El orgulloso mestizaje de Suiza
El rival de Espa?a en la Liga de las Naciones refleja en su selecci¨®n la pluralidad de una naci¨®n en la que m¨¢s del 40% de sus habitantes es de origen extranjero
No hay un pa¨ªs en Europa como Suiza, que hace bandera de su neutralidad y creci¨® durante decenios gracias a la mano de obra inmigrante. Tres de cada diez habitantes en la confederaci¨®n helv¨¦tica son extranjeros y si se mira hacia los ancestros, el porcentaje se sit¨²a por encima del 40%. Ese crisol encuentra un reflejo en el f¨²tbol: 14 de los 26 futbolistas de la convocatoria de la selecci¨®n que recibe este jueves a Espa?a (20.45, La1) nacieron o tienen antepasados en el exterior. Al frente est¨¢ Murat Yakin, de origen turco.
Los suizos se describen a s¨ª mismos como una Willensnation, una palabra en alem¨¢n, el idioma de m¨¢s del 60% de sus habitantes y una de sus cuatro lenguas oficiales, que sirve para expresar la idea de una naci¨®n creada con la voluntad y el deseo de aunar a diversos pueblos. Pero el camino no siempre fue sencillo. Entre 1934 y 1966, Suiza disput¨® todos los Mundiales menos uno, pero luego se pas¨® 28 a?os en blanco. En 1994, Espa?a ape¨® en los octavos de final a un equipo de ropaje aut¨®ctono en el que apenas se integraban un argentino nacionalizado, Nestor Subiat, el hijo de una pareja malague?a, Mart¨ªn Rueda, y el descendiente de italianos Ciriaco Sforza. ¡°Antes de aquel equipo hab¨ªa una gran distancia cultural y de manera de vivir y sentir el f¨²tbol entre los que hablaban alem¨¢n y franc¨¦s. Hoy est¨¢ todo m¨¢s globalizado, muchos jugadores viven en otros pa¨ªses y la mentalidad es muy diferente entre los j¨®venes¡±, describe Silvan K?mpfen, viceredactor jefe de Zw?lf, una revista especializada en describir el f¨²tbol desde un acento social.
Suiza crece con un f¨²tbol mestizo. En la Eurocopa de 1996 mostr¨® al mundo a Kubilay T¨¹rkyilmaz, un poderoso delantero que abanderaba a una de sus comunidades m¨¢s futboleras y que hab¨ªa nacido en Bellinzona, la italianizada capital del cant¨®n del Ticino. Poco despu¨¦s, a inicios de este siglo, el Basilea que se asom¨® a la Liga de Campeones estaba liderado por los hermanos Yakin. Unos 70.000 ciudadanos turcos viven hoy en Suiza, 3.500 tienen licencia federada para jugar al f¨²tbol, una cifra que hay que multiplicar por cinco si se aplica a los portugueses, que, sin embargo, apenas han conseguido llevar a un paisano a la selecci¨®n y fue el pasado mes de septiembre. Se trata de Ulisses Garc¨ªa, un lateral izquierdo nacido en Lisboa, hijo de caboverdianos. De ese archipi¨¦lago lleg¨® Gelson Fernandes, aquel mediapunta que marc¨® el gol que sell¨® la ¨²nica derrota de Espa?a en el Mundial de 2010.
¡°En Suiza a la segunda generaci¨®n de emigrantes nos llaman secondos, en italiano¡±, previene Ricardo Cabanas, que aclara que no hay atisbo xen¨®fobo en la expresi¨®n. ¡°Suiza es un pa¨ªs ejemplar. De ni?o creces con gente de tantas razas y religiones que aprendes a aceptar, a convivir y a entender¡±, explica este hijo de coru?eses nacido en Zurich, un mundialista con Suiza en 2006 que tambi¨¦n visti¨® la camiseta de la selecci¨®n gallega. M¨¢s de la mitad de los 80.000 espa?oles que viven hoy en Suiza son gallegos, otros tantos acabaron por regresar. Llegaron en oleadas desde 1959 hasta principios de los ochenta, preferentemente desde entornos rurales como lo hizo el padre de Ricardo Rodr¨ªguez, zaguero de la selecci¨®n y del Torino, que parti¨® desde Freixo (Crecente), una aldea en el conf¨ªn que marcan las provincias de Pontevedra y Ourense con el norte de Portugal.
