El equipo espa?ol de vela de SailGP se agiganta en la bah¨ªa de C¨¢diz
El catamar¨¢n conducido por Jordi Xammar termina sexto la primera jornada y aspira a disputar la final del domingo
Las fuerzas que desatan el juego de las diferencias de presi¨®n y el principio de conservaci¨®n de energ¨ªa hacen que las lentejas en una olla se cuezan en nada, que los aviones se cuelguen del aire y que el agua del mar agitada levante sobre sus patitas, o foils, a nueve catamaranes de 2.400 kilos peso y un ala de 24 metros, alta como una torre de ocho pisos, clavada vertical que se lanzan a toda velocidad, a 100 por hora casi, en una carrera sin freno y viradas y reviradas, a barlovento, a sotavento, y convierten la f¨ªsica en poes¨ªa, y es en la bah¨ªa de C¨¢diz, y su mar de seda, y su luz, hasta tan hermosa como la de Camar¨®n, su palo, su vela, y el barquillo que cruza despacito hacia el Puerto.
Es el GP de Andaluc¨ªa-C¨¢diz de SailGP, los barcos que son aviones. Son los mejores del mundo, y entre ellos, peleando con ellos, con los grandes maestros de Nueva Zelanda, de Australia, de Estados Unidos, de los grandes pa¨ªses de la vela, un catamar¨¢n espa?ol. Est¨¢n los mitos al volante. Est¨¢ Peter Burling, su oro ol¨ªmpico, sus Copas Am¨¦rica, y est¨¢n Tom Slingsby, Ben Ainslie y Jimmy Spithill, cuyo historial no es m¨¢s corto.
Y est¨¢ Jordi Xammar, un joven que sac¨® un bronce en los Juegos de Tokio, y gira el volante del Victoria, el F50 espa?ol, 15 metros de eslora, con las puntas de los dedos casi, suave, y con ¨¦l, moviendo el ala del catamar¨¢n, Flo Trittel, y a su espalda, dos ojos m¨¢s para verlo todo, Paula Barcel¨®, y delante, midiendo la altura de los foils y la estabilidad del vuelo, y evitando que el barco se clave de pico, Diego Bot¨ªn, y m¨¢s all¨¢, moviendo a d¨²o una manivela como las de las m¨¢quinas de picar chorizos, y haciendo as¨ª girar el rotor que permite mover el ala, Joan Cardona y Jake Lilley. Todos son j¨®venes. Ninguno llega a los 30 a?os. Son lobos de mar que hacen campa?a de vela ol¨ªmpica y crecen, con el SailGP, una creaci¨®n de tres a?os de edad, del mago de Oracle, Larry Ellison, y el legendario navegante Russell Coutts, en el mundo de las regatas profesional. ¡°Me pasar¨¦ 300 d¨ªas al a?o navegando¡±, calcula Bot¨ªn, ol¨ªmpico en Tokio, que se prepara tambi¨¦n para la clase 49er de Par¨ªs 2024. ¡°60 de ellos los dedico al SailGP¡±.
No hay diferencias entre ninguno de los nueve catamaranes ni en sus aparejos. Todo es igualitario. Todo lo decide la direcci¨®n. Como si todos los de Moto GP usaran la misma moto, el mismo combustible, los mismos neum¨¢ticos. No tienen motor. Solo el ala y una vela peque?a y triangular, un foque, que convierten el viento, una brisa de apenas 20 kil¨®metros por hora, en 50, 60, 70 kil¨®metros por hora en su barco. ¡°Somos adrenalina¡±, dice Xammar, que en Tokio compiti¨® en la clase 470 e intenta clasificarse para Par¨ªs 2024, en el agua de Marsella, junto a Nora Brugman en la nueva categor¨ªa, 470 mixto. ¡°Y somos feeling, y millones de datos por segundo que captan los 1.200 sensores instalados en el barco, se amontonan en nuestras pantallas. Lo tienes que hacer todo mucho m¨¢s r¨¢pido que en la vela cl¨¢sica, pero el feeling que necesitas para navegar es el mismo. Se trata de sentir el barco, hasta las extremidades de los foils como si fueran t¨² mismo, de sentir el viento. Y entender eso, en unas carreras tan brutales como estas, con estos gigantes, es fundamental para seguir creciendo¡±.
¡°Como perros sin correa¡±
La de C¨¢diz, la ¨²nica cita espa?ola, es la sexta jornada, dos d¨ªas cada una, siete regatas de un cuarto de hora, m¨¢s o menos, de las 11 de que consta el campeonato, que terminar¨¢ en mayo en la bah¨ªa de San Francisco. La primera de las tres del s¨¢bado, en la que, apurados por un problema que imped¨ªa fijar el foque, los espa?oles salen apurados y acelerados, ¡°como perros sin correa¡±, dice Xammar, y el coraz¨®n a 200, la concluyen los cuartos de nuevo. Mejor a¨²n va en la segunda. Son terceros, y s¨¦ptimos en la tercera porque en la salida se les clava delante Canad¨¢, y les retrasa y les deja sin ritmo. Llegan sextos a las carreras del domingo de una clasificaci¨®n encabezada por Australia y Francia. Si consiguen salir terceros al menos de la sexta, la tercera del domingo, podr¨¢n competir en la s¨¦ptima, la que decidir¨¢ el ganador. ¡°Es nuestro objetivo, claro¡±, dice Xammar, que destaca otra raz¨®n por la que se debe considerar al SailGP como el invento del siglo. ¡°El p¨²blico. Los regatistas no estamos acostumbrados a competir con p¨²blico cerca, a podernos sentir figuras del deporte aclamadas por la afici¨®n. Y aqu¨ª, en C¨¢diz, lo hemos sentido¡¡±.
Desde el muro del paseo de Santa B¨¢rbara, en las alturas desde las que parece que los barcos se deslizan suaves, fluidos como el gua, miles de personas les jalean, ambiente de estadio futbol¨ªstico, y sus gritos les llegan pese a los cascos de comunicaci¨®n que llevan, pese al ruido de los motores de las varias Zodiac y el helic¨®ptero de la televisi¨®n. En el m¨¢s de centenar de embarcaciones que delimitan el campo de regatas gozan m¨¢s espectadores, entre ellos la reina de la vela ol¨ªmpica espa?ola, Theresa Zabell. A la altura del agua no pueden apreciar apenas el desarrollo de la carrera, pero s¨ª sentir a los monstruos volando sobre el agua, la magia, la poes¨ªa de la f¨ªsica entre las olas. ¡°Y yo quiero que esto siga creciendo¡±, dice Xammar. ¡°Y yo, crecer dentro, y no, esto no es un paso hacia la Copa Am¨¦rica, hacia algo que parece m¨¢s grande, m¨¢s importante. Esto es todo¡±.
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