La mano de Dumfries y el f¨²tbol relatado
El VAR lleg¨® para desterrar de la ecuaci¨®n aquellas groser¨ªas que pod¨ªan alterar el resultado final de un partido
Me pregunto en qu¨¦ estado quedar¨ªa la mano con que Denzel Dumfries despej¨® aquel bal¨®n pu?etero ante la at¨®nita mirada de Simone Inzaghi y varios millones de espectadores m¨¢s: la salud es siempre lo primero. Superadas las primeras veinticuatro horas de rigor que, como cualquier fan¨¢tico de las series sobre m¨¦dicos u hospitales debe saber, son las m¨¢s delicadas, todav¨ªa nadie ha podido encontrar una explicaci¨®n plausible a c¨®mo el ¨¢rbitro de la contienda -y en su defecto, los jueces de la sala VAR- pudieron pasar por alto una acci¨®n tan comprometida para la integridad f¨ªsica del defensa como para la salud mental de una parroquia, la blaugrana, que ya no se intu¨ªa muy cat¨®lica tras otro partido desconcertante de su equipo en esta primera fase decisiva de la temporada.
Despu¨¦s de tranquilizar al t¨¦cnico rival ¨C¡±lo hemos visto todos, Simone; deja de frotarte los ojos o terminar¨¢ por salirte un orzuelo¡±, quiero imaginar que le dijo-, Xavi Hern¨¢ndez se quej¨® amargamente sobre lo ocurrido en el terreno de juego y en esa sala VAR que, demasiado a menudo, tanto nos recuerda al centro de control de la NASA en sus peores d¨ªas. ¡°Estoy indignado¡±, protest¨® el t¨¦cnico de Terrassa. ¡°No puedo decirlo de otra manera porque me voy con esa sensaci¨®n, no lo puedo entender¡±. En realidad, nadie lo entendi¨®, pero el f¨²tbol tiene la sana costumbre de enfrentar a sus protagonistas ante los mismos espejos, y la hemeroteca de Xavi Hern¨¢ndez est¨¢ llena de declaraciones en las que, asegura, jam¨¢s dir¨¢ nada de la labor arbitral porque entiende que el error humano forma parte del juego.
Los fil¨®sofos deportivos, que encuentran en este tipo de acciones su verdadera raz¨®n de ser en la vida, aseguran que una de las grandes diferencias entre f¨²tbol profesional y f¨²tbol amateur reside en la magnitud de los errores que ambas categor¨ªas se muestran dispuestas a aceptar como incorregibles, de ah¨ª la utilizaci¨®n de una tecnolog¨ªa extremadamente cara -y bastante castrante en lo emocional, por cierto- que promet¨ªa precisamente esto: desterrar de la ecuaci¨®n aquellas groser¨ªas que pod¨ªan alterar el resultado final de un partido.
Esta misma semana, en un choque de rivalidad regional entre el filial del Deportivo de La Coru?a y el Estradense, el ¨¢rbitro de la contienda concedi¨® un penalti a favor de los primeros cuando dos delanteros se chocaron en el ¨¢rea. El defensa m¨¢s cercano estaba a un metro de distancia, pero el trencilla inici¨® esa carrera tan ritual -debe ser lo primero que se aprende en los cursillos homologados del gremio- que precede a la se?alizaci¨®n de la pena m¨¢xima: penalti a favor del Fabril y asombro generalizado sobre el verde, en las gradas y en las redes, donde el v¨ªdeo se viraliz¨® por razones m¨¢s que obvias. ¡°Entiendo perfectamente lo ocurrido, a m¨ª me pas¨® en alguna ocasi¨®n¡±, razonaba la acci¨®n Xabi Rodr¨ªguez, colegiado en activo que act¨²a como comentarista en algunas retransmisiones de la radio p¨²blica gallega. ¡°Te obcecas, entras como en una especie de trance y ya no eres capaz de dar marcha atr¨¢s¡±.
Su arranque de honestidad me record¨® al de aquel otro colegiado orensano que compaginaba su pasi¨®n futbol¨ªstica con el oficio de redactor en un peri¨®dico local. Una tarde, tras salir huyendo del terreno de juego y encontrar resguardo en la caseta, sac¨® su libreta y comenz¨® a esculpir la cr¨®nica del partido: ¡°Desastroso arbitraje en el Malec¨®n¡±, escribi¨®. Lo cuenta el escritor Juan Tall¨®n en su libro Manual de f¨²tbol (editorial Edhasa), y nos recuerda lo f¨¢cil que resulta faltar a nuestras promesas sobre enjuiciamiento arbitral cuando sus decisiones nos perjudican o la an¨¦cdota es demasiado buena para call¨¢rsela: en esto no existen tantas distinciones entre el f¨²tbol profesional, el amateur y, por supuesto, el relatado.
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