci¨®n de quien se siente el elegido para una misi¨®n.
?Vaya final!?Vaya sprint!?QUE BARBARIDAD!
— Sergio Yustos Fern¨¢ndez (@sergioyustos_) May 17, 2022
Biniam Girmay Hailu y Mathieu van der Poel. #giro
? Eurosport pic.twitter.com/fsSSkjj9Bw
Todo es extraordinario por un segundo bajo el sol habitual de Jesi, en las Marcas, los antiguos estados pontificios, donde Leopardi, rom¨¢ntico, poeta, pensador, sac¨® la cabeza por encima de la mediocridad en una tierra donde los curas, due?os de las tierras, permit¨ªan que comieran bien todos, que no pasara hambre nadie, siempre que aceptara sumisamente el orden natural de las cosas, que no fueran ni muy malos ni muy buenos, ni m¨¢s ni menos. Y pasadas las playas adri¨¢ticas, todas iguales, la geometr¨ªa repetida de la tumbona sim¨¦trica destruyendo las l¨ªneas de la naturaleza en la costa adri¨¢tica, bajo el monte Conero, hueco, se entra en Recanati, la biblioteca desde la que Leopardi demoli¨® todo el pensamiento conservador en un triunfo breve, sepultado r¨¢pidamente, de nuevo, por el olor a incienso de las iglesias y el polvo de Macerata, de Loreto, gris. Recanati, el pueblo del pensador, en lo alto de la colina, es un muro de asfalto hacia el monte. Y Van der Poel, el inquieto, rinde honores al poeta rom¨¢ntico cuando rompe el cambio de su bicicleta.
Es el momento de un alarde, una exhibici¨®n de clase que deja sin palabras a los exciclistas, Saligari, Petacchi, que comentan para la RAI, estupefactos por la calma con la que cambia de bici, por la limpieza con la que regresa al pelot¨®n, ¨¦l solo, sin aprovechar para apalancarse cuando su director le ofrece un bid¨®n, sin coger la rueda de los coches, cogiendo al vuelo, a 70 por hora, con una habilidad de prestidigitador una bolsita de hielo de la mano de un auxiliar en un coche. Y coloc¨¢ndosela en el cuello, vuelta a pedalear. Petacchi le grita, pero, burro, aprovecha, vete a rueda, ag¨¢rrate, que este esfuerzo lo vas a pagar, no seas insensato, pero, amigo, qu¨¦ clase, dios m¨ªo.
Leopardi y Van der Poel. Todos los excesos ser¨¢n castigados, prometen los mediocres, lo que acelera m¨¢s a¨²n la voluntad, las ganas de tocar las narices, del neerland¨¦s, siempre protagonista. Y a su rueda, encolado, Girmay, que quiere ser como ¨¦l, que lo est¨¢ siendo, y aprende y coge al vuelo, no la bolsa de hielo que le refresque el primer d¨ªa de calor verdadero en Italia, sino todos los detalles de los campeones, a los que no imita, sino mejora.
Los colonizadores italianos, el nuevo imperio romano de Mussolini, crearon Asmara, la peque?a Roma, y llevaron sus bicicletas y su afici¨®n al ciclismo al pa¨ªs del levante africano. Cuando se fueron, derrotados en el 41, dejaron las bicicletas y la afici¨®n al ciclismo, que Girmay, y otros muchos, heredaron e hicieron fructificar. Y, en un momento en el que Italia llora porque sus buenos ciclistas son viejos, Pozzovivo, que trabaja para Girmay, Nibali, que solo ataca bajando, llega con su bicicleta a reconquistar el mundo en el nombre de un continente, ?frica. La iron¨ªa hist¨®rica, la reescritura.
Un talento ¨²nico, un ciclista veloz y resistente, capaz de pasar la media monta?a, un Van der Poel en cierta manera, sin su gusto por el gasto in¨²til, por el exceso, Girmay obtuvo una beca de la UCI, que lo aloj¨® en su centro de formaci¨®n en Suiza. Lo fich¨® luego un equipo franc¨¦s y acab¨®, tras tantas experiencias y solo 22 a?os, y una hija, en el Intermarch¨¦ belga. Asombr¨® a los que nunca le hab¨ªan visto quedando segundo en el Mundial sub 23 de Lovaina. Gan¨® en marzo la Gante-Wevelgem, una cl¨¢sica de pav¨¦s, y dijo: ¡°Lo hago en el nombre de ?frica¡±.
Vive en San Marino. Se equivoca en una curva en el ¨²ltimo descenso y parece que ya dice adi¨®s, pero reaparece a la rueda de Van der Poel, y Pozzovivo comienza a lanzar el sprint, ligera cuesta arriba. Van der Poel, los ojos clavados en el italiano, absorto, percibe demasiado tarde que, como un tap¨®n de champ¨¢n, fulminante, da?ino, Girmay arranca por su derecha. Le sorprende. Le derrota. Se sienta en el sill¨ªn Van der Poel, que derrot¨® a Girmay en el mano a mano del primer d¨ªa en Hungr¨ªa, y aquel d¨ªa, siempre estrena las historias el neerland¨¦s, ya se dio Van der Poel en un ojo con el tap¨®n de la botella celebratoria, pero m¨¢s levemente. Baja la cabeza. ¡°Un d¨ªa extraordinario. Estoy estupefacto¡±, dice Girmay, antes de que el tap¨®n le ciegue. ¡°He ganado mi primera etapa en mi primera grande. Esto es una gran historia para m¨ª y para todos los africanos. Ya sabemos que todo es posible¡±. Y el mundo, con la boca abierta, asiente, y respeta, y dice, hay que ser un fen¨®meno de verdad para hacer sentarse a Van der Poel en una llegada como esta. La etapa, una sucesi¨®n de colinas, un continuo subibaja, ha sido tan dura que solo 30 corredores llegan a la meta en el primer pelot¨®n. Y la ha ganado un ciclista de la ?frica negra.
Puedes seguir a EL PA?S Deportes en Facebook y Twitter, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.