David Popovici bate el r¨¦cord de 100 libre de nataci¨®n y destroza el estigma de los ba?adores prohibidos

Caeleb Dressel era el nadador m¨¢s r¨¢pido del mundo en ba?ador textil. Era el campe¨®n mundial. Era el campe¨®n ol¨ªmpico. Era, naturalmente, trat¨¢ndose de un gran velocista, de Estados Unidos. Con 25 a?os, estaba en su apogeo cuando el pasado 21 de junio en los Mundiales de Budapest decidi¨® retirarse de la competici¨®n alegando ¡°razones m¨¦dicas¡± nunca especificadas, justo despu¨¦s de constatar que disputar¨ªa la final de 100 metros libre con un flaco de p¨®mulos salientes y mirada brillante que con solo 17 a?os hab¨ªa hecho los dos largos de su semifinal en 47,60 segundos. Se llamaba David Popovici.

Si Dressel no huy¨® ante la visi¨®n de un futuro inh¨®spito, lo pareci¨® mucho. Razones no le faltaron. El futuro del nado libre pertenec¨ªa a ese tallo de 1,90 de estatura, tan inesperado por su extra?o origen rumano como previsible en su progresi¨®n. Este s¨¢bado en la piscina del Foro It¨¢lico, sede los campeonatos de Europa de Nataci¨®n, Popovici confirm¨® la trayectoria devastadora que anuncian sus marcas desde que ten¨ªa 13 a?os. Desde que Ian Thorpe se convirti¨® en el campe¨®n mundial m¨¢s prematuro de todos los tiempos en 1998, con 15 a?os, no surg¨ªa un nadador de libre m¨¢s autoritario. El muchacho, que lleva toda la vida entren¨¢ndose en un club de Bucarest, lejos de las principales corrientes de la nataci¨®n de ¨¦lite, destroz¨® en 46,86 segundos el r¨¦cord mundial de C¨¦sar Cielo, el m¨¢s enquistado en la memoria infausta de la era de los ba?adores flotantes de poliuretano.

Exactamente un siglo despu¨¦s de que Johnny Weissm¨¹ller batiera su primer plusmarca de 100, el destino reserv¨® un c¨ªrculo perfectamente ir¨®nico a Popovici, que se convirti¨® en el hombre m¨¢s joven en batir un r¨¦cord en la prueba m¨¢s legendaria de la nataci¨®n. La localizaci¨®n no pudo tener mayor carga simb¨®lica. Fue la piscina del Foro It¨¢lico, bajo los viejos pinos, el mismo escenario en que se estableci¨® el r¨¦cord precedente, 13 a?os atr¨¢s. Fue en la final de los Mundiales de Roma, el 30 de julio de 2009, cuando embutido en un mono de goma que le ayudaba a deslizarse por la superficie empleando toda su fuerza en ir hacia adelante, porque ya de sostenerle arriba se ocupaba la tecnolog¨ªa, cuando C¨¦sar Cielo toc¨® la ¨²ltima pared y grit¨® victorioso, para gloria de Brasil y de Arena, el fabricante de ba?adores. Su marca, 46,91 segundos, acababa de nacer y ya parec¨ªa grabada en piedra. El hombre que la rompiera deber¨ªa nadar como si llevara incorporado un artefacto flotador de ¨²ltima gama.

Prohibidos los ba?adores impermeables en 2010, la nataci¨®n alumbr¨® una nueva era, m¨¢s sobria, menos espectacular. Armados de una bermuda de tela por donde el agua flu¨ªa sin freno, Caeleb Dressel y los australianos Kyle Chalmers y Cameron McEvoy intentaron sin ¨¦xito aproximarse al territorio inhumano de Cielo. Solo Dressel baj¨® de 47 segundos, en los Mundiales de 2019. Sus 46,96 se convirtieron en un hito y un rayo de esperanza para los peregrinos que avanzaban hacia la cumbre helada que habit¨® Cielo.

El lado salvaje

Popovici ten¨ªa cuatro a?os en los Mundiales de 2009. Carec¨ªa de memoria y de complejos. No se sinti¨® inferior por ir con el pecho desnudo, apenas cubierta la entrepierna por una bermuda de tela, luciendo ante la multitud su pecho de insinuante estern¨®n. Desafiado por el h¨²ngaro Kristof Milak, el mejor mariposista que existe transformado ahora en librista, debi¨® encontrar un aliciente. ¡°Los 100 sacan tu lado salvaje¡±, dijo, tras ganar el oro en Budapest, hace un mes. Milak, que nadaba a su izquierda, le empuj¨® al terreno de la adrenalina.

Milak sali¨® el primero. El franc¨¦s Maxime Grousset mand¨® en la prueba durante el viraje, en 22,72 segundos. Popovici toc¨® la primera pared en segunda posici¨®n, a sesenta cent¨¦simas por encima del tiempo parcial de Cielo en 2009. Su regreso ser¨ªa inaudito. Popovici avanz¨® como un cuchillo en el agua. Sin ofrecer resistencia. Sin ofrecer superficie de rozamiento, rotando el tronco y clavando las manos en equilibrio perfecto. A falta de 40 metros ya traspasaba el umbral del ritmo de r¨¦cord del mundo. Sus 46,86 constituyen una de las mayores haza?as de la historia del deporte. Una se?al ominosa para Estados Unidos y Australia, grandes potencias del nado libre, camino de los Juegos de Par¨ªs de 2024.

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