D¨ªa 1 despu¨¦s de Roger Federer
El suizo cierra una carrera de ensue?o en una velada de escalofr¨ªos en Londres, junto a Nadal. Se va el gran genio de la raqueta y de la mano, un estilo inigualable
Frances Tiafoe se salta el protocolo y va con todo en el desempate final. Sonr¨ªe p¨ªcaro y se resigna Roger Federer, ya en viaje directo hacia la eternidad aunque, en realidad, el destino empez¨® a dibujarse desde el primer pelotazo, cuando ese chico de pelo oxigenado, rebelde y coleta al viento meti¨® la cabeza en el circuito profesional, lejos ya, 1998. Hoy d¨ªa, el chico que escuchaba a Lenny Kravitz, que se enfurru?aba con facilidad y que romp¨ªa raquetas es un se?or cuarent¨®n y feliz padre de familia, mod¨¦lico hasta en los andares. Porque ¨¦l no camina, ¨¦l flota. Lo suyo es otra cosa: el arte de levitar. As¨ª se despide una leyenda grabada en oro. Clase hasta el final, pese a que chirr¨ªen las bisagras. Poco importa. Suena el Viva la vida de Coldplay, l¨¢grimas y m¨¢s l¨¢grimas. Hay un Concorde hacia el infinito.
Llega el adi¨®s entre luces de ne¨®n y fiesta, acompa?ado de su media naranja y sin el lazo de una victoria. Poco importa. El 4-6, 7-6(2) y 11-9 es pura anecdotilla. Jack Sock y Frances Tiafoe, los rivales elegidos para este ep¨ªlogo, siguen a pies juntillas el guion preestablecido, aunque en el desenlace se desmarcan con un volantazo. Esto es tenis, no se regalan ni las migas. ¡°Let¡¯s go, Roger, let¡¯s go!¡± canta la grada del O2 de Londres, los 20.000 feligreses a los que se les hace un nudo en la garganta porque es el ¨²ltimo baile y, ahora s¨ª que s¨ª, esto se acaba. Escuecen los ojos, lo abraza Rafael Nadal. Incre¨ªble pero cierto: termina el gran viaje, uno de los m¨¢s extraordinarios de la historia del deporte. Es un antes y un despu¨¦s, fecha a memorizar: del 23 al 24 de septiembre de 2022: d¨ªa 1 despu¨¦s de Federer.
Nadie quer¨ªa perd¨¦rselo. Pero Andrea, una uruguaya que se ha cruzado el charco junto a su madre y su hermana, no ha tenido fortuna. Lagrimea desde la habitaci¨®n del hotel: ¡°Pero ha merecido la pena¡ Cuando hablamos de Roger, cualquier cosa es poco¡±, transmite apesadumbrada. Al menos, le queda el consuelo del ahorro, porque se ha despachado todo el papel y la reventa exig¨ªa un pastizal: hasta 46.000 libras por una entrada, 50.000 euros; un m¨ªnimo de 10.000 para los m¨¢s avispados. De alguna manera, lo del suizo siempre ha tenido el punto de lo il¨®gico. Ning¨²n tenista ha alcanzado tal perfecci¨®n de forma tan natural, tan innata, tan instintiva. Cosas de genios. Cosas de Federer, el gran escultor de la raqueta.
Es su adi¨®s y lleva 15 meses sin jugar, as¨ª que se le echa una mano y la pareja de enfrente no aprieta en el desarrollo. La dichosa rodilla derecha est¨¢ entre algodones y el ¨®xido se nota, pero a donde no llega ¨¦l, alcanzan las piernas y el empuje de Nadal, con el que por la tarde ha peloteado en la pista de entrenamiento en una escena deliciosa: dos camaradas y un mismo lenguaje. De gigante a gigante. Un ¨²ltimo brindis al que se suman el padre del balear y Carlos Moy¨¤, de foto a foto con el portento que ahora se despide y la noche previa era agasajado en un c¨¦ntrico palacete de la ciudad, cena de etiqueta a la altura del hombre que siempre compiti¨® de esmoquin, impoluto de inicio a fin. No hay una sola mancha en la solapa de Federer, el gran cautivador, seductor siempre, a lomos de un lema: la belleza por la belleza.
Cuelga la raqueta con 20 grandes y 103 t¨ªtulos en sus vitrinas, expresadas en las 1.251 victorias que ha firmado, por solo 275 derrotas. Ha defendido el n¨²mero uno durante 310 semanas, 237 de ellas de forma consecutiva, y se ha diferenciado con un repertorio de exquisiteces ¨²nico. No hay estilista ni pincel m¨¢s reconocido. Pero m¨¢s all¨¢ de los reconocimientos y los premios deja una huella descomunal, incluido ya entre los elegidos del tenis y tambi¨¦n de la historia del deporte. Independientemente de los resultados, su impacto es superior, bandera de un registro sin comparaci¨®n. Se va ¨¦l, se va un genio. Se termina una forma de jugar y de competir, al alcance solo de un talento superlativo.
Su trascendencia siempre escap¨® a lo que pudiera reflejar el electr¨®nico. El suizo, de 41 a?os, cierra su trayectoria despu¨¦s de 24 a?os como profesional y de lograr un largu¨ªsimo listado de distinciones, aunque su legado va mucho m¨¢s all¨¢ de cifras y r¨¦cords. Su majestuosa obra lo trasciende absolutamente todo. Por encima de cualquier cosa, se marcha como un jugador de un estilo ¨²nico, reconocible e inimitable. El Dandi, con may¨²sculas.
Su adi¨®s, unido al protagonizado por Serena Williams recientemente en Nueva York, describe el final de una era. Enmarca la salida Londres, ciudad capital en sus ¨¦xitos y hoy anfitriona de la Laver Cup, la competici¨®n que fund¨® ¨¦l hace cinco a?os. Gradas abarrotadas y remolinos en las galer¨ªas circulares del O2, todo el mundo en pie, corazones encogidos, suspiros. Escalofr¨ªos. Es medianoche y se congela el tiempo. Tiene a tiro un punto de partido, pero el derechazo se le queda corto y a continuaci¨®n la grada afea a Tiafoe un par de bolazos; el primero golpea el hombro del homenajeado, el siguiente lo sortea por los pelos Nadal en acrob¨¢tica maniobra. No proced¨ªa.
Lo dicho: poco importa, no hay empa?o posible. ¡°Y al octavo d¨ªa, Dios cre¨® a RF¡±, le dedica pancarta en alto un aficionado desde el primer anillo. ¡°Siempre ser¨¢s nuestro 1¡å, reza otra. Y ¨¦l llora, llora y llora. Nadal tambi¨¦n, sin consuelo. Agradece, abraza, besa a su esposa Mirka y a sus padres, el entra?able Robert y Lynette, su primera institutriz; caranto?as para sus cuatro hijos, gemelos y gemelas. El resto lo mantea. Todo empez¨® en Basilea y finaliza en la glamurosa noche inglesa de Greenwich. Por los siglos de los siglos, Roger Federer.
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