Rodr¨ªguez vivi¨® una de las mayores epopeyas del f¨²tbol suizo, la consecuci¨®n del campeonato del mundo sub-17 hace ahora trece a?os. ¡°Aquello fue muy importante porque se tom¨® conciencia de que el f¨²tbol suizo pod¨ªa ganar algo, de que ¨¦ramos algo m¨¢s que la peque?a Suiza¡±, explica K?mpfen. Ese equipo ya era pura mezcla, con Seferovic, Xhaka, Rodr¨ªguez o el hijo de tunecinos, Ben Khalifa, una promesa que ha acabado en la liga japonesa. Tambi¨¦n Shaqiri pertenec¨ªa a aquella generaci¨®n, aunque no jugase el campeonato. Tras las oleadas procedentes de la pen¨ªnsula ib¨¦rica, el avispero balc¨¢nico propici¨® grandes desplazamientos de poblaci¨®n. La comunidad albanokosovar supera los 112.000 habitantes y m¨¢s de 6.000 futbolistas en el pa¨ªs y entre las rep¨²blicas exyugoslavas suman casi 200.000 personas m¨¢s y 13.000 de ellas est¨¢n federadas.
¡°Hay una minor¨ªa que alza mucho la voz y que deplora el hecho de que los jugadores de la selecci¨®n se apelliden Zakaria o Shaqiri y no M¨¹ller o Meier, o le desagrada que no todos sean de raza blanca¡±, explica K?mpfen. Esta semana, tras la derrota contra la Rep¨²blica Checa, un comentario racista de un lector en una noticia publicada en el diario Blick suscit¨® la reacci¨®n de Granit Xhaka, el futbolista del Arsenal de origen alban¨¦s y capit¨¢n de la selecci¨®n. ¡°?Esto nunca cambiar¨¢!¡±, escribi¨® en su cuenta de Instagram. El diario retir¨® el comentario y se disculp¨® con el futbolista por no haberlo filtrado. ¡°Suiza es multicultural. Una persona que se llama Granit, Djibril o Xherdan es tan suiza como una que se llama Roger, Andy o Claudio. El respeto y la tolerancia son valores b¨¢sicos en nuestro pa¨ªs¡±, respondi¨® Steffi Buchli, redactora jefa de Blick, que adem¨¢s reflej¨® la opini¨®n de Fankurve Schweiz, la organizaci¨®n que agrupa a los aficionados de la selecci¨®n: ¡°Esa gente no entiende ni la cultura suiza ni nuestra pol¨ªtica migratoria ni nuestra visi¨®n del f¨²tbol, que representa la tolerancia y la pluralidad de culturas¡±.
Hoy Suiza es un pa¨ªs que sigue dependiendo de la mano de obra que absorbe. ¡°Y sobre todo de inmigrantes con una alta cualificaci¨®n¡±, matiza K?mpfen, que en todo caso observa un choque cultural que se intenta matizar porque los jugadores forjados en la migraci¨®n se muestran demasiado orgullosos de donde han llegado, con una ostentaci¨®n que ya ha suscitado alguna cr¨ªtica. ¡°Hay quien piensa que quiz¨¢s en sus pa¨ªses de origen es normal mostrarlo, pero que no se corresponde con los t¨ªpicos valores suizos, que abogan m¨¢s por la discreci¨®n y la humildad¡±, apunta. En todo caso, esa mentalidad tiene otra faz, la del descaro y la confianza, valores que aplican con el bal¨®n en los pies y que la vieja Suiza necesitaba para elevar su nivel futbol¨ªstico. En Qatar, tras superar a Italia en la fase de clasificaci¨®n, jugar¨¢n su quinto Mundial consecutivo, un hito jam¨¢s conseguido antes.
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